Las calenturas estivales no parecen atenuarse en vísperas de la primavera boreal. Por ejemplo, en la América anglosajona y Europa occidental, los bancos han acumulado pilas de malas deudas que debieran recolocar de ahora a fin de año. En cuanto a inversores y especuladores, disponen de una masa de títulos y activos de pronto muy baratos.
Pero persiste demasiadas incertidumbres y, básicamente, un síndrome de iliquidez global sin precedentes desde la gran depresión de 1929/32. Hay un exceso de incógnitas dando vueltas: ¿rebajará la Reserva Federal a 5 ó a 4,75% la anual la tasa básica? ¿qué sucederá con una crisis hipotecaria que George W.Bush no atina se afrontar en serio? ¿cuántas bombas de tiempo más ocultan los bancos, las firmas de valores y los fondos de cobertura?
También crecen dudas sobre si los inversores privados e institucionales comprarán miles de millones en bonos emitidos para financieras compras apalancadas. Como se sabe, los codiciosos fondos de capital extrabursátiles no son proclives a ariesgar dinero propio en esas operaciones. Pero ¿y si Cerberus Capital no consigue los US$ 10.500 millones que precisas para completar la toma de Chrysler y el negocio se viene abajo? ¿qué puede ocurrirles a esa firma, Kohlberg Kravis Roberts o Texas Pacific group si la crisis arrasa con su receta mágica para hacer plata sin arriesgar un dólar?
Faltas señales claras. Por un lado, Benjamin Bernanke elude definir si, el martes 18, el comité monetario de la RF (que parece manejar como cosa propia) baja la tasa referencial de 5,25 a 5 o a 4,75% anual. O no la toca, porque el repunte a 4% de ritmo anual en el producto bruto interno durante el segundo trimestre tal vez haya reactivados sus obsesiones inflacionarias.
Las calenturas estivales no parecen atenuarse en vísperas de la primavera boreal. Por ejemplo, en la América anglosajona y Europa occidental, los bancos han acumulado pilas de malas deudas que debieran recolocar de ahora a fin de año. En cuanto a inversores y especuladores, disponen de una masa de títulos y activos de pronto muy baratos.
Pero persiste demasiadas incertidumbres y, básicamente, un síndrome de iliquidez global sin precedentes desde la gran depresión de 1929/32. Hay un exceso de incógnitas dando vueltas: ¿rebajará la Reserva Federal a 5 ó a 4,75% la anual la tasa básica? ¿qué sucederá con una crisis hipotecaria que George W.Bush no atina se afrontar en serio? ¿cuántas bombas de tiempo más ocultan los bancos, las firmas de valores y los fondos de cobertura?
También crecen dudas sobre si los inversores privados e institucionales comprarán miles de millones en bonos emitidos para financieras compras apalancadas. Como se sabe, los codiciosos fondos de capital extrabursátiles no son proclives a ariesgar dinero propio en esas operaciones. Pero ¿y si Cerberus Capital no consigue los US$ 10.500 millones que precisas para completar la toma de Chrysler y el negocio se viene abajo? ¿qué puede ocurrirles a esa firma, Kohlberg Kravis Roberts o Texas Pacific group si la crisis arrasa con su receta mágica para hacer plata sin arriesgar un dólar?
Faltas señales claras. Por un lado, Benjamin Bernanke elude definir si, el martes 18, el comité monetario de la RF (que parece manejar como cosa propia) baja la tasa referencial de 5,25 a 5 o a 4,75% anual. O no la toca, porque el repunte a 4% de ritmo anual en el producto bruto interno durante el segundo trimestre tal vez haya reactivados sus obsesiones inflacionarias.