En el arbitraje vespertino de Nueva York, el petróleo con entrega a fines de abril y primera quincena de mayo promediaba US$ 56,50, 2,1% sobre el martes. En Londres, el Brent nórdico subió casi 1%, a US$ 55,94 el barril. Todo ello porque la oficina informativa del departamento de Energía reveló que las existencias de nafta habían cedido 2.100.000 barriles, a 212.300.000. Luego del cierre e Manhattan, el WTI se replegaba a US$ 55.90.
En un contexo tan volátil y especulativo, los debates sobre una eventual crisis son cualquier cosa menos claros. Algunos, como Goldman Sachs, la ven inevitable y porevén un barril a US$ 105 para 2007. Otros, todavía se forjan ilusiones; por ejemplo, Alan Greenspan, algo eufpórico porquer los crudos se frenan cada vez que rozan los US$ 57.
Así, la Agencia Internacional de Energía (AIE) divulgará un informe, durante la reunión en nivel ministerial prevista para mayo, orientado a los grandes importadores. En él, les recomendará instrumentar programas pro conservación del recurso no renovable, en caso de que el abastecimiento mundial ceda en uno a dos millones de barriles diarios.
Las medidas restrictivas de consumo no han cambiado. Incluyen vedas para vehículos no comerciales, semanas laborales más cortas –salvo en el sector rural-, transportes públicos gratuitos (empleando medios eléctricos) y uso compartido de coches particulares. Las cifras esgrimidas en el futuro informe representan un gran cambio en las políticas de la AIE, que antes definían las medidas conservacionistas como mera táctica, apta sólo para situaciones calamitosas.
Hasta ahora, por cierto, la entidad no veía calamidad alguna en los desorbitados aumentos de precios, frutos en buena parte de la especulación con futuros y derivativos. Ahora, la agencia admite que “la conservación puede ser útil durante largos lapsos de valores en alza, como forma de reducir la presión de la demanda”.
En el arbitraje vespertino de Nueva York, el petróleo con entrega a fines de abril y primera quincena de mayo promediaba US$ 56,50, 2,1% sobre el martes. En Londres, el Brent nórdico subió casi 1%, a US$ 55,94 el barril. Todo ello porque la oficina informativa del departamento de Energía reveló que las existencias de nafta habían cedido 2.100.000 barriles, a 212.300.000. Luego del cierre e Manhattan, el WTI se replegaba a US$ 55.90.
En un contexo tan volátil y especulativo, los debates sobre una eventual crisis son cualquier cosa menos claros. Algunos, como Goldman Sachs, la ven inevitable y porevén un barril a US$ 105 para 2007. Otros, todavía se forjan ilusiones; por ejemplo, Alan Greenspan, algo eufpórico porquer los crudos se frenan cada vez que rozan los US$ 57.
Así, la Agencia Internacional de Energía (AIE) divulgará un informe, durante la reunión en nivel ministerial prevista para mayo, orientado a los grandes importadores. En él, les recomendará instrumentar programas pro conservación del recurso no renovable, en caso de que el abastecimiento mundial ceda en uno a dos millones de barriles diarios.
Las medidas restrictivas de consumo no han cambiado. Incluyen vedas para vehículos no comerciales, semanas laborales más cortas –salvo en el sector rural-, transportes públicos gratuitos (empleando medios eléctricos) y uso compartido de coches particulares. Las cifras esgrimidas en el futuro informe representan un gran cambio en las políticas de la AIE, que antes definían las medidas conservacionistas como mera táctica, apta sólo para situaciones calamitosas.
Hasta ahora, por cierto, la entidad no veía calamidad alguna en los desorbitados aumentos de precios, frutos en buena parte de la especulación con futuros y derivativos. Ahora, la agencia admite que “la conservación puede ser útil durante largos lapsos de valores en alza, como forma de reducir la presión de la demanda”.