Estos productos financieros derivados permiten a quien los vende tomar nuevos créditos y a quien los compra asegurarse contra empresas o gobiernos que están teniendo dificultadas para honrar sus deudas. El valor especulativo de los SCI impagos pasó, de casi cero hace diez años a US$ 62 billones (millones de millones) a finales de 2007, aunque cayó a US$ 55 billones en la primera mitad de 2008 y viene bajando desde entonces. Negociados privadamente o por medio de bancos, parecían demostrar que nuevos y grandes mercados podían funcionar perfectamente bien con mínima regulación.
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<p> Pero desde septiembre una ola de grandes quebrantos en todo tipo de entidades financieras puso de cabeza al mercado de los SCI, pues se los sospecha al menos en parte responsables de las salvajes fluctuaciones en los papeles financieros. La caída en septiembre de Lehman Brothers mostró que el mayor riesgo sistémico que plantean los SCI no está en las grandes pérdidas sobre deudas anteriores sino en la desaparición de una gran entidad financiera. El shock provocado por el colapso de Lehman Brothers generó una onda expansiva que fue mucho más allá de los productos derivados. Casi tan traumático fue el rescate de American International Group (AIG), una inmensa aseguradora que había vendido protección crediticia sobre unos US$ 440.000 millones de paquetes que incluían hipotecas y deuda corporativa, conocidos como “obligaciones de deuda colateralizada” (ODC).</p>
<p> Los errores de cálculo con los CSI provocaron consternación. Primero por el riesgo que se corre si la contraparte no puede cumplir con sus obligaciones. Además, por la endeble situación de toda la estructura, que se descuidó durante el boom del mercado. Y finalmente porque los swaps pueden usarse para esconder el riesgo crediticio de los mercados, dado que las posiciones no tienen que explicarse en los balances. En definitiva, esos instrumentos facilitan notablemente la concentración del riesgo.</p>
<p> En esencia, lo que hacen los SCI es separar el interés sobre una deuda del riesgo de que no se pague. Vender protección de crédito es similar a vender ciertos tipos de opciones comunes sobre acciones. La verdadera causa de la crisis son los malos préstamos hipotecarios, no los derivados: las operaciones de pases de hipotecas subprime (malas) se hicieron inestables porque los préstamos mismos eran tramposos.</p>
<p> Pero si los instrumentos derivados de crédito no fueron la principal causa de la conflagración del año que acaba de terminar, al menos fueron, en ciertos aspectos, un acelerador.</p>
<p> Algunos temen que todavía falte lo peor. Si se deplomara algún otro gran protagonista del mercado se produciría una corrida para reemplazar activos a casi cualquier costo. Reemplazar los afectados por Lehman después de su quiebra costó a algunos agentes más de US$ 200 millones.</p>

Productos derivados de crédito: el gran enredo
Hasta el año pasado, los seguros sobre créditos incobrables (SCI) eran la maravilla de las finanzas modernas. Hoy son los responsables de la catástrofe. Entre ambas posturas habría que hacer algunas distinciones.