viernes, 18 de abril de 2025

Petróleo: algunos creen que la demanda mundial irá en reflujo

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La agencia internacional de energía, satélite de la Organización de Cooperación y Desarrollo (OCDE, en verdad un “lobby” monetarista), cree que la demanda mundial de hidrocarburos comienza a ceder. Motivo: precios desorbitados.

Esa entidad y algunos analistas estiman que la nueva tendencia podría ganar impulso en los próximos meses. Pero, por el contrario, el perfil de reservas mundiales (aun en países que, sin ser petroleros, se autoabastecen) sigue siendo preocupante.

Si fuera cierto lo que sostiene la AIE, sería un triunfo para los expertos que tienen fe en los mercados virtuosos. Vale decir, quienes esperan que empresas y consumidores eventualmente apelen a combustibles alternativos, el punto más positivo de esas presunciones pero, también, el más sujeto al largo plazo, no a lo que ocurra de ahora a 2010.

Eso explica la convergencia entre esa organización y el departamento federal del ramo en Estados Unidos. Pero éste se pasa de optimista y afirma que, ya en 2006, la demanda aumentará apenas 5%. Eso sería factible si el producto bruto interno creciera menos de 3% este año, no el más de 4% que hoy pronostican estadígrafos oficiales.

Por supuesto, ese tipo de augurios a medida de la Casa Blanca no parece impresionar al propio mercado, donde los crudos siguen por encima de US$ 70, salvo leves reflujos. Hay dos motivos: los problemas geopolíticos y las reservas comprobadas. En el primer caso, el más inquietante es la pertinacia de EE.UU. en hostigar a Irán, pese a los gestos componedores de Tehrán. Ese país es el cuarto productor y el tercer productor de hidrocarburos, tras Saudiarabia y Rusia.

Por un lado, nadie cree seriamente que Washington apele a las vías de hecho contra un programa nuclear en realidad modesto. Especialmente tras la declaraciones conjuntas de Rusia y China. Por el otro, la crisis en Nigeria –quinto exportador y el mayor de África- empeora día a día.

El otro motivo es que países de altas reservas suelen plantear disyuntivas nada gratas a los grandes importadores, en particular EE.UU. y la Unión Europea. El reciente encuentro entre ésta y Latinoamérica, en Viena, sólo sirvió para que el boliviano Evo Morales y el venezolano Hugo Chávez hablasen de reestatizar la propiedad del subsuelo.

Ese marco jurídico es corriente en México, Saudiarabia, Rusia, etc., pero los medios conservadores rioplatenses omiten señalarla. Tampoco los defensores europeos de la apertura de mercado recordaron que los subsidios agrícolas son la peor traba existente al comercio internacional. En ese sentido, la actitud de Tony Blair llegó al ridículo.

En medio de todo esto, resultó un poco surrealista que en Viena se condenase “la reestatización de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos” y los argentinos no dijesen nada. Ocurre que YPFB fue, en su momento, copia de YPF. Una empresa que, al momento de su venta -como recuerda “Clarín”-, tenía “el doble de reservas que hoy y sigue siendo la compañía que más factura y exporta en Argentina”.

Esa entidad y algunos analistas estiman que la nueva tendencia podría ganar impulso en los próximos meses. Pero, por el contrario, el perfil de reservas mundiales (aun en países que, sin ser petroleros, se autoabastecen) sigue siendo preocupante.

Si fuera cierto lo que sostiene la AIE, sería un triunfo para los expertos que tienen fe en los mercados virtuosos. Vale decir, quienes esperan que empresas y consumidores eventualmente apelen a combustibles alternativos, el punto más positivo de esas presunciones pero, también, el más sujeto al largo plazo, no a lo que ocurra de ahora a 2010.

Eso explica la convergencia entre esa organización y el departamento federal del ramo en Estados Unidos. Pero éste se pasa de optimista y afirma que, ya en 2006, la demanda aumentará apenas 5%. Eso sería factible si el producto bruto interno creciera menos de 3% este año, no el más de 4% que hoy pronostican estadígrafos oficiales.

Por supuesto, ese tipo de augurios a medida de la Casa Blanca no parece impresionar al propio mercado, donde los crudos siguen por encima de US$ 70, salvo leves reflujos. Hay dos motivos: los problemas geopolíticos y las reservas comprobadas. En el primer caso, el más inquietante es la pertinacia de EE.UU. en hostigar a Irán, pese a los gestos componedores de Tehrán. Ese país es el cuarto productor y el tercer productor de hidrocarburos, tras Saudiarabia y Rusia.

Por un lado, nadie cree seriamente que Washington apele a las vías de hecho contra un programa nuclear en realidad modesto. Especialmente tras la declaraciones conjuntas de Rusia y China. Por el otro, la crisis en Nigeria –quinto exportador y el mayor de África- empeora día a día.

El otro motivo es que países de altas reservas suelen plantear disyuntivas nada gratas a los grandes importadores, en particular EE.UU. y la Unión Europea. El reciente encuentro entre ésta y Latinoamérica, en Viena, sólo sirvió para que el boliviano Evo Morales y el venezolano Hugo Chávez hablasen de reestatizar la propiedad del subsuelo.

Ese marco jurídico es corriente en México, Saudiarabia, Rusia, etc., pero los medios conservadores rioplatenses omiten señalarla. Tampoco los defensores europeos de la apertura de mercado recordaron que los subsidios agrícolas son la peor traba existente al comercio internacional. En ese sentido, la actitud de Tony Blair llegó al ridículo.

En medio de todo esto, resultó un poco surrealista que en Viena se condenase “la reestatización de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos” y los argentinos no dijesen nada. Ocurre que YPFB fue, en su momento, copia de YPF. Una empresa que, al momento de su venta -como recuerda “Clarín”-, tenía “el doble de reservas que hoy y sigue siendo la compañía que más factura y exporta en Argentina”.

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