Si bien la mayoría de los activos está en Nueva York, recién ahora se sabe que –el 31 de julio- se declararon en bancarrota y se pusieron al amparo de los tribunales del archipiélago británico. Por las dudas, BS apeló también a una ley de 2005, que le permite pedir a un juez de Manhattan bloquear toda acción contra esos fondos y proteger sus activos mientras se dirime la causa en Caimán.
Amén de exteriorizar mala fe, BS puede crear precedentes que faciliten a otros fondos especulativos en bancarrota tramitar liquidación en esas islas. La justicia en los “off shore” caribeños es muy sensible a la corrupción o a favorecer las sociedades instaladas en esas plazas. Las propias autoridades de Caimán admiten que tres de cada cuatro fondos especulativos globales están registrados en su jurisdicción.
Los fondos administrados por BS se habían colocado en títulos respaldados por hipotecas residenciales, que colapsaron debido a ceses de pagos en prestamos de mala calidad (usurarios), otorgados a personas sin solvencia en Estados Unidos. La quinta intermediaria de Wall Street, en capitalización bursátil acaba de echar al copresidente Warren Spector, experto en esos negocios.
Este martes, las acciones de BS cedieron casi 1,9% y acumulan más de 35% de deterioro en cuanto va del año y están en el mínimos desde 2005. Naturalmente, circulan ya versiones sobre eventual intervención de la Securities & exchange commssion (SEC) y su par británica para enjugar pérdidas hipotecarias.
Eso podría generar presiones para que la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra salgan a sacarles las papas del fuego a firmas como BS. Pero hay un factor difícil de extrapolar: los fondos de cobertura son especulaciones de alto riesgo, pensadas para magnates y, por ende, muy poco reguladas por las autoridades. Sin embargo, en los últimos años este segmento ha captado billones de dólares originados en fondos jubilatorios; vale decir, dinero que la gente aporta para su vejez.
El truco de Caimán puede dar resultado un tiempo, pero Bear Stearns baila al borde de un desastre, cuyo motor serán esos “fondos canallas” (o ”langostas”, como les dicen en la Eurozona). Con un poco de suerte, los inversores recobrarán algunos centavos por cada dólar que pudieron en esas carteras.
Si bien la mayoría de los activos está en Nueva York, recién ahora se sabe que –el 31 de julio- se declararon en bancarrota y se pusieron al amparo de los tribunales del archipiélago británico. Por las dudas, BS apeló también a una ley de 2005, que le permite pedir a un juez de Manhattan bloquear toda acción contra esos fondos y proteger sus activos mientras se dirime la causa en Caimán.
Amén de exteriorizar mala fe, BS puede crear precedentes que faciliten a otros fondos especulativos en bancarrota tramitar liquidación en esas islas. La justicia en los “off shore” caribeños es muy sensible a la corrupción o a favorecer las sociedades instaladas en esas plazas. Las propias autoridades de Caimán admiten que tres de cada cuatro fondos especulativos globales están registrados en su jurisdicción.
Los fondos administrados por BS se habían colocado en títulos respaldados por hipotecas residenciales, que colapsaron debido a ceses de pagos en prestamos de mala calidad (usurarios), otorgados a personas sin solvencia en Estados Unidos. La quinta intermediaria de Wall Street, en capitalización bursátil acaba de echar al copresidente Warren Spector, experto en esos negocios.
Este martes, las acciones de BS cedieron casi 1,9% y acumulan más de 35% de deterioro en cuanto va del año y están en el mínimos desde 2005. Naturalmente, circulan ya versiones sobre eventual intervención de la Securities & exchange commssion (SEC) y su par británica para enjugar pérdidas hipotecarias.
Eso podría generar presiones para que la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra salgan a sacarles las papas del fuego a firmas como BS. Pero hay un factor difícil de extrapolar: los fondos de cobertura son especulaciones de alto riesgo, pensadas para magnates y, por ende, muy poco reguladas por las autoridades. Sin embargo, en los últimos años este segmento ha captado billones de dólares originados en fondos jubilatorios; vale decir, dinero que la gente aporta para su vejez.
El truco de Caimán puede dar resultado un tiempo, pero Bear Stearns baila al borde de un desastre, cuyo motor serán esos “fondos canallas” (o ”langostas”, como les dicen en la Eurozona). Con un poco de suerte, los inversores recobrarán algunos centavos por cada dólar que pudieron en esas carteras.