A diferencia de los hidrocarburos, cuyas fuentes conocidas rinden cada vez menos, la producción aurífera merma porque –durante un largo lapso de precios débiles, 1980/2003- las empresas mineras han ido invirtiendo cada vez menos. Esto se notaba especialmente durante los años posteriores a 1980 y en los 90, cuando la onza troy (31,104 gramos, ley 99,44%) cedió a mínimos de US$ 250.
Extraer y refinar oro o plata exigen técnicas costosas y perjudican el equilibrio ecológico. Por otra parte, los principales bancos centrales vendieron mucho metal amarillo cuando los precios eran exiguos. Hoy, varios lo hacen a valores muy altos. Dato curioso: Argentina comenzó a reconstruir reservas en 2004, a cotizaciones bastante inferiores a las actuales.
Por supuesto, la demanda joyera e industrial absorbe buena parte de la producción, pero al alza del momento se debe a inversores y especuladores profesionales. Algunos de ellos se apartan de los crudos porque no creen que su valor medio se mantenga sobre US$ 70 el barril mucho tiempo (quizá se equivoquen). Existe otro factor: el oro es casi el único producto básico que no es principalmente insumo. Por el contrario, se adquiere en gran medida para poseerlo o como refugio inversor “duro” en tiempos revueltos o inciertos.
En la actual fase, pues, el metal áureo se ha puesto otra vez en boga por motivos aleatorios: vagos temores “estanflacionarios”, si se toman en cuenta recientes advertencias del Fondo Monetario, auge del terrorismo mayorista, tensiones en Levante y una larga serie de escándalos financieros y empresarios, que no se limita a Estados Unidos. Esta conjunción de factores deja en el aire el mito del “crecimiento vigoroso” que difunden dos medios londinenses.
Cabe recordar que, a raíz del fenomenal aumento especulativo del petróleo en los años 70, esa década culminó –el 14 de enero de 1980- con la onza de oro a US$ 850 y la de plata a 50. Para repetir esos valores a dólares actuales, sería preciso llegar a US$ 2.200 y 130. En realidad, los crudos a US$ 70 están más cerca de esa cota, que hoy sería alrededor de 115 el barril.
A diferencia de los hidrocarburos, cuyas fuentes conocidas rinden cada vez menos, la producción aurífera merma porque –durante un largo lapso de precios débiles, 1980/2003- las empresas mineras han ido invirtiendo cada vez menos. Esto se notaba especialmente durante los años posteriores a 1980 y en los 90, cuando la onza troy (31,104 gramos, ley 99,44%) cedió a mínimos de US$ 250.
Extraer y refinar oro o plata exigen técnicas costosas y perjudican el equilibrio ecológico. Por otra parte, los principales bancos centrales vendieron mucho metal amarillo cuando los precios eran exiguos. Hoy, varios lo hacen a valores muy altos. Dato curioso: Argentina comenzó a reconstruir reservas en 2004, a cotizaciones bastante inferiores a las actuales.
Por supuesto, la demanda joyera e industrial absorbe buena parte de la producción, pero al alza del momento se debe a inversores y especuladores profesionales. Algunos de ellos se apartan de los crudos porque no creen que su valor medio se mantenga sobre US$ 70 el barril mucho tiempo (quizá se equivoquen). Existe otro factor: el oro es casi el único producto básico que no es principalmente insumo. Por el contrario, se adquiere en gran medida para poseerlo o como refugio inversor “duro” en tiempos revueltos o inciertos.
En la actual fase, pues, el metal áureo se ha puesto otra vez en boga por motivos aleatorios: vagos temores “estanflacionarios”, si se toman en cuenta recientes advertencias del Fondo Monetario, auge del terrorismo mayorista, tensiones en Levante y una larga serie de escándalos financieros y empresarios, que no se limita a Estados Unidos. Esta conjunción de factores deja en el aire el mito del “crecimiento vigoroso” que difunden dos medios londinenses.
Cabe recordar que, a raíz del fenomenal aumento especulativo del petróleo en los años 70, esa década culminó –el 14 de enero de 1980- con la onza de oro a US$ 850 y la de plata a 50. Para repetir esos valores a dólares actuales, sería preciso llegar a US$ 2.200 y 130. En realidad, los crudos a US$ 70 están más cerca de esa cota, que hoy sería alrededor de 115 el barril.