<p>Por entonces, la segunda crisis internacional del petróleo llevaba el oro a US$ 850 y la plata a US$ 50 la onza. Extrapolando el valor del crudo –su punto extremo se mantiene en US$ 147,25 el barril de tejano intermedio (WTI), julio de 2008- y el tándem dólar-euro, el metal amarillo debiera rondar los US$ 1.800 la onza.<br />
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Dicho de otro modo, los cultores del oro son un anacronismo de veinte años y el precio en torno de US$ 1.300/10 refleja sólo un récord nominal, como los US$ 73 a 79 por barril de crudo. Naturalmente, a los analistas financieros conservadores les basta que el lingote haya subido 4,7% en cuanto va de septiembre. No parecen notar que el fenómeno manifiesta, en realidad, la vulnerabilidad del dólar, el euro, el yen, la libra y el franco suizo.<br />
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En verdad, la tercera racha compradora del mes fue detonada hace un semana, cuando la Reserva Federal admitió que considera comprar más bonos de tesorería para estimular la economía física y el gasto del público. No la compra de oro, claro, una colocación cuyo mercado es escueto desde que, en los años 90, los grandes bancos centrales vendieron buena parte de sus tenencias.<br />
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Ahora, los adictos al metal áureo abandonan reticencias y, por ejemplo, Barrick Gold –la mayor firma privada de su tipo en el mundo- pronostica “niveles altos por varios años. Las cotizaciones podrían superar los US$ 1.500 la onza troy (31,104 gramos)”, pero nadie espera el récord absoluto de US$ 1.800. Para eso, el petróleo debiera reacercarse a los US$ 147,25 el barril WTI.<br />
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La onda especulativa, curiosamente, soslaya a los intermediarios del mercado y se prefiere comprar monedas (águilas estadounidenses, soberanos, rand, panda, etc.) o lingotes certificados. El negocio lo sabe y aumenta la capacidad de almacenamiento como, por ejemplo, una firma de Delaware –un offshore interno de EE.UU.- que adquirió un blindado exclusivamente para trasladar oro.<br />
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Por un lado, se compra oro especulando con la posibilidad de que eventuales estímulos monetarios de la RF fomenten inflación y debiliten el dólar. Por otro, hay adictos al metal que, por el contrario, apuestan al fracaso de los inminentes estímulos y a que se agrave la salud de la economía. Estos comportamientos erráticos, inevitables en un producto primario escaso, evidencian una fase iniciada en 2000. Desde ese momento y hasta hoy, el oro trepó 353% a causa de un dólar débil, del cual se despegó recién a fines de 2008 para volver este año a las andadas.<br />
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Otro factor que ha fomentado el avance del oro es la proliferación de fondos que cotizan en bolsa, dedicados a comprar o atesorar lingotes, Paralelamente, se mueven inversores institucionales. Uno de ellos, Northern Trust Corp., gestiona activos financieros por alrededor de US$ 603.000 millones, aunque apenas 1.500 millones en oro.</p>
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Oro: récords nominales por encima de US$ 1.300 la onza
Desde hace más de cinco trimestres, las incertidumbres financieras y económicas en Occidente empujan a un grupo de inversores y especuladores ortodoxos a refugiarse en el metal áureo. Pero el pico absoluto sigue siendo el 20 de enero de 1981.