Al respecto, el McKinsey Gobal Institute (MGI) encaró un año de investigaciones –mediados de 2004 a 2005- y creó una amplia base de datos sobre activos financieros y bursátiles en más de cien paìses, tal como fueron evolucionando de 1980 a 2003. Esta labor redundó en una larga serie de observaciones.
Para empezar, “los mercados globales de capital son aparentemente enormes: sus activos (tangibles y virtuales) totalizaban, hace poco más de dos años, unos US$ 118 billones –880 veces el producto bruto interno norteamericano- y pueden alcanzar 200 billones hacia 2010. Si las tendencias relevadas hasta 2003 se mantienen”.
Esa masa se ha multiplicado a mayor ritmo que el PB mundial, lo cual señala que se ha tornado más consistente y líquida, aunque también más inestable. En efecto, mucho de ese crecimiento refleja la expansión de la deuda pública y privada. Mientras tanto, se transforman los papeles que desempeñan las principales economías en esos mercados.
Por supuesto, Estados Unidos posee la más grande y mejor organizada plaza financiera, por lo cual atrae emisores de papeles e inversores del exterior. La Eurozona (no confundir con Unión Europea ni, menos, el vago “Europa”) tiende a integrarse más. Por su parte, el peso de Japón en el contexto mundial se conbtrae y China se ha convertido en una fuerza a tener en cuenta; pero está lejos de ser una economía capitalista, pese a lo que tantos imaginan.
El monto total de activos financieros y bursátiles en el planeta –inclusive depósitos bancarios, deuda pùblica y privada, acciones, derivados- pasó de US$ 12 billones en 1980 a 53 millones en 1993 (+342%) y a 118 billones en 2003 (+883% sobre la primera cifra y +123% sobre la segunda). Al terminar esta década, probablenente alcancen los US$ 200 billones. Por supuesto, se trata de fechas arbitrarias. Hasta 2003, por lo menos, esa expansión fue acompañada por un notable desplzanuiento de fondos de los bancos a otros intermediarios (fondos de todo tipo, firmas de valores).
Justamente, apunta el MGI, “esos cambios se evidencian en la disminución de depósitos bancarios, como parte de la masa financiera global, de 45% en 1980 a 30% en 2003”. Sin duda, el fenómeno “se corresponde con la mayor participación en el mercado de instrumentos de deuda, pública y privada. Por consiguiente, ha subido el volumen de titulos y acciones, creando más liquidez y volatilidad”.
En realidad, “mercados globales” quiere decir cuatro áreas que reúnen más de 80% de tenencias bursátiles y financieras. Son EE.UU., la Eurozona, Japòn y Gran Bretaña (en este caso, un anacronismo). Además, esas regiones difieren mucho entre sí. La plaza norteamericana, con US$ 4 billones en activos, representa 37% del mundo y está dominada por deuda privada y acciones. En la Eurozona (“los doce”, todavía), los bancos desempeñan un papel más activo. Los mercados de Asia oriental y meridional siguen relativamente aislados entre sí y del mundo, amén de mostrar amplias diferencias.
Japón es la mayor plaza bursátil y cambiaria de oriente (en el segundo caso, también del mundo). Pero persiste allá un estancamiento relativo y, hasta 2005, sólo el gobierno emitía deuda para promover reactivación. Hasta cierto punto, también Londres tiende a declinar.
“Una medida relevante al desarrollo en mercados de riesgo es su fondeo o calado, vale decir la relación entre colocaciones y economía fìsica, en términos de PBI. Dado que los activos bursátiles y financieros trasuntan expectativas a futuro–una forma de especulación-, la masa de deuda y acciones emitida en un país puede superar varias veces el PBI. Así, desde 1980 el valor corriente de esos activos ha subido del equivalente del PB global al triple.
Por ende, el fondeo no define la salud ni la fuerza de un sistema. Por ejemplo, el calado de EE.UU. dobla el de Noruega, si bien ambos tienen el mismo PB por habitante. Al contrario, Alemania y Tailandia tienen similar fondeo, pero niveles de ingresos y un PBI en absoluto distintos.
Esa medida tampoco define la salud de un sistema. Verbigracia, Japón muestra profundo calado, pero sus bancos afrontan carteras incobrables, en tanto es exigua la emisión de bonos privados y acciones. Burbujas de precios y sobremisión de deuda pública pueden llevar a más problemas de mercado y correcciones desagradables.
Una de las características del decenio 1994-2003 –nota el MGI- fue el aumento mundial de deudas. Factor clave era la creciente emisión de deuda privada. Junto con la pública, aportó casi la mitad del impulso a la expansión de operaciones. En verdad, las colocaciones internacionales de deuda privado, todavía relativamente pequeñas, crecían tres veces más rápido que las locales (27 y 7% anual, respectivamente).
El papel de la deuda pública y privada varía por país o área. El aumento de emisiones pùblicas era clave en Francia, Italia o Japón. A la inversa, las tomas privadas lo eran en Gran Bretaña. Por tanto, el proceso de titulización es fuente dominante en el endudamiento a mediano y largo plazos. Hacia 2003, EE.UU. encabezaba la tendencia, con US$ 7 billones en activos titulizados: 5,3 billones en letras hipotecarias (alimentadas por un mercado inmobiliario que, por entonces, ya acumulaba US$ 9,9 billones) y 1,7 billones en bonos.
EE.UU.no sólo es el mercado bursátil y financiero más grande del mundo; también es su cúpula y su canal clave. Con la creación del euro, no obstante, el mercado transatlántico va integrándose y ganando participación. Japòn y Gran Bretaña pierden peso, China asciende y el resto del planeta –inclusive Singapur o Latinoamérica- no cuenta. La segunda representa 4% del PB global y apenas 2% de activos financieros.
Pese a su declinación, el dólar sigue predominando en los mercados, es la divisa más negociada y se lo prefiere para emitir bonos y acciones. Por supuesto, el euro gana terreno entre bancos centrales, pero está lejos de competir con el dólar. En síntesis, el MGI –con pocas excepciones- cree que ya carece de sentido pensar en escala de mercados nacionales. De un modo u otros, están siendo absorbidos.
Hace unos tres años, por caso, 12% de las tenencias accionarias en EE.UU.. 25% de la deuda privada y 44% de la pública estaban en manos extranjeras. Hacia 1975, esas proporciones eran apenas 4, 1 y 20%. De 1995 a 2003, otro plazo arbitrario, el flujo internacionbal de capitales se ha más que triplicado y alcanzó los cuatro billones de dólares anuales.
Este movimiento crea nexos más fuertes entre los mercados locales e indica que, pese a las crisis y las reacción sociopolítica contra la globalización especulativa, el capital continúa integrándose y expandiéndose.
Al respecto, el McKinsey Gobal Institute (MGI) encaró un año de investigaciones –mediados de 2004 a 2005- y creó una amplia base de datos sobre activos financieros y bursátiles en más de cien paìses, tal como fueron evolucionando de 1980 a 2003. Esta labor redundó en una larga serie de observaciones.
Para empezar, “los mercados globales de capital son aparentemente enormes: sus activos (tangibles y virtuales) totalizaban, hace poco más de dos años, unos US$ 118 billones –880 veces el producto bruto interno norteamericano- y pueden alcanzar 200 billones hacia 2010. Si las tendencias relevadas hasta 2003 se mantienen”.
Esa masa se ha multiplicado a mayor ritmo que el PB mundial, lo cual señala que se ha tornado más consistente y líquida, aunque también más inestable. En efecto, mucho de ese crecimiento refleja la expansión de la deuda pública y privada. Mientras tanto, se transforman los papeles que desempeñan las principales economías en esos mercados.
Por supuesto, Estados Unidos posee la más grande y mejor organizada plaza financiera, por lo cual atrae emisores de papeles e inversores del exterior. La Eurozona (no confundir con Unión Europea ni, menos, el vago “Europa”) tiende a integrarse más. Por su parte, el peso de Japón en el contexto mundial se conbtrae y China se ha convertido en una fuerza a tener en cuenta; pero está lejos de ser una economía capitalista, pese a lo que tantos imaginan.
El monto total de activos financieros y bursátiles en el planeta –inclusive depósitos bancarios, deuda pùblica y privada, acciones, derivados- pasó de US$ 12 billones en 1980 a 53 millones en 1993 (+342%) y a 118 billones en 2003 (+883% sobre la primera cifra y +123% sobre la segunda). Al terminar esta década, probablenente alcancen los US$ 200 billones. Por supuesto, se trata de fechas arbitrarias. Hasta 2003, por lo menos, esa expansión fue acompañada por un notable desplzanuiento de fondos de los bancos a otros intermediarios (fondos de todo tipo, firmas de valores).
Justamente, apunta el MGI, “esos cambios se evidencian en la disminución de depósitos bancarios, como parte de la masa financiera global, de 45% en 1980 a 30% en 2003”. Sin duda, el fenómeno “se corresponde con la mayor participación en el mercado de instrumentos de deuda, pública y privada. Por consiguiente, ha subido el volumen de titulos y acciones, creando más liquidez y volatilidad”.
En realidad, “mercados globales” quiere decir cuatro áreas que reúnen más de 80% de tenencias bursátiles y financieras. Son EE.UU., la Eurozona, Japòn y Gran Bretaña (en este caso, un anacronismo). Además, esas regiones difieren mucho entre sí. La plaza norteamericana, con US$ 4 billones en activos, representa 37% del mundo y está dominada por deuda privada y acciones. En la Eurozona (“los doce”, todavía), los bancos desempeñan un papel más activo. Los mercados de Asia oriental y meridional siguen relativamente aislados entre sí y del mundo, amén de mostrar amplias diferencias.
Japón es la mayor plaza bursátil y cambiaria de oriente (en el segundo caso, también del mundo). Pero persiste allá un estancamiento relativo y, hasta 2005, sólo el gobierno emitía deuda para promover reactivación. Hasta cierto punto, también Londres tiende a declinar.
“Una medida relevante al desarrollo en mercados de riesgo es su fondeo o calado, vale decir la relación entre colocaciones y economía fìsica, en términos de PBI. Dado que los activos bursátiles y financieros trasuntan expectativas a futuro–una forma de especulación-, la masa de deuda y acciones emitida en un país puede superar varias veces el PBI. Así, desde 1980 el valor corriente de esos activos ha subido del equivalente del PB global al triple.
Por ende, el fondeo no define la salud ni la fuerza de un sistema. Por ejemplo, el calado de EE.UU. dobla el de Noruega, si bien ambos tienen el mismo PB por habitante. Al contrario, Alemania y Tailandia tienen similar fondeo, pero niveles de ingresos y un PBI en absoluto distintos.
Esa medida tampoco define la salud de un sistema. Verbigracia, Japón muestra profundo calado, pero sus bancos afrontan carteras incobrables, en tanto es exigua la emisión de bonos privados y acciones. Burbujas de precios y sobremisión de deuda pública pueden llevar a más problemas de mercado y correcciones desagradables.
Una de las características del decenio 1994-2003 –nota el MGI- fue el aumento mundial de deudas. Factor clave era la creciente emisión de deuda privada. Junto con la pública, aportó casi la mitad del impulso a la expansión de operaciones. En verdad, las colocaciones internacionales de deuda privado, todavía relativamente pequeñas, crecían tres veces más rápido que las locales (27 y 7% anual, respectivamente).
El papel de la deuda pública y privada varía por país o área. El aumento de emisiones pùblicas era clave en Francia, Italia o Japón. A la inversa, las tomas privadas lo eran en Gran Bretaña. Por tanto, el proceso de titulización es fuente dominante en el endudamiento a mediano y largo plazos. Hacia 2003, EE.UU. encabezaba la tendencia, con US$ 7 billones en activos titulizados: 5,3 billones en letras hipotecarias (alimentadas por un mercado inmobiliario que, por entonces, ya acumulaba US$ 9,9 billones) y 1,7 billones en bonos.
EE.UU.no sólo es el mercado bursátil y financiero más grande del mundo; también es su cúpula y su canal clave. Con la creación del euro, no obstante, el mercado transatlántico va integrándose y ganando participación. Japòn y Gran Bretaña pierden peso, China asciende y el resto del planeta –inclusive Singapur o Latinoamérica- no cuenta. La segunda representa 4% del PB global y apenas 2% de activos financieros.
Pese a su declinación, el dólar sigue predominando en los mercados, es la divisa más negociada y se lo prefiere para emitir bonos y acciones. Por supuesto, el euro gana terreno entre bancos centrales, pero está lejos de competir con el dólar. En síntesis, el MGI –con pocas excepciones- cree que ya carece de sentido pensar en escala de mercados nacionales. De un modo u otros, están siendo absorbidos.
Hace unos tres años, por caso, 12% de las tenencias accionarias en EE.UU.. 25% de la deuda privada y 44% de la pública estaban en manos extranjeras. Hacia 1975, esas proporciones eran apenas 4, 1 y 20%. De 1995 a 2003, otro plazo arbitrario, el flujo internacionbal de capitales se ha más que triplicado y alcanzó los cuatro billones de dólares anuales.
Este movimiento crea nexos más fuertes entre los mercados locales e indica que, pese a las crisis y las reacción sociopolítica contra la globalización especulativa, el capital continúa integrándose y expandiéndose.