martes, 10 de diciembre de 2024

Mayo sigue volátil: euro ya en US$ 1,274, oro a más de US$ 685

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Los tipos largos marcaban el jueves picos desde 2002: T-10 en 5,16%, T-30 en 5,25% (cedieron algo por versiones interesadas). A su vez, la Libor toca 5,28% anual a 6 meses, el oro pasa de US$ 685 la onza y la plata orillar US$ 14,50.

Nuevas versiones y “malas interpretaciones” sobre política monetaria siguen dando vueltas, casi en vísperas de reunirse el comité que maneja tasas básicas en el Sistema de Reserva Federal. Como sucedía el anterior fin de semana, operadores de Wall Street buscaban convertir expresiones de deseos en noticias.

Olvidaban que, el lunes, Benjamin Bernanke debió desvirtuar una “interpretación incorrecta” hecha por una cronista de Reuters, partiendo de declaraciones a una cadena televisual, en cuanto a que se modificaría el programa de tipos cortos. En este comntexto, los sucesivos máximos bursátiles son de aire y papel.

Al respecto, el nuevo jefe del SRF dio a entender que continuarían los ajustes cada cinco semanas. Por ende, el básico puede pasar la semana próxima de 4,75 a 5% anual, perspectiva que explica los vaivenes bursátiles en Nueva York. También, la firmeza de intereses a largo plazo. En lo trocante al oro, algunos expertos vislumbran los US$ 700 por onza este mismo mes.

Aquella “malinterpretación” y la del viernes pasaban por alto un dato: el consumo de los norteamericanos subió 0,3% en marzo, muy por encima de las previsiones bursátiles (0,15%) y del nivel en febrero (0,12%). Eso implica una proyección anual de 2% tomando el primer trimestre íntegro, o sea el techo de tolerancia para el SRF. También la actividad industrial avanzó más de lo previsto entre los 55,2 puntos en marzo y los 57,3 en abril (+3,8%). Un tercer síntoma, el costo de insumos, pasó de 66,5 a 71,5 (+7,5%), lo cual anticipa ulteriores alzas en los demás indicadores.

Este asunto empezó días atrás, cuando China aumentó tipos activos y varios gurúes presumían que Bernanke –en algún momento- cesaría de elevar esos tipos. Lo primero impulsó un poco el valor del yüan y ambas noticias confundieron a los mercados de riesgo y al dólar. Entretanto, esta divisa seguía débil: el euro alcanzaba US$ 1,274.

Fue el primer retoque monetario chino en dieciocho meses y llevó el costo del crédito de 5,58 a 5,85% anual. Mientras, el oro subía en una semana de 645 a 685.

En Estados Unidos, el clima se recalentaba. El miércoles, se supo que compras de bienes durables y venta de viviendas habían marcado en marzo máximos en más de diez años. Tomando desprevenidos a políticos, funcionarios y gurúes, en medio de una compleja crisis geopolítica global, la economía real norteamericana de pronto dio un salto; estadístico, al menos. Las órdenes de compra de bienes durables, según el departamento federal de Comercio, subieron 6,1% en marzo. Vale decir, más de tres veces los pronósticos en Wall Street.

Por su parte, la venta de viviendas nuevas aumentó un alarmante 13,8%, ritmo inédito desde marzo de 1993, que implica una proyección de 1.213.000 unidades anuales. En privado, algunos expertos del SRF ven con temores esta rebrote de la burbuja inmobiliaria, en gran medida porque se da pese al avance en tipos de interés.

Volviendo a China, varios expertos estiman que el inesperado aumento de tasas activas busca enfriar una economía recalentada, en buena medida por un auge en la demanda de crédito al sistema financiero. De paso, Beijing conseguía elevar levemente el yüan en términos de la canasta dólar-euro-yen.
Por supuesto, no es que el gobierno “haya escuchado la voz de los mercados”, como salieron a decir el “Wall Street Journal” y su rival allende el Atlántico. Esa magia sólo opera en ciertas economías periféricas. Pero hay, sí, un cambio de políticas: ahora, los chinos apelan en parte a instrumentos de mercado para modificar expectativas, no ya sólo a mero dirigismo burocrático.

Si las principales bolsas del mundo manifiestan incertidumbres o señales negativas, es por temor a que la expansión china comience a perder velocidad y, con ello, ceda la demanda (“apetito” se dice ahora) por insumos y productos básicos. De ahí que los sectores bursátiles más afectados fueran hidrocarburos, minería, energía y similares. Esta decisión sobre tipos de interés pone en relieve, también, la inquietud del gobierno chino sobre síntomas de recalentamiento general. Claves fueron estimaciones sobre producto bruto interno: promediaban 10,2% anual para el primer trimestre. Los planes oficiales habían proyectado no más de 8,75% en ese lapso. Hoy, la sorpresa es doble: un brote eufórico en esa economía real y otro en la norteamericana; ambos en el mismo período.

Nuevas versiones y “malas interpretaciones” sobre política monetaria siguen dando vueltas, casi en vísperas de reunirse el comité que maneja tasas básicas en el Sistema de Reserva Federal. Como sucedía el anterior fin de semana, operadores de Wall Street buscaban convertir expresiones de deseos en noticias.

Olvidaban que, el lunes, Benjamin Bernanke debió desvirtuar una “interpretación incorrecta” hecha por una cronista de Reuters, partiendo de declaraciones a una cadena televisual, en cuanto a que se modificaría el programa de tipos cortos. En este comntexto, los sucesivos máximos bursátiles son de aire y papel.

Al respecto, el nuevo jefe del SRF dio a entender que continuarían los ajustes cada cinco semanas. Por ende, el básico puede pasar la semana próxima de 4,75 a 5% anual, perspectiva que explica los vaivenes bursátiles en Nueva York. También, la firmeza de intereses a largo plazo. En lo trocante al oro, algunos expertos vislumbran los US$ 700 por onza este mismo mes.

Aquella “malinterpretación” y la del viernes pasaban por alto un dato: el consumo de los norteamericanos subió 0,3% en marzo, muy por encima de las previsiones bursátiles (0,15%) y del nivel en febrero (0,12%). Eso implica una proyección anual de 2% tomando el primer trimestre íntegro, o sea el techo de tolerancia para el SRF. También la actividad industrial avanzó más de lo previsto entre los 55,2 puntos en marzo y los 57,3 en abril (+3,8%). Un tercer síntoma, el costo de insumos, pasó de 66,5 a 71,5 (+7,5%), lo cual anticipa ulteriores alzas en los demás indicadores.

Este asunto empezó días atrás, cuando China aumentó tipos activos y varios gurúes presumían que Bernanke –en algún momento- cesaría de elevar esos tipos. Lo primero impulsó un poco el valor del yüan y ambas noticias confundieron a los mercados de riesgo y al dólar. Entretanto, esta divisa seguía débil: el euro alcanzaba US$ 1,274.

Fue el primer retoque monetario chino en dieciocho meses y llevó el costo del crédito de 5,58 a 5,85% anual. Mientras, el oro subía en una semana de 645 a 685.

En Estados Unidos, el clima se recalentaba. El miércoles, se supo que compras de bienes durables y venta de viviendas habían marcado en marzo máximos en más de diez años. Tomando desprevenidos a políticos, funcionarios y gurúes, en medio de una compleja crisis geopolítica global, la economía real norteamericana de pronto dio un salto; estadístico, al menos. Las órdenes de compra de bienes durables, según el departamento federal de Comercio, subieron 6,1% en marzo. Vale decir, más de tres veces los pronósticos en Wall Street.

Por su parte, la venta de viviendas nuevas aumentó un alarmante 13,8%, ritmo inédito desde marzo de 1993, que implica una proyección de 1.213.000 unidades anuales. En privado, algunos expertos del SRF ven con temores esta rebrote de la burbuja inmobiliaria, en gran medida porque se da pese al avance en tipos de interés.

Volviendo a China, varios expertos estiman que el inesperado aumento de tasas activas busca enfriar una economía recalentada, en buena medida por un auge en la demanda de crédito al sistema financiero. De paso, Beijing conseguía elevar levemente el yüan en términos de la canasta dólar-euro-yen.
Por supuesto, no es que el gobierno “haya escuchado la voz de los mercados”, como salieron a decir el “Wall Street Journal” y su rival allende el Atlántico. Esa magia sólo opera en ciertas economías periféricas. Pero hay, sí, un cambio de políticas: ahora, los chinos apelan en parte a instrumentos de mercado para modificar expectativas, no ya sólo a mero dirigismo burocrático.

Si las principales bolsas del mundo manifiestan incertidumbres o señales negativas, es por temor a que la expansión china comience a perder velocidad y, con ello, ceda la demanda (“apetito” se dice ahora) por insumos y productos básicos. De ahí que los sectores bursátiles más afectados fueran hidrocarburos, minería, energía y similares. Esta decisión sobre tipos de interés pone en relieve, también, la inquietud del gobierno chino sobre síntomas de recalentamiento general. Claves fueron estimaciones sobre producto bruto interno: promediaban 10,2% anual para el primer trimestre. Los planes oficiales habían proyectado no más de 8,75% en ese lapso. Hoy, la sorpresa es doble: un brote eufórico en esa economía real y otro en la norteamericana; ambos en el mismo período.

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