Más bonos que divisas en el BCRA

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Las reservas internacionales del BCRA representan actualmente sólo un 30,9% de su activo total, frente al 40,2% de los títulos públicos en cartera propia del banco.

A través de una mirada al balance del BCRA, el gerente de Desarrollo de Negocios de abeceb.com, Juan Pablo Ronderos, visualiza un claro deterioro en su activo, el que no sólo tiene cada vez menos reservas, sino que los activos ilíquidos –e incluso incobrables-que representan el financiamiento al Tesoro constituyen una proporción cada vez mayor.

Así, “nos encontramos con un banco central que ha perdido el control del mercado cambiario, subordinado totalmente a la política fiscal”, afirma Ronderos en su análisis.

Desde comienzos de año, las reservas internacionales del BCRA cayeron por un total de U$S6.573 millones, más que duplicando en ocho meses el descenso registrado a lo largo de todo 2012 (U$S3.085 millones).

El gasto en turismo, en importaciones energéticas y el pago de la deuda (pública y privada) explican gran parte de este deterioro, como muestran los últimos números del Mercado Único y Libre de Cambios.

Y la tendencia no parece detenerse, lo que enciende una luz de alarma importante en este frente.

Sin embargo, los problemas de la entidad monetaria no se agotan en esta cuestión.

Un tema tan transcendental como éste, y que ha tenido quizás menos relevancia en la opinión pública general e incluso en la especializada, es el deterioro a pasos agigantados del balance del BCRA.

Un análisis de su activo y pasivo arroja algunos resultados que debieran llamar la atención a los encargados de la política económica en general y de la monetaria en particular, y que sin dudas encienden otras tantas luces de alarma de cara a lo que viene.

El primer dato que surge del análisis del balance de la entidad es que desde principios de mayo, con algunos vaivenes al principio pero como un hecho consolidado a esta altura del año, el stock de títulos públicos en el activo del BCRA (constituido prácticamente en su totalidad por letras intransferibles del Tesoro nacional producto de la utilización de fondos para el pago de deuda soberana) supera en valor a las reservas internacionales.

De acuerdo con los últimos datos disponibles del 7/09, estas últimas totalizan unos AR$209.386 millones vs un stock de títulos públicos por unos AR$272.498 millones (con un salto de nada menos que AR$53.977 millones en la última semana de agosto).

Con una tendencia a un deterioro mayor en la relación, ya que las reservas permanecen estancadas e incluso caen y los bonos crecen sin prisa pero sin pausa.

De esta manera, las reservas internacionales del BCRA representan actualmente sólo un 30,9% del activo total de la entidad, frente al 40,2% de los títulos públicos en cartera propia del banco, con una dinámica preocupante al comparar con otros momentos no tan lejanos en el tiempo:

> 40,2% vs 33,2% de un año atrás;
> 49,0% vs 31,0% correspondiente a la semana inmediata anterior a la imposición del cepo cambiario (23/10/2011);
> 58,8% vs 16,3% en la semana previa a la creación del Fondo de Desendeudamiento (31/01/2010).

Si al stock de títulos públicos sumamos el de adelantos transitorios (fondos que el BCRA le gira al Tesoro sin contrapartida), estas cifras son aún más preocupantes.

En la actualidad, esta suma alcanza al 62,9% del activo total, cuando un año atrás era de 50,6%, no alcanzaba al 43% antes del cepo cambiario, y representaba un 28,5% en la semana anterior a la creación del Fondo de Desendeudamiento.

Este deterioro de la calidad del activo del BCRA por la caída de reservas internacionales que son reemplazadas por el crecimiento en la participación de cuentas menos líquidas (como las letras del Tesoro intransferibles) y/o que representan sólo cuestiones contables (como es el caso de los adelantos transitorios), o que hasta pueden considerarse incobrables, no es una cuestión menor.

Sin dudas recortan los márgenes de acción de la entidad monetaria, no sólo ya para eventos extraordinarios como puede ser un shock externo inesperado (caída en los términos de intercambio, por ejemplo) sino, más importante aún, para el manejo de la política monetaria del día a día. No sólo para los cánones actuales, donde estas dinámicas dan cuenta de que es una estrategia con fecha de expiración, y cada vez más cercana. Sino también para poder torcer el rumbo en caso que se elija otro camino en algún momento del futuro, próximo o lejano.

La posibilidad de una salida ordenada del esquema vigente (cepo cambiario + financiamiento al Tesoro) comienza a perder fuerza con un BCRA que ya no tiene el control del mercado cambiario desde hace un tiempo largo, y que además ha perdido largamente su batalla frente a la política fiscal subordinándose totalmente.

No puede demandársele a la política monetaria que haga todo el trabajo. Es imposible pensar un BCRA que pueda ser indefinidamente el único prestamista del Tesoro para financiar gasto público corriente (mediante emisión de pesos) y el pago de la deuda pública (con la utilización de reservas internacionales). Puede ser una herramienta correcta y útil para una coyuntura específica como puede ser una crisis externa que demande una política económica contracíclica luego de un período de orden macroeconómico. Pero no puede serlo siempre.

El BCRA no alcanza ni debe alcanzar para todo. Si no se entiende esta cuestión, volveremos a estar expuestos a los vaivenes del mercado financiero, con todos los riesgos y problemas que ajustes de este tipo implican (la historia argentina, y de los emergentes en general, están llenos de ejemplos en este sentido). Algo que se quiso evitar pero no se hace más que incentivarlo, concluyó el economista.

 

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