El miércoles, Roberto Lavagna aludió a presiones, por parte de algunos fondos especulativos (los “buitres”), para inflar las cotizaciones de bonos en incumplimiento. El objeto de la maniobra es restar impulso a la propuesta que Buenos Aires hará, en junio, para renegociar una salida al cese unilateral de pagos. Inclusive, varios medios –entre ellos, radios de corte amarillista- afirmaban que la provincia de Santa Cruz estaba comprando esos papeles, cosa que no ha hecho.
Por su parte, Thomas Dawson –funcionario de línea en el Fondo Monetario, allegado a Anne Krueger y al llamado “comité global” de bonistas- condicionó el jueves el éxito de la tercera revisión de metas fiscales a que Argentina ceda ante los acreedores privados. No obstante, admitió que el país había sobrepasado “por márgenes considerables” los compromisos firmados en 2003.
A menos de una quincena de arribar la misión técnica, la actitud de Dawson es similar a la de los fondos que controlan parte de los títulos afectados por el incumplimiento. Este mismo funcionario, encargado de RR.PP. en la entidad y próximo a la división “mercados de capitales” (orientado a la especulación financiera), inventó –no hace mucho- una “postergación del viaje a Buenos Aires” del equipo revisor de cuentas.
Algunos observadores en Brasil y México establecen nexos entre las actitud de Dawson (“dice lo que Krueger no puede”, afirma gente del BID) y el acercamiento entre el Mercosur y la Unión Europea. Por motivos que se ignoran, la reunión de Guadalajara le cayó mal a la alta burocracia del FMI. Ésta ya estaba irritada por la reciente exhortación de Horst Köhler –ex presidente de la entidad y actual de Alemania-, en cuanto a “mejorar al trato político a Néstor Kirchner”.
Tampoco puede decirse que el encuentro en México haya sido un éxito espectacular, porque –como señalaron Pascal Lamy y Franz Fischler-, “la ampliación de la Unión Europea incluye a Polonia, una economía aún demasiado rural. Tanto el francés (comisionado de comercio) como el alemán (ídem de agricultura) apoyan un acuerdo UE-Mercosur. Pero no se hacen ilusiones sobre la presión polaca para obtener mayores subsidios agrícolas.
El miércoles, Roberto Lavagna aludió a presiones, por parte de algunos fondos especulativos (los “buitres”), para inflar las cotizaciones de bonos en incumplimiento. El objeto de la maniobra es restar impulso a la propuesta que Buenos Aires hará, en junio, para renegociar una salida al cese unilateral de pagos. Inclusive, varios medios –entre ellos, radios de corte amarillista- afirmaban que la provincia de Santa Cruz estaba comprando esos papeles, cosa que no ha hecho.
Por su parte, Thomas Dawson –funcionario de línea en el Fondo Monetario, allegado a Anne Krueger y al llamado “comité global” de bonistas- condicionó el jueves el éxito de la tercera revisión de metas fiscales a que Argentina ceda ante los acreedores privados. No obstante, admitió que el país había sobrepasado “por márgenes considerables” los compromisos firmados en 2003.
A menos de una quincena de arribar la misión técnica, la actitud de Dawson es similar a la de los fondos que controlan parte de los títulos afectados por el incumplimiento. Este mismo funcionario, encargado de RR.PP. en la entidad y próximo a la división “mercados de capitales” (orientado a la especulación financiera), inventó –no hace mucho- una “postergación del viaje a Buenos Aires” del equipo revisor de cuentas.
Algunos observadores en Brasil y México establecen nexos entre las actitud de Dawson (“dice lo que Krueger no puede”, afirma gente del BID) y el acercamiento entre el Mercosur y la Unión Europea. Por motivos que se ignoran, la reunión de Guadalajara le cayó mal a la alta burocracia del FMI. Ésta ya estaba irritada por la reciente exhortación de Horst Köhler –ex presidente de la entidad y actual de Alemania-, en cuanto a “mejorar al trato político a Néstor Kirchner”.
Tampoco puede decirse que el encuentro en México haya sido un éxito espectacular, porque –como señalaron Pascal Lamy y Franz Fischler-, “la ampliación de la Unión Europea incluye a Polonia, una economía aún demasiado rural. Tanto el francés (comisionado de comercio) como el alemán (ídem de agricultura) apoyan un acuerdo UE-Mercosur. Pero no se hacen ilusiones sobre la presión polaca para obtener mayores subsidios agrícolas.