<p>Todavía no se divisan iniciativas serias de reforma en materia financiera y bursátil, salvo quizás el proyecto elevado por Barack Obama al Congreso, objeto de presiones y obstrucciones por el ubicuo cabildeo de Wall Street. Pero, justamente, encarar nuevas pautas sería el único beneficio de una crisis y una recesión duras de domeñar.<br />
El problema no es la falta de análisis, estudios ni debates. Por el contrario, la FIB ha individualizado una serie de reglas concretas. Entonces ¿por qué no sucede nada en casi todo Occidente? Simple: los intereses creados comienzan a pesar más sobre gobiernos con escasa voluntad de acción, acompañados por parlamentos lentos y bancos centrales por demás rígidos.<br />
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Gran Bretaña y Mervyn King (banco de Inglaterra) parecen manejados por la prensa conservadora y su postura en favor de banqueros, operadores y especuladores. En Estados Unidos, donde apenas despunta la discusión legislativa de una reforma financiera, la Reserva Federal (Benjamin Bernanke) se limita a empujar hacia delante toda decisión sobre tipos de interés. Personajes como Jean-Claude Trichet (Banco central europeo) o su tocayo Junker (Eurogrupo) se aferran a una ortodoxia anacrónica que ni siquiera el Fondo Monetario Internacional practica.<br />
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Mientras tanto, los mercados especulativos vuelven a funcionar como hasta el colapso de 2008, con iguales incentivos y debilidades. Falta una decisión política: impedir que la banca privada, en tanto apalanca balances, torne a aumentar su capacidad de influir sobre los gobiernos occidentales. Vale decir, a evitar que sus ganancias sean sujetas a escrutinio público. Las absurdas remuneraciones de operadores son en realidad la punta de un témpano.<br />
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Al mismo tiempo, el negocio busca que los estipendios sean el centro del debate. Pero su meta real es bloquear cualquier atisbo de reforma financiera que atente contra las ganancias de los bancos mismos. Aun si cambiasen los criterios remuneratorios, sin una reforma profunda de mecanismos todo seguirá igual hasta el próximo desastre. Habrá nuevos Lehman Brothers, Merrill Lynch, Wachovia o esquemas como el de Bernard Madoff.<br />
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Entre las propuestas de la FIB, figura un mercado electrónico global con normas comunes, eventualmente supervisado por el grupo de los 20 vía el FMI. Antes, deberán desarmarse “lobbies” como el instituto de finanzas internacionales y su red de medios, en particular anglosajones, alemanes y holandeses. En otro plano, han de replantearse</p>
Los mercados continúan como casinos sin control
Desde hace meses, la junta de estabilidad financiera (FIB en inglés) propone un cambio de normas. No obstante, pasa el tiempo y aumenta el riesgo de que la crisis sistémica se convierta en otra oportunidad desaprovechada.