En realidad, la tercera crisis, relacionada con un rescate de malos banqueros resistido por legisladores y la opinión pública, tiende a agudizar los problemas para renovar hipotecas o pagar las pendientes. Cabe consignar que, también a fin de julio, las entidades financieras privadas habían mandado a pérdidas unos US$ 500.000 millones desde agosto de 2007.
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El índice S&P/Case-Shiller -precios residenciales- se derrumbó 16,3% ese mismo mes respecto de un años antes (agosto de 2007, nuevamente). En junio, el guarismo había cedido 15,9%. En rigor, este indicador venía desinflándose, mes a mes, desde enero de 2007 y llegó al mínimo desde que fuera establecido (2001).</p>
<p> Pese a algunos recientes análisis ortodoxos, la depresión inmobiliaria originó el brote de iliquidez y, hoy, licua los mercados bursátiles y financieros. Desde mediados de 2007, entretanto, los valores residenciales ceden y fomentan embargos y ejecuciones a granel. Por un lado, esto implica que los bienes raíces continuarán desinflándose junto con el gasto del público. Por el otro, la campaña electoral exacerba este clima. Mientras el congreso busca consensos, ambos candidatos presidenciales parecen desorientados (más John McCain que Barack Obama).</p>
<p> ) El mero hecho de que los precios de viviendas hayan acentuado la caída antes de que el mercado crediticio entrase en otra crisis (la actual) es pésimo augurio. Volviendo a S&P/Case-Shiller, los precios de julio bajaron en trece ciudades. Contra once en junio. El mayor retroceso le cupo –vaya ironía- a Las Vegas, con 2,8%. </p>
Licuación inmobiliaria: cayeron 16,3% los precios en 20 ciudades de EE.UU.
En julio, según cifras difundidas recién ahora, el valor de viviendas tocó un piso de 25 años. Esto significa que se perpetuaban las crisis de malas hipotecas e iliquidez. Juntas, ahogan a la clase media norteamericana, que vive del crédito.