La expansión industrial insume mayor flujo de divisas

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Después de 22 meses de caídas interanuales consecutivas, el Estimador Mensual Industrial (EMI) del INDEC arrojó en junio 2015 su primera expansión (+1,0% i.a.) gracias al repunte automotor, según Ecolatina.

El estimador industrial de la UIA también mostró un repunte en junio (+1,0% i.a.). Dicho resultado estuvo apuntalado por la producción automotriz, que volvió a crecer (+6,7% i.a.) tras meses de fuerte caída. Sin embargo, la recuperación no se sostuvo en julio, ya que la producción de autos volvió a contraerse (-8,3% i.a. según ADEFA), sostuvo la consultora Ecolatina.

 

El sector automotor es uno de los principales sectores dentro de la industria argentina, y el derrumbe del último año y medio explicó, junto con la rama textil y metalúrgica, el deterioro de la actividad fabril.

 

No obstante, otros sectores importantes, como minerales no metálicos, alimentos y bebidas, las industrias química y metalmecánica (excluida automotriz) y refinación de petróleo vienen exhibiendo subas significativas en lo que va del año.

 

De hecho, la evolución de la industria en el último tiempo ha sido sumamente heterogénea. Por un lado, los sectores dedicados a la producción de bienes primordialmente transables han sufrido el deterioro de su competitividad producto del atraso cambiario. Por el contrario, la producción de bienes destinados al sector no transable se han visto beneficiados. Tal es el caso de minerales no metálicos, compuesto por cemento, vidrio y otros materiales de la construcción (sector de la economía que viene mostrando un fuerte repunte).

 

Esta evolución heterogénea es resultado del dilema de la industria argentina: las trabas implementadas permiten ahorrar divisas, a la par que protegen a las ramas que no dependen de la importación de insumos. Pero éstas también actúan en detrimento de aquellas ramas que, por la organización de su cadena de valor, sí dependen de la compra de piezas y partes del exterior.

 

El resultado neto dependerá de cuál de los dos efectos impere sobre el otro.

 

Evolución heterogénea de las ramas industriales

 

Tras el pico alcanzado en 2011, la producción manufacturera acumula un continuo deterioro, que no se va a revertir durante el corriente año ya que en el mejor de los escenarios la actividad fabril cierra 2015 sin una nueva caída.

 

De hecho, según cifras del INDEC, entre 2011 y 2014 el PBI industrial cayó 2,6%, mientras que el PBI agregado trepó 4,2%.

 

En la primera mitad de este año la industria acumuló una caída de 1,2% i.a., evolución que se ha caracterizado por una alta heterogeneidad.

 

Mientras que algunos sectores se contrajeron, otros mostraron una evolución favorable, aunque insuficiente como para revertir el resultado agregado. Lo que determinó el dinamismo (o la falta de él) no fueron tanto factores propios de cada rama industrial, sino más bien la manera en que los desequilibrios macroeconómicos impactaron en cada una de ellas.

 

El creciente atraso cambiario afecta negativamente a las ramas fabriles que compiten con el exterior (exportan o enfrentan las importaciones).

 

Para peor, la demanda internacional de estos productos se ha desacelerado y nuestros principales socios comerciales han devaluado (especialmente Brasil). Si a ello se le suma una elevada presión tributaria y trabas a las importaciones que, lejos de estimular la producción industrial local han constituido un corsé, se entiende el retroceso de la producción manufacturera en los últimos cuatro años.

 

 

Pese a que las restricciones a las importaciones podrían proteger de la competencia internacional a algunos sectores, al ser implementadas con el fin de reducir la demanda de divisas, terminan afectando ramas industriales que dependen fuertemente de insumos extranjeros, y por la organización de la cadena de producción a nivel regional no tienen la capacidad para producirlos localmente.

 

El ejemplo más claro donde todos los factores negativos confluyen es el sector automotor, el cual viene siendo uno de los grandes perdedores del último año y medio. Tras la fuerte caída del 2014, el sector acumula en la primera mitad del año un retroceso de 12,1% i.a.

 

La recesión de Brasil (destino del 80% de las exportaciones de vehículos argentinos), se combinó con el escaso dinamismo de la demanda interna que ya venía evidenciándose desde el año pasado.

 

Además, en su afán por proteger sus escasas reservas, el Banco Central continúa limitando las autorizaciones de compra de dólares para autopartes, lo cual ha afectado la producción de automóviles. De hecho, los stocks de los concesionarios vienen cayendo, y parte de la demanda interna de automóviles se volcó al mercado de autos usados (creció 4,8% i.a en el primer semestre de 2015, según la Cámara de Comercio Automotor).

 

Pero automóviles no es el único rubro industrial en problemas. En la primera mitad del año, las ramas que producen manufacturas transables (aquellas que se comercian de manera internacional) sufrieron caídas.

 

Tal es el caso de la industria textil (-7,8% i.a.) y de metálicas básicas (-9,0% i.a.).

 

Sin embargo, hay algunas ramas industriales que se recuperaron en la primera mitad del año. Entre ellas destaca la producción de minerales no metálicos, constituida por vidrio, cemento y otros materiales de la construcción.

 

En el primer semestre esta rama acumuló una expansión de 6,0% i.a., siendo la más dinámica de todo el sector manufacturero.

 

La fuerte expansión de la producción de minerales no metálicos responde a la fuerte recuperación de la construcción, sector que se ha visto beneficiado por el impulso del Plan PROCREAR, de la obra pública y de alguna mejora de las expectativas en el sector privado.

 

Además, el “ladrillo” sigue constituyendo una inversión que actúa como reserva de valor en un contexto de restricciones a la compra de divisas.

También hay casos como el de la industria alimenticia, compuesta por la producción de carnes rojas, blancas y lácteos, y la molienda de cereales y oleaginosas. Este sector depende tanto del mercado doméstico como de las exportaciones, por lo que el efecto de los desequilibrios en el frente cambiario lo afectan de manera mixta: las carnes y los lácteos (destinados principalmente al consumo interno) exhibieron un crecimiento en el primer semestre; las harinas y aceites (producto de la molienda) se estancaron.

 

Un caso especial es el de la refinación de petróleo, sector estratégico de la economía que viene mostrando una expansión constante en el último año a pesar del desplome del precio internacional del precio de ese commodity.

 

Esto se debe a que la empresa YPF viene incrementando fuertemente su producción desde 2013, como parte de la política estatal de desarrollar este sector de la industria argentina (actualmente subsidiando el precio del productor).

 

Cómo frenar el deterioro industrial

 

Está claro que la industria argentina se encuentra desde hace ya varios años en una situación compleja. Parte de los problemas son internos, y otra parte productos de un contexto internacional cada vez más adverso para el país. Por supuesto, no hay mucho para hacer respecto de la situación mundial (exógena), pero sí pueden tomarse medidas en el plano interno (endógeno) para tratar de revertir el deterioro fabril.

 

En primer lugar, habría que revertir el creciente atraso cambiario que afecta a los sectores transables de la industria (la mayoría). Particularmente, las recientes devaluaciones de nuestros principales socios comerciales han apreciado significativamente nuestro tipo de cambio real (preocupa particularmente la crisis en Brasil, que generó una caída de la demanda y una profunda devaluación de su moneda). Esta menor competitividad externa puede mejorarse tanto vía un mix de corrección cambiaria como vía una “devaluación fiscal”: reduciendo la presión impositiva que pesa sobre el sector.

 

En segundo lugar, para que el sector recupere dinamismo deberían aflojarse las trabas a las importaciones de insumos clave para producir.

 

Hasta que no haya un profundo cambio de la matriz productiva industrial (que demanda muchos años de esfuerzo), la industria seguirá siendo un consumidor neto de divisas, por lo que si no se afloja la restricción externa no habrá recuperación fabril posible. Esto es particularmente relevante en sectores como el automotriz y de electrodomésticos, que dependen de piezas y partes necesarios para producir.

 

Finalmente, una recuperación sostenida del consumo interno haría que ramas industriales como de alimentos y bebidas y el rubro textil vuelvan al terreno positivo.

 

Si bien prevemos un repunte en el gasto de las familias en el segundo semestre (producto de diversos estímulos), éste será acotado y transitorio.

 

Para retomar la senda de la expansión económica sustentable hay que volver a estimular las inversiones productivas.

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