En realidad, ese portal –hoy poco visitado- permite a especuladores operar internacionalmente empleando el metal dorado como moneda. En otras palabras, es una nostálgica vuelta al patrón oro, víctima de las circunstancias. Una fue la crisis financiera mundial de 1907, en vísperas de la gran guerra. También es coautor de “The coming collapse of the dollar”, editado en 2004.
Hace un año, en efecto, para Turk el oro reflejaba más las crecientes dificultades del dólar que un aumento propio. En verdad, una onza compra hoy el mismo volumen de crudo que hace cincuenta años. No ocurre lo mismo con el dólar. Este gurú ha creado un “índice de temores”, basado en una expresión de base monetaria tan compleja como el M-3. Pero ocurre que el gobierno norteamericano ha dejado hace mucho de publicarla.
“Es un dislate”, afirmaba Turk días atrás. “Creo que, en realidad, hacienda y la Reserva Federal quieren ocultar el potencial inflacionario en el sistema que, al momento de suspender esa estadística (2002), superaba el 8% anual adicional, con tendencia a crecer. Entonces, se trata no de limitar la inflación, sino las meras expectativas inflacionarias. Es un error garrafal, pues acabará fomentado más resquemores público en torno del dólar y, a la larga, mayor demanda de oro y otros activos duros”. Asi insiste el experto, pero el oro se empeña en contradecirlo.
Pasando a presiones sobre el dólar y pese a estar rebotando un poco, Turk creen que van en aumento. Fuera de EE.UU., “es los tenedores de dólares ya no pueden cambiarlos por activos en el país tan fácilmente como antes. Existe, no obstante, un creciente interés en convertir dólares en, por ejemplo, materias primas. Gran parte del auge en insumos industriales resulta de una salida de dólares”.
En segundo lugar, “otros buscan alternativas al uso de la divisa, particularmente como moneda de reserva y tarifas internacionales. En la última reunión del Grupo de los 8 , los rusos volvieron a hablar de ‘petrorrublos’. Eso fue un gesto decisivo porque, para seguir financiando sus imparables déficit externos (comercio, presupuesto, cuenta corriente), EE.UU. debe crear dólares, algo difícil si la demanda por ellos flaquea.
En realidad, ese portal –hoy poco visitado- permite a especuladores operar internacionalmente empleando el metal dorado como moneda. En otras palabras, es una nostálgica vuelta al patrón oro, víctima de las circunstancias. Una fue la crisis financiera mundial de 1907, en vísperas de la gran guerra. También es coautor de “The coming collapse of the dollar”, editado en 2004.
Hace un año, en efecto, para Turk el oro reflejaba más las crecientes dificultades del dólar que un aumento propio. En verdad, una onza compra hoy el mismo volumen de crudo que hace cincuenta años. No ocurre lo mismo con el dólar. Este gurú ha creado un “índice de temores”, basado en una expresión de base monetaria tan compleja como el M-3. Pero ocurre que el gobierno norteamericano ha dejado hace mucho de publicarla.
“Es un dislate”, afirmaba Turk días atrás. “Creo que, en realidad, hacienda y la Reserva Federal quieren ocultar el potencial inflacionario en el sistema que, al momento de suspender esa estadística (2002), superaba el 8% anual adicional, con tendencia a crecer. Entonces, se trata no de limitar la inflación, sino las meras expectativas inflacionarias. Es un error garrafal, pues acabará fomentado más resquemores público en torno del dólar y, a la larga, mayor demanda de oro y otros activos duros”. Asi insiste el experto, pero el oro se empeña en contradecirlo.
Pasando a presiones sobre el dólar y pese a estar rebotando un poco, Turk creen que van en aumento. Fuera de EE.UU., “es los tenedores de dólares ya no pueden cambiarlos por activos en el país tan fácilmente como antes. Existe, no obstante, un creciente interés en convertir dólares en, por ejemplo, materias primas. Gran parte del auge en insumos industriales resulta de una salida de dólares”.
En segundo lugar, “otros buscan alternativas al uso de la divisa, particularmente como moneda de reserva y tarifas internacionales. En la última reunión del Grupo de los 8 , los rusos volvieron a hablar de ‘petrorrublos’. Eso fue un gesto decisivo porque, para seguir financiando sus imparables déficit externos (comercio, presupuesto, cuenta corriente), EE.UU. debe crear dólares, algo difícil si la demanda por ellos flaquea.