Greenspan sigue jugando al gato y al ratón con Wall Street

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Cuando los bonos subían –apostando a un cambio de política en la Reserva Federal-, Alan Greenspan los desinfló. Le bastó con aclarar que los tipos referenciales seguirán bajos, “aunque el mercado encarezca el crédito a empresas y público”.

El CEO del Sistema de Reserva Federal reiteró -el martes- una bajada de línea
convenida con Washington (“la economía real está en vísperas
de reactivarse”). Pero sus declaraciones sobre costo del crédito dejaron
en el aire a operadores que apostaban a nuevas tácticas del emisor. Por
ejemplo, compra de letras de Tesorería para subir su precio y bajar su
tasa de retorno.

Al rato de hablar Greenspan en el Congreso, el rinde del bono a diez años
-el papel básico- saltó de 3,63 anual el viernes a 3,98% ayer y
superaba en casi sesenta puntos básicos el nivel al 20 de junio. Ese día,
el SRF rebajaba a 1% las tasas referenciales, piso desde 1958. A criterio del
SRF, “la política monetaria actual puede fomentar crecimiento y evitar
deflación durante un lapso apreciable, sin crear presiones inflacionarias”.
Algunos observadores califican esta postura de “contradictoria o, bien, fruto
de una curiosa lectura de los indicadores reales. Empezando por el formidable
déficit fiscal” (Robert Kuttner, por televisión anoche).

El reflujo de precios para bonos y letras -reflejado en el alza de rindes- hace
que la brecha entre deuda federal a diez años y a dos años sea la
más amplia desde 1992. Por entonces, el apoyo del público a George
W. H. Bush -tras la victoria en la primera guerra iraquí- empezaba a deteriorarse
por la mala gestión económica que, en último termino, le
arrebató la reelección en 1994. Los vaivenes financieros dieron
vuelta el moderado ascenso accionario en Wall Street, que cerraba en leve baja.
Por supuesto, la amenaza de atacar Norcorea -que sí tiene arsenal atómico-
no fue bien recibida en la bolsa.

El CEO del Sistema de Reserva Federal reiteró -el martes- una bajada de línea
convenida con Washington (“la economía real está en vísperas
de reactivarse”). Pero sus declaraciones sobre costo del crédito dejaron
en el aire a operadores que apostaban a nuevas tácticas del emisor. Por
ejemplo, compra de letras de Tesorería para subir su precio y bajar su
tasa de retorno.

Al rato de hablar Greenspan en el Congreso, el rinde del bono a diez años
-el papel básico- saltó de 3,63 anual el viernes a 3,98% ayer y
superaba en casi sesenta puntos básicos el nivel al 20 de junio. Ese día,
el SRF rebajaba a 1% las tasas referenciales, piso desde 1958. A criterio del
SRF, “la política monetaria actual puede fomentar crecimiento y evitar
deflación durante un lapso apreciable, sin crear presiones inflacionarias”.
Algunos observadores califican esta postura de “contradictoria o, bien, fruto
de una curiosa lectura de los indicadores reales. Empezando por el formidable
déficit fiscal” (Robert Kuttner, por televisión anoche).

El reflujo de precios para bonos y letras -reflejado en el alza de rindes- hace
que la brecha entre deuda federal a diez años y a dos años sea la
más amplia desde 1992. Por entonces, el apoyo del público a George
W. H. Bush -tras la victoria en la primera guerra iraquí- empezaba a deteriorarse
por la mala gestión económica que, en último termino, le
arrebató la reelección en 1994. Los vaivenes financieros dieron
vuelta el moderado ascenso accionario en Wall Street, que cerraba en leve baja.
Por supuesto, la amenaza de atacar Norcorea -que sí tiene arsenal atómico-
no fue bien recibida en la bolsa.

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