Un día antes, la fiscalía de Milán suspendía en sus cargos a Giampiero Fiorami (CEO de Banca Popolare Italiana) y a Emilio Gnuttii, presidente de una inmobiliaria. En tanto, empeora la situación de Antonio Fazio, que se niega a dimitir: su esposa, Maria Cristina Rosati, está sospechada de recibir dinero de Emilio Gnutti, uno de los cómplices de Giampiero Fiorani.
La presidencia ejecutiva de BPI, ex Lodi, ha quedado acéfala un tiempo. En una medida poco frecuente, la justicia suspendió a Giampiero Fiorani –también accionista principal- al frente de su propio banco. Lo mismo ocurre con Gnutti, dueño de una inmobiliaria que ahora no puede dirigir. Al mismo tiempo, la misma fiscalía decretaba el secuestro de acciones.
Para el caso, no las de BPI sino las que Fiorani, Gnutti y otros controlan en Banca Antoniana Popolare Veneta (40% del paquete). En realidad, suspendidas –la semana pasada- la oferta pública accionaria (OPA) y su paralela por canje (OPAC), en este momento no hay comprador para esa entidad.
Pero la junta directiva sigue en manos de ABN Amro, la institución holandesa que había retirado su OPA debido a las maniobras de Fiorani y Fazio (lo mismo había hecho Banco Bilbao Vizcaya Argentaria respecto de Banca Nazionale del Lavoro, un escándalo potencial). En la presente situación, ABN tiene casi 30% del paquete AntonVeneta y, bloqueadas las acciones de la contrapropuesta, podría retomar su propia OPA. Aunque bajando el precio, dado que este escándalo ha deteriorado la cotización bursátil de la entidad.
Mientras tanto, casi todos los analistas en Roma, Milán, Londres, Bruselas y Ginebra dan por inevitable la renuncia o la defenestraciòn de Antonio Fazio, presidente del banco central (no de una entelequia llamada “bankitalia” en algunos medios peninsulares). La difusión casi completa de una conversación telefónica entre Fazio y Fiorani es demoledora. Sobre todo el párrafo preferido por los titulares: “Tenemos que pasar a la ofensiva y meterle miedo a la Consob”, le dice Fazio al turbio banquero, aludiendo a la comisión nacional de valores.
“El respeto a las institucionales o, por lo menos, el decoro debieran indicarle a Fazio presentar la renuncia. Es humillante ver a Banca d’Italia maltratada por la justicia y obligada a dejar sin efecto la misma OPA que había autorizado poco antes”. Así señalaba un comentario editorial de “Corriere della sera”, un diario conservador, propiedad indirecta de Silvio Berlusconi. Lo mismo sostiene, en privado, Carlo Azeglio Ciampi, presidente de la República y antecesor de Fazio en el banco central.
Un día antes, la fiscalía de Milán suspendía en sus cargos a Giampiero Fiorami (CEO de Banca Popolare Italiana) y a Emilio Gnuttii, presidente de una inmobiliaria. En tanto, empeora la situación de Antonio Fazio, que se niega a dimitir: su esposa, Maria Cristina Rosati, está sospechada de recibir dinero de Emilio Gnutti, uno de los cómplices de Giampiero Fiorani.
La presidencia ejecutiva de BPI, ex Lodi, ha quedado acéfala un tiempo. En una medida poco frecuente, la justicia suspendió a Giampiero Fiorani –también accionista principal- al frente de su propio banco. Lo mismo ocurre con Gnutti, dueño de una inmobiliaria que ahora no puede dirigir. Al mismo tiempo, la misma fiscalía decretaba el secuestro de acciones.
Para el caso, no las de BPI sino las que Fiorani, Gnutti y otros controlan en Banca Antoniana Popolare Veneta (40% del paquete). En realidad, suspendidas –la semana pasada- la oferta pública accionaria (OPA) y su paralela por canje (OPAC), en este momento no hay comprador para esa entidad.
Pero la junta directiva sigue en manos de ABN Amro, la institución holandesa que había retirado su OPA debido a las maniobras de Fiorani y Fazio (lo mismo había hecho Banco Bilbao Vizcaya Argentaria respecto de Banca Nazionale del Lavoro, un escándalo potencial). En la presente situación, ABN tiene casi 30% del paquete AntonVeneta y, bloqueadas las acciones de la contrapropuesta, podría retomar su propia OPA. Aunque bajando el precio, dado que este escándalo ha deteriorado la cotización bursátil de la entidad.
Mientras tanto, casi todos los analistas en Roma, Milán, Londres, Bruselas y Ginebra dan por inevitable la renuncia o la defenestraciòn de Antonio Fazio, presidente del banco central (no de una entelequia llamada “bankitalia” en algunos medios peninsulares). La difusión casi completa de una conversación telefónica entre Fazio y Fiorani es demoledora. Sobre todo el párrafo preferido por los titulares: “Tenemos que pasar a la ofensiva y meterle miedo a la Consob”, le dice Fazio al turbio banquero, aludiendo a la comisión nacional de valores.
“El respeto a las institucionales o, por lo menos, el decoro debieran indicarle a Fazio presentar la renuncia. Es humillante ver a Banca d’Italia maltratada por la justicia y obligada a dejar sin efecto la misma OPA que había autorizado poco antes”. Así señalaba un comentario editorial de “Corriere della sera”, un diario conservador, propiedad indirecta de Silvio Berlusconi. Lo mismo sostiene, en privado, Carlo Azeglio Ciampi, presidente de la República y antecesor de Fazio en el banco central.