En demanda por habitante, las diferencias son abismales en acero (198 kilogramos en China, apenas 33,4 en India), cobre (2,8 contra 0,3), aluminio (5,2 contra 0,7) y cinc (2,1 contra 0,3). Parecen menos marcadas en energía eléctrica: 1.200 kilovatios/hora “per caput” en China, 600 en India. No obstante, debe considerarse que la población china es apenas 30% superior a la india.
Un estudio difundido por el mayor grupo financiero del mundo transmite un mensaje básico: 2006 no alcanzará, ni de lejos, a cerrar las brechas de demanda entre los dos países más poblados del planeta. Aunque haya crecido a firme ritmo desde fines del siglo XX, el uso de productos primarios y el consumo eléctrico en India siguen demasiado por debajo de las cifras chinas.
Ello se debe a que la economía del subcontinente continúa muy dominada por los servicios. En particular, ello refleja la influencia del sector tecnológico y la tercerización laboral. O sea, un efecto de los exiguos salarios que cobran los profesionales indios en relación con sus colegas occidentales.
En otros términos, la industria propiamente dicha no se ha desarrollado al sur de los Himalaya en la medida alcanzada por China. Aun si la manufactura –como estiman otros analistas- remonta vuelo, el uso de insumos continuará siendo una fracción respecto del chino. Esta disparidad tomará tiempo para ceder o, siquiera, compararse con la diferencia en número de habitantes.
India, en verdad, “muestra diez a quince años de retraso, si no más”, admite Noble Group, una empresa de suministros primarios basada en Singapur y experta en insumos como hierro o acero. “Pero no quiere decir que Delhi no sea clave en el mercado mundial de materias primas”, acota.
Después de todo, tiene algo más de mil millones de habitantes y es una de las economías en desarrollo más dinámicas del mundo. “Tarde o temprano, generará presiones alcistas en varios rubros básicos, hidrocarburos inclusive”, subraya un informe de Union des Banques Suisses. Por ejemplo, la venta de automotores nuevos o usados –más la influencia de los ferrocarriles- fomenta la demanda de refinados petroleros, en parte porque India (igual que China) no hace casi nada para promover combustibles no fósiles. El subcontinente ni siquiera tiene un desarrollo hidroeléctrico comparable al chino.
Expertos de UBS y Morgan Stanley creen que muchos inversores y consultores subestiman el ritmo expansivo de sectores intensivos en empleo de materias primas. Ahí pesa un síntoma chino: el incremento de costos laborales –se trata de valores asiáticos, no occidentales-, que puede hacer a India más atractiva para las empresas industriales. Sin embargo, estas tendencias se sentirán en el largo plazo; salvo en hidrocarburos y derivados.
En demanda por habitante, las diferencias son abismales en acero (198 kilogramos en China, apenas 33,4 en India), cobre (2,8 contra 0,3), aluminio (5,2 contra 0,7) y cinc (2,1 contra 0,3). Parecen menos marcadas en energía eléctrica: 1.200 kilovatios/hora “per caput” en China, 600 en India. No obstante, debe considerarse que la población china es apenas 30% superior a la india.
Un estudio difundido por el mayor grupo financiero del mundo transmite un mensaje básico: 2006 no alcanzará, ni de lejos, a cerrar las brechas de demanda entre los dos países más poblados del planeta. Aunque haya crecido a firme ritmo desde fines del siglo XX, el uso de productos primarios y el consumo eléctrico en India siguen demasiado por debajo de las cifras chinas.
Ello se debe a que la economía del subcontinente continúa muy dominada por los servicios. En particular, ello refleja la influencia del sector tecnológico y la tercerización laboral. O sea, un efecto de los exiguos salarios que cobran los profesionales indios en relación con sus colegas occidentales.
En otros términos, la industria propiamente dicha no se ha desarrollado al sur de los Himalaya en la medida alcanzada por China. Aun si la manufactura –como estiman otros analistas- remonta vuelo, el uso de insumos continuará siendo una fracción respecto del chino. Esta disparidad tomará tiempo para ceder o, siquiera, compararse con la diferencia en número de habitantes.
India, en verdad, “muestra diez a quince años de retraso, si no más”, admite Noble Group, una empresa de suministros primarios basada en Singapur y experta en insumos como hierro o acero. “Pero no quiere decir que Delhi no sea clave en el mercado mundial de materias primas”, acota.
Después de todo, tiene algo más de mil millones de habitantes y es una de las economías en desarrollo más dinámicas del mundo. “Tarde o temprano, generará presiones alcistas en varios rubros básicos, hidrocarburos inclusive”, subraya un informe de Union des Banques Suisses. Por ejemplo, la venta de automotores nuevos o usados –más la influencia de los ferrocarriles- fomenta la demanda de refinados petroleros, en parte porque India (igual que China) no hace casi nada para promover combustibles no fósiles. El subcontinente ni siquiera tiene un desarrollo hidroeléctrico comparable al chino.
Expertos de UBS y Morgan Stanley creen que muchos inversores y consultores subestiman el ritmo expansivo de sectores intensivos en empleo de materias primas. Ahí pesa un síntoma chino: el incremento de costos laborales –se trata de valores asiáticos, no occidentales-, que puede hacer a India más atractiva para las empresas industriales. Sin embargo, estas tendencias se sentirán en el largo plazo; salvo en hidrocarburos y derivados.