Antes el recurso se empleaba en medios locales allegados a algún “comité” o al negocio financiero. Ahora, las “fuentes anónimas” pasan por canales. Lo cual les hace peder seriedad. En todo caso, este tipo de presiones se aplica en la periferia, difícilmente en los países centrales ni los emergentes.
Otros funcionarios de Economía restaban entidad al suelto de Reuters, señalando que “hasta ahora, no se prevén cambios ni flexibilizaciones”. Lo de la agencia parecía redactado por algún cabildero: “Para llegar a algún acuerdo con los acreedores privados, Argentina debiera presentar una oferta completamente distinta, más creíble”. La mano de Nicola Sotck se nota en un detalle: ese vocero no identificado del Grupo de los 7 estaba en Milán, una ciudad medio vacía por el “ferragosto”.
En otro tramo de la pieza, ya se habla de “un informante preocupado por el retraso hasta enero de la tercera revisión del acuerdo con el FMI”. Hasta hace poco, la bajada de línea era inversa: el Fondo traba el OK a esa revisión y la realización de la siguiente porque no hay soluciones favorables a los “comités de bonistas”.
Lavagna optó por reírse de esas “opiniones confidenciales que vienen apareciendo a lo largo de las negociaciones”. En otro plano, gente allegada a Adam Lerrick en Nueva York cree que el dúo Stock-Humes, a instancias de sus letrados, trata de persuadir a Rodrigo Rato de no visitar Buenos Aires en la inminente jira por el cono sur.
Hasta medios otrora incondicionales temen que Stock, Hans Humes y sus operadores estén perdiendo peso. El “comité” global se divide y Argentina sigue presentando mejores números fiscales y reales. Cuando pocos lo esperaban, julio cerró con $ 1.650 millones de superávit fiscal primario. Eso acumula 13.490 millones en el año. O sea, 2.700 millones sobre la meta comprometida con el FMI. Por supuesto, algunos salieron a sugerir que, con tan buenas cuentas, debiera flexibilizarse la propuesta argentina.
Quien no queda en buena posición es el Fondo Monetario Internacional, que retacea la aprobación del III trimestre y la revisión del cuarto, inclusive transgrediendo sus propios estatutos. Tanto analistas allegados a los “comités” como expertos independientes sospechan que Economía busca llegar a diciembre con US$ 18.000 millones de excedente primario. Entonces, se verá si hay o no modificaciones en la oferta de canje que, de todos modos, sigue en manos de la Comisión Federal de Valores norteamericana (SEC).
Mientras tanto, a semanas de iniciarse formalmente el canje, el Comité Global de Tenedores de Bonos Argentinos (GCAB, según la equívoca sigla en inglés) afronta su primera escisión. Un grupo de inversores alemanes, suizos, holandeses y austríacos (GIASHA, representando en apariencia tenencias por US$ 1.500 millones) parece próximo a aceptar la propuesta argentina, quizá con una leve mejora.
El dúo Stock-Humes no pasa buenos momentos. Tiempo atrás, analistas serios en Nueva York y Londres calificaban de poco seria una leonina contrapuesta del GCAB. Según versiones en Londres, funcionarios argentinos tuvieron un encuentro informal –la SEC no los permite formales mientras no se expida sobre la propuesta- con disidentes. Entre ellos, Adam Lerrick, coideólogo de la quiebra soberana (1995). Los motivos de la escisión son varios. En particular, indicios de que la SEC ve con buenos ojos la postura argentina y, paralelamente, los excelentes resultados fiscales podrían ablandar a Buenos Aires.
Por su parte, el GCAB contrató al estudio White & Case, para asesorar –seguramente, también cabildear- en negociaciones con Argentina. En realidad, la idea provino de la banca Bear & Stearns, con quien trabajarán los abogados. La decisión responde a la falta de resultados concretos por parte de B&S, sin experiencia en este tipo de gestiones (algo que sí tiene W&C).
Otro síntoma hasta hace poco inimaginable son los reproches de Stock-Humes a la autocrítica del Fondo, en la versión lavada por Rodrigo Rato y Anne Krueger. Como es obvio, los representantes fondos buitres censuran la acción del organismo en los años 90, que toleró graves maquillajes contables para prolongar una convertibilidad rígida sin futuro. Aunque el “comité” no lo advierte, también cabe condenar al FMI por permitir que Domingo F.Cavallo permitiese tan mal uso de fondos e inversiones alegremente ingresadas en el país.
Antes el recurso se empleaba en medios locales allegados a algún “comité” o al negocio financiero. Ahora, las “fuentes anónimas” pasan por canales. Lo cual les hace peder seriedad. En todo caso, este tipo de presiones se aplica en la periferia, difícilmente en los países centrales ni los emergentes.
Otros funcionarios de Economía restaban entidad al suelto de Reuters, señalando que “hasta ahora, no se prevén cambios ni flexibilizaciones”. Lo de la agencia parecía redactado por algún cabildero: “Para llegar a algún acuerdo con los acreedores privados, Argentina debiera presentar una oferta completamente distinta, más creíble”. La mano de Nicola Sotck se nota en un detalle: ese vocero no identificado del Grupo de los 7 estaba en Milán, una ciudad medio vacía por el “ferragosto”.
En otro tramo de la pieza, ya se habla de “un informante preocupado por el retraso hasta enero de la tercera revisión del acuerdo con el FMI”. Hasta hace poco, la bajada de línea era inversa: el Fondo traba el OK a esa revisión y la realización de la siguiente porque no hay soluciones favorables a los “comités de bonistas”.
Lavagna optó por reírse de esas “opiniones confidenciales que vienen apareciendo a lo largo de las negociaciones”. En otro plano, gente allegada a Adam Lerrick en Nueva York cree que el dúo Stock-Humes, a instancias de sus letrados, trata de persuadir a Rodrigo Rato de no visitar Buenos Aires en la inminente jira por el cono sur.
Hasta medios otrora incondicionales temen que Stock, Hans Humes y sus operadores estén perdiendo peso. El “comité” global se divide y Argentina sigue presentando mejores números fiscales y reales. Cuando pocos lo esperaban, julio cerró con $ 1.650 millones de superávit fiscal primario. Eso acumula 13.490 millones en el año. O sea, 2.700 millones sobre la meta comprometida con el FMI. Por supuesto, algunos salieron a sugerir que, con tan buenas cuentas, debiera flexibilizarse la propuesta argentina.
Quien no queda en buena posición es el Fondo Monetario Internacional, que retacea la aprobación del III trimestre y la revisión del cuarto, inclusive transgrediendo sus propios estatutos. Tanto analistas allegados a los “comités” como expertos independientes sospechan que Economía busca llegar a diciembre con US$ 18.000 millones de excedente primario. Entonces, se verá si hay o no modificaciones en la oferta de canje que, de todos modos, sigue en manos de la Comisión Federal de Valores norteamericana (SEC).
Mientras tanto, a semanas de iniciarse formalmente el canje, el Comité Global de Tenedores de Bonos Argentinos (GCAB, según la equívoca sigla en inglés) afronta su primera escisión. Un grupo de inversores alemanes, suizos, holandeses y austríacos (GIASHA, representando en apariencia tenencias por US$ 1.500 millones) parece próximo a aceptar la propuesta argentina, quizá con una leve mejora.
El dúo Stock-Humes no pasa buenos momentos. Tiempo atrás, analistas serios en Nueva York y Londres calificaban de poco seria una leonina contrapuesta del GCAB. Según versiones en Londres, funcionarios argentinos tuvieron un encuentro informal –la SEC no los permite formales mientras no se expida sobre la propuesta- con disidentes. Entre ellos, Adam Lerrick, coideólogo de la quiebra soberana (1995). Los motivos de la escisión son varios. En particular, indicios de que la SEC ve con buenos ojos la postura argentina y, paralelamente, los excelentes resultados fiscales podrían ablandar a Buenos Aires.
Por su parte, el GCAB contrató al estudio White & Case, para asesorar –seguramente, también cabildear- en negociaciones con Argentina. En realidad, la idea provino de la banca Bear & Stearns, con quien trabajarán los abogados. La decisión responde a la falta de resultados concretos por parte de B&S, sin experiencia en este tipo de gestiones (algo que sí tiene W&C).
Otro síntoma hasta hace poco inimaginable son los reproches de Stock-Humes a la autocrítica del Fondo, en la versión lavada por Rodrigo Rato y Anne Krueger. Como es obvio, los representantes fondos buitres censuran la acción del organismo en los años 90, que toleró graves maquillajes contables para prolongar una convertibilidad rígida sin futuro. Aunque el “comité” no lo advierte, también cabe condenar al FMI por permitir que Domingo F.Cavallo permitiese tan mal uso de fondos e inversiones alegremente ingresadas en el país.