De esta forma, se empezó a cerrar la primera y la más complicada de las etapas de la reestructuración de la deuda del Tesoro Nacional.
Encaminar la reestructuración de la deuda publica ley extranjera, para luego aplicar el mismo canje a los bonos en moneda dura ley local y, por último, negociar con el FMI la extensión del repago del préstamo, es sólo un primer paso.
Otro frente clave a resolver es el desequilibrio fiscal y monetario que produjo la pandemia. Producto del desplome de los ingresos fiscales (por el derrumbe del nivel de actividad y el alza de la morosidad) y la implementación de gastos extraordinarios para cuidar el tejido social (IFE) y el entramado productivo (ATP), el rojo primario del sector público nacional cerrará en no menos de 7% del PBI, niveles no observados en mucho tiempo.
Para peor, producto de la falta de fuentes genuinas de financiamiento, el gobierno tuvo que apelar a la emisión/asistencia del BCRA para cerrar el rojo. El problema es que tanto la base monetaria como los instrumentos de esterilización (Leliqs y Pases) del BCRA ya superan 10% del PBI y el cepo apenas contiene la liquidez excedente (el BCRA no puede acumular reservas y la brecha es muy elevada).
Lamentablemente, la escasa credibilidad en nuestra moneda hace que este recurso sea no renovable.
Si el año que viene no se reduce el rojo primario y se vuelve a apelar a la emisión para cubrir el bache, el riesgo de una disparada de las variables nominales será creciente.
Por ende, es importante que el Ejecutivo muestre a los agentes económicos cómo va a encarar este desequilibrio. Restan conocer las medidas oficiales para apuntalar la recuperación de la actividad tras la cuarentena.
Sectores que no consuman divisas
El gobierno no dispone de muchos fondos -pues debe contener el gasto para que la mejora de los ingresos fiscales baje el rojo primario- pero su intención sería volcarlos a sectores mano de obra intensivos que no consuman divisas (importaciones), como el sector de la Construcción.
Empezar a cerrar frentes abiertos y brindar certidumbre a los agentes económicos es clave para reducir la creciente tensión existente en el mercado cambiario, que se manifiesta en una elevada brecha y ventas de divisas del Central en un contexto de escasas reservas netas (sólo USD 10.000 millones).
Nótese que a diferencia del cepo 2012-2015, hoy la Argentina tiene un abultado superávit comercial (y en menor medida del sector externo), no está pagando deuda en moneda dura y no presenta atraso cambiario (excepto con Brasil), por lo que dichas presiones provienen principalmente del deterioro de las expectativas.
No será sencillo recomponer la confianza de los agentes, pero el acuerdo con los tres grupos de acreedores para lograr un canje exitoso de la deuda ley extranjera puede ser el inicio de una racha de aciertos que las autoridades tienen que enhebrar para que el día que concluya la reestructuración de la deuda y la cuarentena, la economía puede recuperar el terreno perdido.
Se puede creer o no en los planes económicos, pero si el sector privado demanda certidumbre es importante ofrecerla.
(*) Socio y director de Ecolatina
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