Derivativos, un negocio que ya no se salva de las turbulencias

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Apretados por la creciente escasez de capitales, los propios bancos presionan sobre los fondos de cobertura exigiendo garantías que estas máquinas de aire caliente no pueden cumplir. El sector paga por su desmedida expansión.

Tras capear varias etapa de la crisis financiera occidental, los fondos de cobertura (derivados) y segmentos especulativos similares chocan ahora con los bancos. Éstos comienzan a pedirles restituir una importante masa de préstamos. No es poco, pues el grupo de fondos orientados al crédito administran cerca de dos billones, que suelen multiplicarse vía colocaciones de todo tipo.

El problema es que el valor de varias colocaciones viene cayendo durante semanas y los acreedores (o sea, bancos) piden más garantías –“call marginal”, las llaman- para renovar préstamos. En rigor, ciertas franjas les han costado a los bancos alrededor de US$ 170.000 millones en depreciaciones contables.

El asunto se tornó más relevantes luego de que Carlyle Capital Corp. (una división especulativa de Carlyle Group) reveló no haber cumplido exigencias de efectivo para respaldar una cartera de US$ 21.700 millones en valores calificado AAA. Los habían emitido Fannie Mae y Freddie Mac, dos enormes intermediarias hipotecarias paraestatales.

Esto golpeò a Wall Street y Londres pues acaeció una semana tras la implosión del fondo de cobertura británico Peloton Partners. Este colapso afecta a catorce acreedores, entre ellos Deutsche Bank, Goldman Sachs, Lehman Brothers, Merrill Lynch, Morgan Stanley y Union des Banques Suisses. En suman, US$ 17.000 millones en el aire.

Hasta los títulos más seguros perdían esta semana rendimientos y aumentaban de precio, en medio de temores a que la iliquidez obligue a inversores y apostadores muy endeudados a malvender inclusive los valores más sólidos. Esto puede desatar otra corrida al efectivo o a las escasas colocaciones seguras que quedan. Estas dificultades subrayan los efectos de miles de millones en pérdidas potenciales por malas inversiones, que obligan a los bancos a conservar liquidez y rehuir riesgos.

Tras capear varias etapa de la crisis financiera occidental, los fondos de cobertura (derivados) y segmentos especulativos similares chocan ahora con los bancos. Éstos comienzan a pedirles restituir una importante masa de préstamos. No es poco, pues el grupo de fondos orientados al crédito administran cerca de dos billones, que suelen multiplicarse vía colocaciones de todo tipo.

El problema es que el valor de varias colocaciones viene cayendo durante semanas y los acreedores (o sea, bancos) piden más garantías –“call marginal”, las llaman- para renovar préstamos. En rigor, ciertas franjas les han costado a los bancos alrededor de US$ 170.000 millones en depreciaciones contables.

El asunto se tornó más relevantes luego de que Carlyle Capital Corp. (una división especulativa de Carlyle Group) reveló no haber cumplido exigencias de efectivo para respaldar una cartera de US$ 21.700 millones en valores calificado AAA. Los habían emitido Fannie Mae y Freddie Mac, dos enormes intermediarias hipotecarias paraestatales.

Esto golpeò a Wall Street y Londres pues acaeció una semana tras la implosión del fondo de cobertura británico Peloton Partners. Este colapso afecta a catorce acreedores, entre ellos Deutsche Bank, Goldman Sachs, Lehman Brothers, Merrill Lynch, Morgan Stanley y Union des Banques Suisses. En suman, US$ 17.000 millones en el aire.

Hasta los títulos más seguros perdían esta semana rendimientos y aumentaban de precio, en medio de temores a que la iliquidez obligue a inversores y apostadores muy endeudados a malvender inclusive los valores más sólidos. Esto puede desatar otra corrida al efectivo o a las escasas colocaciones seguras que quedan. Estas dificultades subrayan los efectos de miles de millones en pérdidas potenciales por malas inversiones, que obligan a los bancos a conservar liquidez y rehuir riesgos.

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