Eso explica un informe de la consultoría Credit Sights. Por ejemplo, hace una semana conductos manejados por el londinense Cheyne Capital management e IKB-Deustche Industriebank no pudieron repagar deudas de corto plazo vencidas. Estos ceses pueden llevar a caídas de precios y calificaciones crediticias, capaces de obligar a los VIE o CIE a malvender activos. Con ello, se prolongarán las turbulencias en los mercado financieros desatadas en agosto.
“Continuamos esperando que el grueso de CIE logre eludir quebrantos o liquidaciones”, señala el análisis de CS. “Pero los problemas resultantes en insolvencias recientes subrayan la dificultad de desarmar posiciones en forma no traumática”. Básicamente, un VIE consiste en tomar prestado a corto plazo para comprar activos de largo plazo, en sí un dislate o una forma de ludopatía.
Naturalmente, el cimbronazo producido por la crisis hipotecaria o el definanciamiento de compras apalancadas “hacen temer que los ceses de pagos sean peores de cuanto se suponía. Al presente, los CIE se han visto obligados a malvender no menos de US$ 75.000 millones en activos. Mientras, los inversores escapan rumbo a letras de tesorería”.
Con el objeto explícito de reactivar el segmento de papeles comerciales respaldados en activos y evitar que los VIE liquiden US$ 320.000 millones a precio vil, Henry Paulson (secretario de hacienda, hombre de Goldman Sachs) y tres grande bancos resolvieron establecer un fondo rotatorio de US$ 100.000 millones para tomar parte de esos clavos. Pero muchos experto creen que el paso siguiente será “federalizar” el fondo y que paguen los contribuyentes, como ocurrió en los años 80 tras el colapso del sistema de ahorro y préstamo.
El recurso implica ampliar brechas en otros segmentos del mercado financiero, particularmente los de bonos respaldados en hipotecas y obligaciones de deuda colateralizada (ODC). Vale decir, paquetes de títulos que terminarán pagados a inversores y acreedores. Eso obligará a las calificadoras a degradar bonos de mejor calidad. Ya sucede: Axon Financial, un CIE son US$ 9.800 millones en deudas ha sido esta semana degradado por Moody’s de Aaa a Ba3 (doce escalones), o sea tres bajo el umbral chatarra. La entidad –controlada por Texas Pacific group y Axon- había licuado la mitad de su capitalización.
Eso explica un informe de la consultoría Credit Sights. Por ejemplo, hace una semana conductos manejados por el londinense Cheyne Capital management e IKB-Deustche Industriebank no pudieron repagar deudas de corto plazo vencidas. Estos ceses pueden llevar a caídas de precios y calificaciones crediticias, capaces de obligar a los VIE o CIE a malvender activos. Con ello, se prolongarán las turbulencias en los mercado financieros desatadas en agosto.
“Continuamos esperando que el grueso de CIE logre eludir quebrantos o liquidaciones”, señala el análisis de CS. “Pero los problemas resultantes en insolvencias recientes subrayan la dificultad de desarmar posiciones en forma no traumática”. Básicamente, un VIE consiste en tomar prestado a corto plazo para comprar activos de largo plazo, en sí un dislate o una forma de ludopatía.
Naturalmente, el cimbronazo producido por la crisis hipotecaria o el definanciamiento de compras apalancadas “hacen temer que los ceses de pagos sean peores de cuanto se suponía. Al presente, los CIE se han visto obligados a malvender no menos de US$ 75.000 millones en activos. Mientras, los inversores escapan rumbo a letras de tesorería”.
Con el objeto explícito de reactivar el segmento de papeles comerciales respaldados en activos y evitar que los VIE liquiden US$ 320.000 millones a precio vil, Henry Paulson (secretario de hacienda, hombre de Goldman Sachs) y tres grande bancos resolvieron establecer un fondo rotatorio de US$ 100.000 millones para tomar parte de esos clavos. Pero muchos experto creen que el paso siguiente será “federalizar” el fondo y que paguen los contribuyentes, como ocurrió en los años 80 tras el colapso del sistema de ahorro y préstamo.
El recurso implica ampliar brechas en otros segmentos del mercado financiero, particularmente los de bonos respaldados en hipotecas y obligaciones de deuda colateralizada (ODC). Vale decir, paquetes de títulos que terminarán pagados a inversores y acreedores. Eso obligará a las calificadoras a degradar bonos de mejor calidad. Ya sucede: Axon Financial, un CIE son US$ 9.800 millones en deudas ha sido esta semana degradado por Moody’s de Aaa a Ba3 (doce escalones), o sea tres bajo el umbral chatarra. La entidad –controlada por Texas Pacific group y Axon- había licuado la mitad de su capitalización.