Hasta ahora, los bancos en Estados Unidos – que suman 5.600 en total — se venían manteniendo al margen de la ola de fusiones y adquisiciones. La última legislación aprobada por el congreso facilitaría la fusión de instituciones.
Las condiciones para iniciar una consolidación del sector son las mejores desde la última crisis financiera. La suba de las tasas de interés y la reducción de impuestos inflaron las ganancias de los bancos. Los últimos datos publicados por la Federal Deposit Insurance Corporation muestran que el ingreso neto en todo el sector bancario subió 27% en el primer trimestre frente al mismo periodo en 2017.
Lo más importante es el cambio en el área regulatoria. Hasta ahora al gobierno le preocupaba cualquier transacción que hiciera a los bancos más grandes y más complejos porque los hace más difíciles de vigilar. Muchas propuestas de combinaciones bancarias se abandonaron porque los organismos reguladores tardaban demasiado en aprobarlas.
Ahora, bajo la administración de Donald Trump, hay claras señales de que la actitud está cambiando. El año pasado la Reserva Federal facilitó las fusiones bancarias levantando el umbral que origina intensa investigación regulatoria de US$ 25.000 millones a US$ 100.000 millones.
Además, la Fed está analizando cambiar la forma en que califica a los equipos gerenciales de los bancos pasando de una escala de cinco punto a una de cuatro. En la práctica eso puede significar que muchos gerentes pasen de grado 3 (“menos que satisfactorio”) a un grado 2 (“satisfactorio”), Antes, una calificación de grado tres era una barrera para realizar operaciones de compra-venta. Eso alejaba a muchos posibles candidatos.