En realidad, todo parece una maniobra política para ocultar algo que podría eliminar la Organización de Comercio como ente creíble: el francés Pascal Lamy, adalid de los cuantiosos subsidios agrícolas europeos, va en vías de encabezar la propia OMC. La llamativa campaña para transformar China en espantajo proteccionista disimula un escándalo en ciernes, pues -salvo uno- los candidatos a ese cargo son títeres de Estados Unidos.
Sea como fuere, aumentan las presiones euronorteamericanas para que China (a) deje repreciarse el yüan ante el dólar y (b) desista de su política proteccionista. Pero el cuadro empieza a complicarse, pues crece otros tipo de presiones: el añlicado desde adentro sobre Washington y Bruselas para desechar el discurso formalmente pro libre comercio y defender sus industrias. ¿De qué? Pues de importaciones originadas de Surcorea, Taiwán, Japón, China, Viertnam,Tailandia, Malasia, Indonesia e India.
Hace poco, la Comisión Europea difundió datos, según los cuales “hay una espectacular alza de importaciones desde Asia oriental en vestimenta y accesorios. Corpiños inclusive”. Esto puede llegarmal ridpiculos, teniendo en cuenta que se trata de rubos sin relevancia industrial, valor agregado ni componentes tecnológicos.
Se menciona una cifra asaz magra, US$ 1.400 millones, sobre la cual un medio tan ortodoxo y monetarista como el “Financial Times” se monta para defender a los empresarios europeos. Pero casi no se mencionan bienes con importantes cuotas de valor agregado, por ejemplo electrónicos y computadoras, también importadas desde Asia oriental. Mucho menos se habla de los costosos subsidios agrícolas europeos, una forma de proteccionimo que beneficia a productores ineficientes.
Por supuesto, hay un detonante obvio: desde el 1 de enero, se han levatado cuotas para importaciones textiles. Pero, dos meses más tarde, a abrió un seguimiento de tendencias comerciales, primer paso hacia la aplicación de “medidas temporarias de salvaguardia”, que deberán estar listas en septiembre. Para no desentonar, otro campeón del libre comercio, el “Wall Street Journal” revela que, según los propios chinos, la exportación de algunos rubros textiles subió más de diez veces en semanas.
“Corren peligro puestos laborales a ambos lados del Atlántico”, advierten el WSJ y el FT. Pero ni se mosquean cuando grandes empresas despiden miles de personas, en aras de elevar la productividad, o tercerizan trabajo profesional justamente en China e India. Sin duda, es una cortina de humo y retórica. Por ejemplo, los dilates del viejo Jean-Francois Revel.
El director general saliente de la OMC, Supachai Panitchapakdi, salió a denunciar amagues neopeoteccionistas en las dos principales economías del planeta (Unión Europea, EE.UU.). “Los gobiernos debieran esperar por lo menos un año antes de evaluar los efectos del levantamiento de restricciones europeas sobre textiles”, advirtió, quizá sabiendo que su sucesor puede ser Lamy. No le prestaron mayor atención. Por el contrario, cuando el inglés Peter Mandelson –comisionado de comercio en Bruselas- adoptó un tono conciliatorio, franceses, italianos y belgas le dijeron de todo menos bonito.
El problema cambios cala más hondo y ahí no valen salvarguardias proteccionistas de corte comercial. “Nuestra política cambiari no responde a exigencias del exterior”, recordó el domingo Zhou Xiaochuan, presidente del Banco Popular Chino (central). “Por supuesto, si las presiones se intensificar, debremos analizar la situación”. Inmediatamente, los sinólogos del “Financial Times” le hicieron decir que esa presiones “tal vez nos hagan encarar reformas”. Medios de Hongkong desmntieron esa peculiar traducción de los londinenses.
En vcerdad, la campaña era muy pocos sutil. Algunas opiniones de Alan Greenspan fueron velozmente aprovechadas por legisladores norteamericanos, voceros del Grupo de los 7 (¿serán los mismos que claman por los pobres bonistas autoexcluidos del canje argentino?) y la CE, que se unieron al FT y al WSJ. China comenzaba a ser demonizada.
En realidad, todo parece una maniobra política para ocultar algo que podría eliminar la Organización de Comercio como ente creíble: el francés Pascal Lamy, adalid de los cuantiosos subsidios agrícolas europeos, va en vías de encabezar la propia OMC. La llamativa campaña para transformar China en espantajo proteccionista disimula un escándalo en ciernes, pues -salvo uno- los candidatos a ese cargo son títeres de Estados Unidos.
Sea como fuere, aumentan las presiones euronorteamericanas para que China (a) deje repreciarse el yüan ante el dólar y (b) desista de su política proteccionista. Pero el cuadro empieza a complicarse, pues crece otros tipo de presiones: el añlicado desde adentro sobre Washington y Bruselas para desechar el discurso formalmente pro libre comercio y defender sus industrias. ¿De qué? Pues de importaciones originadas de Surcorea, Taiwán, Japón, China, Viertnam,Tailandia, Malasia, Indonesia e India.
Hace poco, la Comisión Europea difundió datos, según los cuales “hay una espectacular alza de importaciones desde Asia oriental en vestimenta y accesorios. Corpiños inclusive”. Esto puede llegarmal ridpiculos, teniendo en cuenta que se trata de rubos sin relevancia industrial, valor agregado ni componentes tecnológicos.
Se menciona una cifra asaz magra, US$ 1.400 millones, sobre la cual un medio tan ortodoxo y monetarista como el “Financial Times” se monta para defender a los empresarios europeos. Pero casi no se mencionan bienes con importantes cuotas de valor agregado, por ejemplo electrónicos y computadoras, también importadas desde Asia oriental. Mucho menos se habla de los costosos subsidios agrícolas europeos, una forma de proteccionimo que beneficia a productores ineficientes.
Por supuesto, hay un detonante obvio: desde el 1 de enero, se han levatado cuotas para importaciones textiles. Pero, dos meses más tarde, a abrió un seguimiento de tendencias comerciales, primer paso hacia la aplicación de “medidas temporarias de salvaguardia”, que deberán estar listas en septiembre. Para no desentonar, otro campeón del libre comercio, el “Wall Street Journal” revela que, según los propios chinos, la exportación de algunos rubros textiles subió más de diez veces en semanas.
“Corren peligro puestos laborales a ambos lados del Atlántico”, advierten el WSJ y el FT. Pero ni se mosquean cuando grandes empresas despiden miles de personas, en aras de elevar la productividad, o tercerizan trabajo profesional justamente en China e India. Sin duda, es una cortina de humo y retórica. Por ejemplo, los dilates del viejo Jean-Francois Revel.
El director general saliente de la OMC, Supachai Panitchapakdi, salió a denunciar amagues neopeoteccionistas en las dos principales economías del planeta (Unión Europea, EE.UU.). “Los gobiernos debieran esperar por lo menos un año antes de evaluar los efectos del levantamiento de restricciones europeas sobre textiles”, advirtió, quizá sabiendo que su sucesor puede ser Lamy. No le prestaron mayor atención. Por el contrario, cuando el inglés Peter Mandelson –comisionado de comercio en Bruselas- adoptó un tono conciliatorio, franceses, italianos y belgas le dijeron de todo menos bonito.
El problema cambios cala más hondo y ahí no valen salvarguardias proteccionistas de corte comercial. “Nuestra política cambiari no responde a exigencias del exterior”, recordó el domingo Zhou Xiaochuan, presidente del Banco Popular Chino (central). “Por supuesto, si las presiones se intensificar, debremos analizar la situación”. Inmediatamente, los sinólogos del “Financial Times” le hicieron decir que esa presiones “tal vez nos hagan encarar reformas”. Medios de Hongkong desmntieron esa peculiar traducción de los londinenses.
En vcerdad, la campaña era muy pocos sutil. Algunas opiniones de Alan Greenspan fueron velozmente aprovechadas por legisladores norteamericanos, voceros del Grupo de los 7 (¿serán los mismos que claman por los pobres bonistas autoexcluidos del canje argentino?) y la CE, que se unieron al FT y al WSJ. China comenzaba a ser demonizada.