Varios analistas recordaron que Japón había hecho lo mismo en el año fiscal 2003 (que concluyó el 31 de marzo pasado, con un récrod de ventas), especialmente sus últimos tres días. El banco central nipón es el único entre los princiaples del mundo que has estado vendiendo o comprando divisas durante 2004.
“Estamos siguiendo muy de cerca los vaivenes cambiarios mundiales”, dijo sugestivamente Sadakazu Tanigaki, ministro de Hacienda. El miércoles. Esto elevó la fiebre especulativa, empezando por Tokio, la mayor plaza cambiaria virtual del planeta.
“Recomendaría tener efectivo bajo el mostrador, de ahora a la semana que viene. El mercado está volátil y podría ocurrir cualquiewr cosa”. Asi hablaba Timothy Marta, jefe de estrategia cambiara en RBC Capital Markets, Nueva York. Similares actitudes se observaban en Londres, Fráncfort y Singapur.
Tanto RCC Capital Markets como dos firmas japoneses se aferraban el jueves a sus pronósticos. Por el contrario, colegas de Londres, París y Nueva York los descartaban, interpretándolos como una maniobra montada desde el propio gabinete japonés.
Varios analistas recordaron que Japón había hecho lo mismo en el año fiscal 2003 (que concluyó el 31 de marzo pasado, con un récrod de ventas), especialmente sus últimos tres días. El banco central nipón es el único entre los princiaples del mundo que has estado vendiendo o comprando divisas durante 2004.
“Estamos siguiendo muy de cerca los vaivenes cambiarios mundiales”, dijo sugestivamente Sadakazu Tanigaki, ministro de Hacienda. El miércoles. Esto elevó la fiebre especulativa, empezando por Tokio, la mayor plaza cambiaria virtual del planeta.
“Recomendaría tener efectivo bajo el mostrador, de ahora a la semana que viene. El mercado está volátil y podría ocurrir cualquiewr cosa”. Asi hablaba Timothy Marta, jefe de estrategia cambiara en RBC Capital Markets, Nueva York. Similares actitudes se observaban en Londres, Fráncfort y Singapur.
Tanto RCC Capital Markets como dos firmas japoneses se aferraban el jueves a sus pronósticos. Por el contrario, colegas de Londres, París y Nueva York los descartaban, interpretándolos como una maniobra montada desde el propio gabinete japonés.