“No he presentado excusa alguna, en cuanto al parlamentario germano no he pedido disculpas. Por el contrario, sigo ofendido por las graves palabras [de Martin Schulz] y he agradecido al presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, por su actitud tolerante y sus sugerencias”. Así sostuvo en Roma el primer ministro italiano.
De inmediato, el presidente del Parlamento Europeo, el irlandés Patrick Cox, reiteró –desde Estrasburgo- que sigue esperando “excusas formales por parte del presidente Berlusconi”. Entretanto, fuentes diplomáticas en Berlín difundían la transcripción oficial del contacto telefónico entre Berlusconi (que entiende alemán) y su colega germano, Gerhard Schröder. En ella, el dueño de Mediaset emplea dos veces el verbo “bedauern”, o sea “arrepentirse, manifestar pesar, disculparse”.
Eso explica que el gobierno alemán considere el incidente original como superado, aunque el nuevo desplante del ‘Cavaliere’ lo pone ahora en posición desairada. Tanto el partido socialdemócrata, al cual pertenecen el canciller y Schulz, como su bloque y otros en Estrasburgo comienzan a pedir explicaciones. Por otro lado, aumentan presiones políticas para que Jacques Chirac abandone su displicencia, en tanto Washington recomienda discretamente a Madrid y Londres “enfriar” el caso.
Pero Chirac teme que el Parlamento Europeo trabe la designación de su candidato, Jean-Claude Trichet- al frente del Banco Central Europeo. Sucede que el influyente titular del Banco de Francia (central) fue presurosamente desprocesado –por su papel en el mayor escándalo financiero del país, el asunto Crédit Lyonnais, 1993- para poder asumir en el BCE. A su vez, la extemporánea reacción de Berlusconi de debió a que Schulz y otros le echaron en casa haber impuesto su propia inmunidad en procesos por fraude y corrupción en Italia. En el mismo plano local, el deterioro del “premier” y las grietas en su coalición pueden beneficiar justamente a Prodi.
Quizás el italiano más prestigioso en la UE, el actual presidente de la CE planea disputarle el cargo el propio Berlusconi en los próximos comicios.
“No he presentado excusa alguna, en cuanto al parlamentario germano no he pedido disculpas. Por el contrario, sigo ofendido por las graves palabras [de Martin Schulz] y he agradecido al presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, por su actitud tolerante y sus sugerencias”. Así sostuvo en Roma el primer ministro italiano.
De inmediato, el presidente del Parlamento Europeo, el irlandés Patrick Cox, reiteró –desde Estrasburgo- que sigue esperando “excusas formales por parte del presidente Berlusconi”. Entretanto, fuentes diplomáticas en Berlín difundían la transcripción oficial del contacto telefónico entre Berlusconi (que entiende alemán) y su colega germano, Gerhard Schröder. En ella, el dueño de Mediaset emplea dos veces el verbo “bedauern”, o sea “arrepentirse, manifestar pesar, disculparse”.
Eso explica que el gobierno alemán considere el incidente original como superado, aunque el nuevo desplante del ‘Cavaliere’ lo pone ahora en posición desairada. Tanto el partido socialdemócrata, al cual pertenecen el canciller y Schulz, como su bloque y otros en Estrasburgo comienzan a pedir explicaciones. Por otro lado, aumentan presiones políticas para que Jacques Chirac abandone su displicencia, en tanto Washington recomienda discretamente a Madrid y Londres “enfriar” el caso.
Pero Chirac teme que el Parlamento Europeo trabe la designación de su candidato, Jean-Claude Trichet- al frente del Banco Central Europeo. Sucede que el influyente titular del Banco de Francia (central) fue presurosamente desprocesado –por su papel en el mayor escándalo financiero del país, el asunto Crédit Lyonnais, 1993- para poder asumir en el BCE. A su vez, la extemporánea reacción de Berlusconi de debió a que Schulz y otros le echaron en casa haber impuesto su propia inmunidad en procesos por fraude y corrupción en Italia. En el mismo plano local, el deterioro del “premier” y las grietas en su coalición pueden beneficiar justamente a Prodi.
Quizás el italiano más prestigioso en la UE, el actual presidente de la CE planea disputarle el cargo el propio Berlusconi en los próximos comicios.