<p>Pero la idea de que la propuesta es adversa a salvamentos fáciles no parece convalidada por su propio texto ni por el apoyo presidencial al jefe de la Reserva Federal, un aliado de los banqueros privados. En rigor, hay muy poco en esas noventa carillas sobre eliminar riesgos sistémicos en el sector financiero si sus componentes no son dejados caer (Bear Stearns, Lehman Brothers), no resulten administrables (Merrill Lynch, Wachovia) o se interrelacionen con instituciones del exterior (Union des Banques Suisses). <br />
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En vez de achicar esas entidades y sus riesgos –como harían John Maynard Keynes o Friedrich Hayek-, el plan de Geithner se limita a aumentar la supervisión sobre bancos grandes. Ello implica que la factura a los contribuyentes puede ser más gorda y no menos al cabo de la crisis, como lo muestra ya mismo la lista de 415 bancos regionales en capilla. En otras palabras, se habrá impuesto el cabildeo privado. <br />
A más de dos años de iniciada la actual crisis sistémica, se llama “demasiado grandes para caer” a instituciones demasiado difíciles de manejar con algo mejor que regulaciones paquidérmicas (afirmaba Paul Krugman). “Dado que anteriores esfuerzos en ese plano fracasaron ¿por qué creer que insistir llevará a alguna parte?”, señalaba Nouriel Roubini.<br />
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“Los repentinos derrumbes de bancas privadas o firmas como American International Group y Countrywide Financial se ubican entre los peores hechos de esta crisis”, afirma la propuesta Geithner –Lawrence Summers. Se trata de entidades “enormes, muy apalancadas y vinculadas a otros grandes actores del sistema”. Pero fueron mal vigiladas y peor reguladas. <br />
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Todo eso es cierto, con Citigroup –banco que Geithner mismo supervisaba desde la Reserva Federal neoyorquina- como ejemplo típico. Pero la salida que sugiere el documento es “un régimen de vigilancia más sólido sobre cualquier ente cuya mezcla de tamaño, apalancamiento e interconexiones amenace la estabilidad financiera si se viene abajo”. Vale decir, más de lo mismo. <br />
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En julio, Edward Kane (Boston College) sacó un trabajo sobre ese mismo problema, “Fallas éticas al regular subsidios en redes de salvamento”. El experto demostraba por qué las políticas históricas ante crisis financieras aumentaban el número de entidades beneficiadas con dinero de los contribuyentes en caso de futuros desastres. “Cuando una parte substancial del sector está en riesgo, resulta más fácil emparchar vulnerabilidades que negociar reformas en serio”, apuntaba Kane.<br />
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Basta recordar los meses de sigilo alrededor del costoso rescate de AIG y su red (US$ 163.000 millones). Eso incluía la negativa de la RF –donde Geithner era director- a explicar por qué había elegido a BlackRock para supervisar ese programa y cuánto le pagó por ello.</p>
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Bancos demasiado grandes para caer o para manejar
Este gobierno no rescatará automáticamente a quienes zozobren. Así señalaba Timothy Geithner, secretario del Tesoro, tras la confirmación de Benjamin Bernanke. Se refería al plan de reformas elevado por Barack Obama, de suerte incierta.