Hasta el jueves, en efecto, el Standard&Poor´s 500 –la cartera global clave- vivía su mejor repunte en tres años de “mercado oso”. Pero, luego, hubo malas noticias sobre Adobe (el líder mundial en software para publicidad y diseño gráfico no ganará este trimestre lo que se esperaba), GM –su calificación crediticia disminuyó un escalón- y la actitud del público ante la economía.
“Aunque entidades como el Institute for Supply Management generen indicadores optimistas, los inversores siguen pendientes de los consumidores y su estado de ánimo”, apuntaba Owen Fitzpatrick, Deutsche Bank Private Wealth Management, un fondo de US$ 9.000 millones. En efecto, la universidad de Michigan difundió el índice preliminar de confianza para junio: 87,2 puntos, o sea 5,3% menos que en mayo (92,1 puntos). Casi al mismo tiempo, el departamento federal de Comercio reveló que el índice de precios mayoristas había declinado 0,3% en mayo, tras bajar 1,9% en abril.
“Un indicador de confianza que desciende como ahora descarta posibilidades de una recuperación económica apoyada en la demanda. Por sí solas, las acciones no pueden sostener un repunte”, opinaba Neil Massa, operador de John Hancock, cartera que maneja US$ 25.600 millones. No obstante, la declinación bursátil no era excesiva: 1,1% en el S&P 500, 1% en el Dow Jones industrial y 1,6% en Nasdaq compuesto.
Para General Motors, el problema es diferente, porque afronta deudas por US$ 200.000 millones (mucho más que Argentina o Turquía, por ejemplo). Moody´s le baja la nota porque teme que su política de descuentos, reembolsos e incentivos financieros –US$ 3.916 por vehículo promedio- deterioren la rentabilidad, la capacidad de cubrir costos jubilatorios –US$ 19.000 millones- y, en general compromisos de largo plazo. Por ende, la calificación del gigante automotor cede de A2 a A3. Aparte, la ventas de mayo cedieron 6,1%, mientras las de su temido rival –Toyota, no ya Ford- subieron 1% sin recurrrir a semejantes incentivos.
Hasta el jueves, en efecto, el Standard&Poor´s 500 –la cartera global clave- vivía su mejor repunte en tres años de “mercado oso”. Pero, luego, hubo malas noticias sobre Adobe (el líder mundial en software para publicidad y diseño gráfico no ganará este trimestre lo que se esperaba), GM –su calificación crediticia disminuyó un escalón- y la actitud del público ante la economía.
“Aunque entidades como el Institute for Supply Management generen indicadores optimistas, los inversores siguen pendientes de los consumidores y su estado de ánimo”, apuntaba Owen Fitzpatrick, Deutsche Bank Private Wealth Management, un fondo de US$ 9.000 millones. En efecto, la universidad de Michigan difundió el índice preliminar de confianza para junio: 87,2 puntos, o sea 5,3% menos que en mayo (92,1 puntos). Casi al mismo tiempo, el departamento federal de Comercio reveló que el índice de precios mayoristas había declinado 0,3% en mayo, tras bajar 1,9% en abril.
“Un indicador de confianza que desciende como ahora descarta posibilidades de una recuperación económica apoyada en la demanda. Por sí solas, las acciones no pueden sostener un repunte”, opinaba Neil Massa, operador de John Hancock, cartera que maneja US$ 25.600 millones. No obstante, la declinación bursátil no era excesiva: 1,1% en el S&P 500, 1% en el Dow Jones industrial y 1,6% en Nasdaq compuesto.
Para General Motors, el problema es diferente, porque afronta deudas por US$ 200.000 millones (mucho más que Argentina o Turquía, por ejemplo). Moody´s le baja la nota porque teme que su política de descuentos, reembolsos e incentivos financieros –US$ 3.916 por vehículo promedio- deterioren la rentabilidad, la capacidad de cubrir costos jubilatorios –US$ 19.000 millones- y, en general compromisos de largo plazo. Por ende, la calificación del gigante automotor cede de A2 a A3. Aparte, la ventas de mayo cedieron 6,1%, mientras las de su temido rival –Toyota, no ya Ford- subieron 1% sin recurrrir a semejantes incentivos.