La clave es la de siempre: Latinoamérica exige empezar eliminando –quizá paulatinamente- los cuantiosos subsidios agrícolas norteamericanos. A su vez, Estados Unidos condiciona eso a una apertura comercial que sólo aceptan los países centroamericanos, incondicionales a Washington.
Por ende, ya no habrá encuentro en la ciudad azteca, previsto para el miércoles 21. “No estamos en situación de llegar a un borrador común”, señalaba Martín Redrado, secretario de Relaciones Económicas Internacionales. Similares explicaciones ofrecieron sus colegas del Mercosur, grupo más firme que los “moderados” Chile, Colombia o México.
El cuarteto, Bolivia, Venezuela y Perú “no aceptan que el convenio, más allá de eliminar subsidios, ponga en letra chica –apuntaba Redrado- cláusulas permitiendo su reintroducción”. El funcionario aludía a un planteo norteamericano de volver a los subsidios “si entrar en la futura área productos subsidiados por la Unión Europea”.
Como se deduce del digesto general dictado en Bruselas para los nuevos socios de la UE (Polonia, en particular), el mecanismo de subsidios se prolongará más allá de esta década o la próxima. Washington lo sabe y, por tanto, la condición que exige equivale a mantener sus propios susidios “sine die”.
Al presente, las concesiones bilaterales estadounidenses son mínimas, tienen objetivos geopolíticos y benefician a socios privilegiados. Así ocurre con México y Chile, en su caso para alejarlo del Mercosur. Por otra parte, el propio Tratado de Libre Comercio (TLC, EE.UU.-Canadá-México) suele ser transgredido –no sólo en materia agrícola- por el socio dominante. Esto irrita a los otros dos.
La clave es la de siempre: Latinoamérica exige empezar eliminando –quizá paulatinamente- los cuantiosos subsidios agrícolas norteamericanos. A su vez, Estados Unidos condiciona eso a una apertura comercial que sólo aceptan los países centroamericanos, incondicionales a Washington.
Por ende, ya no habrá encuentro en la ciudad azteca, previsto para el miércoles 21. “No estamos en situación de llegar a un borrador común”, señalaba Martín Redrado, secretario de Relaciones Económicas Internacionales. Similares explicaciones ofrecieron sus colegas del Mercosur, grupo más firme que los “moderados” Chile, Colombia o México.
El cuarteto, Bolivia, Venezuela y Perú “no aceptan que el convenio, más allá de eliminar subsidios, ponga en letra chica –apuntaba Redrado- cláusulas permitiendo su reintroducción”. El funcionario aludía a un planteo norteamericano de volver a los subsidios “si entrar en la futura área productos subsidiados por la Unión Europea”.
Como se deduce del digesto general dictado en Bruselas para los nuevos socios de la UE (Polonia, en particular), el mecanismo de subsidios se prolongará más allá de esta década o la próxima. Washington lo sabe y, por tanto, la condición que exige equivale a mantener sus propios susidios “sine die”.
Al presente, las concesiones bilaterales estadounidenses son mínimas, tienen objetivos geopolíticos y benefician a socios privilegiados. Así ocurre con México y Chile, en su caso para alejarlo del Mercosur. Por otra parte, el propio Tratado de Libre Comercio (TLC, EE.UU.-Canadá-México) suele ser transgredido –no sólo en materia agrícola- por el socio dominante. Esto irrita a los otros dos.