<p>A diferencia de lo que sucede en Venezuela, Canadá o Polonia, el shale gas o esquistos bituminosos está en formaciones de esquistos a gran profundidad. Según documentación interna y análisis de datos recogidos en miles de pozos, en efecto, la aventura no será fácil. En una masa de e-mails, ejecutivos especializados, abogados de la actividad, geólogos del gobierno y analistas de mercado se manifiestan escépticos sobre esa ola de pronósticos optimistas. También sospechan que varias firmas han magnificado, aun por métodos ilícitos, el potencial productivo de sus explotaciones y el volumen de reservas. <br />
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Muchos correos electrónicos, por otra parte, pintan un cuadro que contrasta marcadamente con la euforia pública exhibida por el sector. A tal punto que el fenómeno tiene ya ribetes de burbuja especulativa. “El dinero de los inversores llueve, pese a que el gas de esquistos es inherentemente no rentable”, escribe un experto de PNC Wealth Management a un contratista. “Esto me recuerda la burbuja puntocom o la hipotecaria”. <br />
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A juicio de la consultoría IHS DrillingData, ya a mediados de 2009 los esquistos mágicos eran un gigantesco esquema Ponzi. En la actualidad, “más de 10.000 perforaciones en tres grandes formaciones esquistosas crean resquemores sobre sus perspectivas. Sin duda –admite PNC-, existe gas abundante gas, pero el problema es si será redituable una vez extraído”.Los relevos disponibles indican que, en efecto, hay algunos pozos pero a menudo están rodeados de vastas áreas menos productivas. Por otra parte, el volumen de gas extraído en pozos exitosos baja a ritmo superior al previsto, por lo cual les será difícil mantener el nivel inicial de productividad en el largo plazo. Si la industria no satisface sus propias expectativas, el impacto se sentirá ampliamente. Por ejemplo, perderán viabilidad los intentos de legisladores –federales, estaduales- de elevar drásticamente los subsidios para el negocio del gas natural. Estas iniciativas presuponen que Estados Unidos proveerá durante decenios combustible barato. Aun si los optimistas tuviesen razón, existen implicancias de tipo ambiental. La tecnología empleada para extraer gas del suelo, llamada hidrofractura, requiere casi cuatro millones de litros por perforación. Parte de esa agua debe desecharse luego porque está contaminada. Además, si los pozos se agotan mas rápido de lo estimado, las compañías tendrán que hidrofracturarlos a mayor velocidad y ello generará mas desechos tóxicos.</p>
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Alarma y dudas sobre el auge del shale gas
Varias compañías del sector vienen apostando muy fuerte a los pozos que se hallan en perforación. Una campaña al respecto sostiene que habrá enormes ganancias. Sus promotores anuncian que será una nueva, vasta fuente de combustible y energía. Pero ese gas quizá no sea tan accesible ni barato como señalan las empresas.