Por supuesto, Henry Paulson no aclara que GS todavía tiene en mercado alrededor de US$ 13.000 millones (35% sobre una masa de 37.000 millones) en bonos respaldados en hipotecas de mala calidad. Ni que esas operaciones se hayan realizado mientras el actual funcionario manejaba la firma de valores. No son los US$ 43.000 millones en obligaciones de deuda colateralizadas que agobian a Citigroup, pero es una cifra relevante.
Esos paquetes de papeles comerciales ligados a hipotecas secundarias tienen una tasa de insolvencia próxima a 22% anual. Vale decir, su riesgo es superior al de las propias hipotecas de mala calidad. Hasta hace poco entre las bancas de inversión más rentables de Estados Unidos, Goldman Sachs es una de la catorce colocadoras primarias de letras de tesorería, papeles que contribuyeron a un auge especulativo de tres años, empaquetados con un billón en bonos hipotecarios.
El valor de los bonos emitidos por GS en ese segmento, durante la gestión de Paulson alcanzó un máximo de US$ 106.800 millones, aunque hoy quedan pendientes “sólo” 30.000 millones. Por su parte, Lehman Brothers tiene US$33.000 millones colgados y Morgan Stanley casi 29.000 millones. Así consta en una denuncia presentada, el 22 de octubre, por el diputado Bradford Miller (demócrata, Norcarolina), que abarca a las catorce intermediarias.
Paulson “actuó desde hacienda más como operador de Goldman Sachs que como funcionario federal. En marzo -recuerda el legislador- afirmó que la crisis estaba contenida y no presentaba riesgos a la economía real. En octubre, estableció un fondo de US$ 100.000 millones para rescatar entidades en problemas por sus propias especulaciones. Como sucedió en la crisis de ahorro y préstamo de los 90, el costo acabará recayendo sobre los contribuyentes”.
Miller pone a Paulson en la picota y busca su renuncia. “Mientras los propietarios de clase media veían ejecutar sus viviendas, a él no le movía un pelo. Pero, cuando la crisis alcanzó a los CEO de Wall Street, él y George W.Bush salieron a armar un salvataje cuatro veces superior a los US$ 25.000 millones pedidos en el congreso para atención médica a niños. Ambos vetaron la ley en aras de controlar la inflación”. Cabe observar que ese veto fue aplaudido por Benjamin Bernanke, presidente de la Reserva Federa que no suele ocuparse de la crisis inmobiliaria.
Por supuesto, Henry Paulson no aclara que GS todavía tiene en mercado alrededor de US$ 13.000 millones (35% sobre una masa de 37.000 millones) en bonos respaldados en hipotecas de mala calidad. Ni que esas operaciones se hayan realizado mientras el actual funcionario manejaba la firma de valores. No son los US$ 43.000 millones en obligaciones de deuda colateralizadas que agobian a Citigroup, pero es una cifra relevante.
Esos paquetes de papeles comerciales ligados a hipotecas secundarias tienen una tasa de insolvencia próxima a 22% anual. Vale decir, su riesgo es superior al de las propias hipotecas de mala calidad. Hasta hace poco entre las bancas de inversión más rentables de Estados Unidos, Goldman Sachs es una de la catorce colocadoras primarias de letras de tesorería, papeles que contribuyeron a un auge especulativo de tres años, empaquetados con un billón en bonos hipotecarios.
El valor de los bonos emitidos por GS en ese segmento, durante la gestión de Paulson alcanzó un máximo de US$ 106.800 millones, aunque hoy quedan pendientes “sólo” 30.000 millones. Por su parte, Lehman Brothers tiene US$33.000 millones colgados y Morgan Stanley casi 29.000 millones. Así consta en una denuncia presentada, el 22 de octubre, por el diputado Bradford Miller (demócrata, Norcarolina), que abarca a las catorce intermediarias.
Paulson “actuó desde hacienda más como operador de Goldman Sachs que como funcionario federal. En marzo -recuerda el legislador- afirmó que la crisis estaba contenida y no presentaba riesgos a la economía real. En octubre, estableció un fondo de US$ 100.000 millones para rescatar entidades en problemas por sus propias especulaciones. Como sucedió en la crisis de ahorro y préstamo de los 90, el costo acabará recayendo sobre los contribuyentes”.
Miller pone a Paulson en la picota y busca su renuncia. “Mientras los propietarios de clase media veían ejecutar sus viviendas, a él no le movía un pelo. Pero, cuando la crisis alcanzó a los CEO de Wall Street, él y George W.Bush salieron a armar un salvataje cuatro veces superior a los US$ 25.000 millones pedidos en el congreso para atención médica a niños. Ambos vetaron la ley en aras de controlar la inflación”. Cabe observar que ese veto fue aplaudido por Benjamin Bernanke, presidente de la Reserva Federa que no suele ocuparse de la crisis inmobiliaria.