Aceptación de 76%, reproches de Kirchner y gresca italiana

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El ingreso alcanzó 76,07%. El presidente esta vez mentó a quienes operaron contra la restructuración. Mientras, diputados italianos chocaban en pleno recinto y se perfilaba una gestión F-7/FMI para reabrir el canje por breve lapso.

Hasta el cierre formal y dejando a un lado una presunta reapertura durante corto plazo, que algunos operadores de mercado abierto esperan dentro de dos semanas, la aceptación anunciada (76,07%) quedó algo por debajo de los atropellados pronósticos optimistas de algunos gurúes, hasta entonces hostiles a la operación. Este nivel permitirá reducir la deuda total remanente de US$ 191.255 a 125.285 millones (34,5%).

El viernes, se hablaba de gestiones “amigables” del Grupo de los 7 y el Fondo para reabrir el canje por cinco días y permitir que entren bonistas dejados afuera. Probablemente, el lunes este tema sea planteado por Rodrigo Rato a Roberto Lavagna.

Explicando los números, Lavagna subrayó la amplia baja de la deuda en relación con el PBI y el nivel de exportaciones. PBI y ventas externas siguen siendo altos en Argentina y el primero es clave, pues definirá el rinde hacia delante de varios bonos nuevos. El ministro de Economía recordó que, en treinta años, los pasivos onerosos argentinos en el exterior fueron subiendo de US$ 8.000 millones –en vísperas del “rodrigazo” y la licuación del penúltimo régimen peronista- hasta 144.450 millones al declararse el cese de pagos. Hazaña realizada por un efímero presidente y, con algunos cambios, el mismo congreso que ahora aplaude la renegociación.

De paso, Lavagna desvirtuó uno de los mitos difundidos por los gobiernos de 1996 a 2001. La deuda externa no representaba “apenas” 60% por ciento del producto bruto interno, sino 113%. ¿Por qué? Porque existían una ficción cambiaria (el 1 x 1), también tolerada por el Fondo Monetario Internacional, la Cepalc y el BID.

La parte polémica y política de la “mise-en-scène” del jueves estuvo dedicada por Kirchner a gurúes, columnistas y consultores allegados al negocio financiero dentro y fuera del país. Aludió así Daniel Artana, Pablo Guidotti, Carlos Melconián, Manuel Solanet, Miguel Kíguel, José Luis Espert, Julio Piękarz, Jorge Ávila y algunos más. Con cierta discreción, el presidente, Lavagna y Guillermo Nielsen no mencionaron a ex banqueros argentinos, periodistas especializados, medios y una serie de personajes en el exterior.

Pese a lo señalado en algunos despachos, ninguno de los presentes cuando Kirchner hablaba objetó esas “salida de libreto”. También hubo, por parte de Nielsen, alusiones al llamado “comité global de bonistas” y a los ocho fallos judiciales en Italia contra bancas e intermediarios que vendieron bonos chatarra sin explicarles qué eran a pequeños inversores.

“El fin de la restructuración es un paso importante para Argentina”, admitió Thomas Dawson, vocero del FMI y opositor al canje. Para el director gerente del Fondo Monetario Internacional, la salida del cese selectivo de pagos “es una oportunidad para que el país avance”. Por su parte, Dawson subrayó la solidez macroeconómica, sugirió centrarse ahora en aspectos micro y confirmó la reunión entre Rato y Lavagna, en pocos días.

La salida del cese, estiman en el FMI, “llega en una buena coyuntura económica global, con bajos tipos de interés y buenas perspectivas de crecimiento”. Pero esta visión mundial tan optimista del FMI y el Banco Mundial viene siendo cuestionada por Jeffrey Sachs, George Sörös, Paul Krugman y otros analistas independientes.

Lavagna llega a Washington durante el fin de semana y se reunirá con Rato a partir del lunes, informó el portavoz del Fondo. Curiosamente, algunos medios europeos trataron de requerir la opinión de Anne Krueger, todavía vicepresidente del FMI, pero ésta se aferra al silencio. Máxime mientras –según corrillos de Bruselas- trasciende que John Taylor (subsecretario de Hacienda) podría reemplazarla. A su vez, algunos estiman que Krueger podría paral a la presidencia del Banco Mundial en pocos meses.

En Italia, las cosas tomaban otro cariz. Apenas horas antes de que Néstor Kirchner anunciara las cifras finales del canje de la deuda en cese selectivo de pagos –algo que debiera haber hecho Lavagna-, un grupo de diputados terminó diciéndose de todo, arrojándose objetos y llegando a las manos.

Ello ocurrió durante un debate imprevisto sobre la reestructuración de la deuda argentina con acreedores privados. La mecha se encendió al presentarse dos enmiendas del diputado demosocialista Giorgio Benvenuto, que obligarían a los bancos que colocaron tangobonos entre ahorristas bisoños –sin explicarles que eran chatarra- a reembolsarles las pérdidas.

Citando varios fallos judiciales en ese sentido, Benvenuto -que integró la delegación parlamentaria reunida en febrero con autoridades argentinas por el canje- atacó al gobierno italiano, acusándolo de no haber hecho lo posible para resolver el problema. De hecho, censuró a Domenico Siniscalco (“virtual operador de Nicola Stock, aliado de fondos buitres”) y al propio Silvio Berlusconi, que “también hace maniobras vía Suiza”).

La defensa del gobierno de Silvio Berlusconi fue ejercida por Carlo Giovanardi, encargado de las relaciones con el parlamento. Fue el primero en recibir proyectiles desde las bancas. Llamativamente, el cauto “Corriere della Sera” –lo controla Mediaset- no mencionó el episodio. Es curioso que, ahora, se baraje la intercesión del G-7 y el FMI para que Argentina, vía la Consob, reabra temporariamente el canje y permita entrar a los italianos que quedaron fuera por culpa de Stock y sus aliados financieros.

Hasta el cierre formal y dejando a un lado una presunta reapertura durante corto plazo, que algunos operadores de mercado abierto esperan dentro de dos semanas, la aceptación anunciada (76,07%) quedó algo por debajo de los atropellados pronósticos optimistas de algunos gurúes, hasta entonces hostiles a la operación. Este nivel permitirá reducir la deuda total remanente de US$ 191.255 a 125.285 millones (34,5%).

El viernes, se hablaba de gestiones “amigables” del Grupo de los 7 y el Fondo para reabrir el canje por cinco días y permitir que entren bonistas dejados afuera. Probablemente, el lunes este tema sea planteado por Rodrigo Rato a Roberto Lavagna.

Explicando los números, Lavagna subrayó la amplia baja de la deuda en relación con el PBI y el nivel de exportaciones. PBI y ventas externas siguen siendo altos en Argentina y el primero es clave, pues definirá el rinde hacia delante de varios bonos nuevos. El ministro de Economía recordó que, en treinta años, los pasivos onerosos argentinos en el exterior fueron subiendo de US$ 8.000 millones –en vísperas del “rodrigazo” y la licuación del penúltimo régimen peronista- hasta 144.450 millones al declararse el cese de pagos. Hazaña realizada por un efímero presidente y, con algunos cambios, el mismo congreso que ahora aplaude la renegociación.

De paso, Lavagna desvirtuó uno de los mitos difundidos por los gobiernos de 1996 a 2001. La deuda externa no representaba “apenas” 60% por ciento del producto bruto interno, sino 113%. ¿Por qué? Porque existían una ficción cambiaria (el 1 x 1), también tolerada por el Fondo Monetario Internacional, la Cepalc y el BID.

La parte polémica y política de la “mise-en-scène” del jueves estuvo dedicada por Kirchner a gurúes, columnistas y consultores allegados al negocio financiero dentro y fuera del país. Aludió así Daniel Artana, Pablo Guidotti, Carlos Melconián, Manuel Solanet, Miguel Kíguel, José Luis Espert, Julio Piękarz, Jorge Ávila y algunos más. Con cierta discreción, el presidente, Lavagna y Guillermo Nielsen no mencionaron a ex banqueros argentinos, periodistas especializados, medios y una serie de personajes en el exterior.

Pese a lo señalado en algunos despachos, ninguno de los presentes cuando Kirchner hablaba objetó esas “salida de libreto”. También hubo, por parte de Nielsen, alusiones al llamado “comité global de bonistas” y a los ocho fallos judiciales en Italia contra bancas e intermediarios que vendieron bonos chatarra sin explicarles qué eran a pequeños inversores.

“El fin de la restructuración es un paso importante para Argentina”, admitió Thomas Dawson, vocero del FMI y opositor al canje. Para el director gerente del Fondo Monetario Internacional, la salida del cese selectivo de pagos “es una oportunidad para que el país avance”. Por su parte, Dawson subrayó la solidez macroeconómica, sugirió centrarse ahora en aspectos micro y confirmó la reunión entre Rato y Lavagna, en pocos días.

La salida del cese, estiman en el FMI, “llega en una buena coyuntura económica global, con bajos tipos de interés y buenas perspectivas de crecimiento”. Pero esta visión mundial tan optimista del FMI y el Banco Mundial viene siendo cuestionada por Jeffrey Sachs, George Sörös, Paul Krugman y otros analistas independientes.

Lavagna llega a Washington durante el fin de semana y se reunirá con Rato a partir del lunes, informó el portavoz del Fondo. Curiosamente, algunos medios europeos trataron de requerir la opinión de Anne Krueger, todavía vicepresidente del FMI, pero ésta se aferra al silencio. Máxime mientras –según corrillos de Bruselas- trasciende que John Taylor (subsecretario de Hacienda) podría reemplazarla. A su vez, algunos estiman que Krueger podría paral a la presidencia del Banco Mundial en pocos meses.

En Italia, las cosas tomaban otro cariz. Apenas horas antes de que Néstor Kirchner anunciara las cifras finales del canje de la deuda en cese selectivo de pagos –algo que debiera haber hecho Lavagna-, un grupo de diputados terminó diciéndose de todo, arrojándose objetos y llegando a las manos.

Ello ocurrió durante un debate imprevisto sobre la reestructuración de la deuda argentina con acreedores privados. La mecha se encendió al presentarse dos enmiendas del diputado demosocialista Giorgio Benvenuto, que obligarían a los bancos que colocaron tangobonos entre ahorristas bisoños –sin explicarles que eran chatarra- a reembolsarles las pérdidas.

Citando varios fallos judiciales en ese sentido, Benvenuto -que integró la delegación parlamentaria reunida en febrero con autoridades argentinas por el canje- atacó al gobierno italiano, acusándolo de no haber hecho lo posible para resolver el problema. De hecho, censuró a Domenico Siniscalco (“virtual operador de Nicola Stock, aliado de fondos buitres”) y al propio Silvio Berlusconi, que “también hace maniobras vía Suiza”).

La defensa del gobierno de Silvio Berlusconi fue ejercida por Carlo Giovanardi, encargado de las relaciones con el parlamento. Fue el primero en recibir proyectiles desde las bancas. Llamativamente, el cauto “Corriere della Sera” –lo controla Mediaset- no mencionó el episodio. Es curioso que, ahora, se baraje la intercesión del G-7 y el FMI para que Argentina, vía la Consob, reabra temporariamente el canje y permita entrar a los italianos que quedaron fuera por culpa de Stock y sus aliados financieros.

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