jueves, 13 de noviembre de 2025

El auge de la “sucesión lateral”: cómo las mujeres están redefiniendo silenciosamente la riqueza global

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Por Norberto E. Luongo

Hay una revolución silenciosa en marcha en el mundo de las altas finanzas — una que no se mide en tomas por asalto de juntas directivas ni en crisis (naturales o fabricadas) de mercado, sino en herencias.

Según el “Indice de Billonarios de Bloomberg”, en su conjunto y a nivel global, las mujeres más ricas dentro de la lista de 500 mayores fortunas del mundo controlan hoy alrededor de 1,3 billones de dólares.

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Pero el dato quizás más interesante es que más de una docena de mujeres se han incorporado a esta lista gracias lo que los analistas llaman “sucesión lateral”: heredar fortunas de sus cónyuges, en lugar de hacerlo mediante la transferencia generacional tradicional. En conjunto, estas mujeres ahora controlan unos 365 mil millones de dólares, tres veces más que en 2016.

Esta transición, discreta pero poderosa, está remodelando el mapa global de la riqueza, y esta afirmación no es una exageración. No se trata ya solo de quién posee los activos, sino de cómo se administran, invierten y utilizan. El cambio ya está transformando la marcha de las oficinas corporativas familiares y, más aún, redefiniendo la filantropía y la inversión a largo plazo.

De la tragedia a la transformación

Uno de los ejemplos más notables es el de Renata Kellnerova, de la República Checa. Cuando su esposo, Petr Kellner, murió inesperadamente en un accidente de helicóptero en 2021, ella heredó el vasto conglomerado familiar PPF Group NV. Pero en lugar de actuar como una mera custodia pasiva, Renata reestructuró la empresa, optimizó sus operaciones y se expandió hacia sectores como tecnología y telecomunicaciones. ¿El resultado? La fortuna familiar ha crecido en varios miles de millones de dólares desde que ella asumió el control.

Historias similares pueden contarse sobre Gayle Benson, quien heredó la propiedad del equipo de la NFL New Orleans Saints tras la muerte de su esposo Tom, y Laurene Powell Jobs, quien canalizó la fortuna de su famosísimo esposo Steve Jobs, luego de su fallecimiento, hacia Emerson Collective, un motor filantrópico dedicado a la educación y la innovación social.

Una tendencia en formación

Mientras Wall Street se ha preparado durante años para una transferencia intergeneracional de riqueza desde los Baby Boomers hacia sus herederos estimada en unos 105 billones de dólares, un fenómeno paralelo se está desarrollando: el ascenso del control femenino sobre los imperios familiares. McKinsey & Co. prevé que las mujeres ultrarricas en Estados Unidos llegarán a poseer un patrimonio de casi 27 billones de dólares en activos para 2030, una cifra prácticamente equivalente al tamaño total de la economía de su país.

Y no se trata solo de herencia. El número de mujeres multimillonarias que han hecho su fortuna por sí mismas se ha triplicado, encabezadas por empresarias como Tatyana Kim (creadora de Wildberries, el mayor vendedor minorista por internet de Rusia), Zhong Huijuan (fundadora de Hansoh Pharmaceutical Group, de China) y Zhou Qunfei (fundadora de Lens Technology).

La filosofía femenina de la inversión

Más allá de los titulares, los datos sugieren que las mujeres administran el dinero de manera diferente — y, con frecuencia, más eficaz, que los varones. Un estudio de Fidelity Investments de 2023 descubrió que las mujeres inversoras tienden a operar con menor frecuencia, mantener sus posiciones durante las caídas del mercado, y adoptar un enfoque a largo plazo enfocado en la estabilidad y el crecimiento compuesto.

Un análisis de Warwick Business School que abarcó tres años de seguimiento de operaciones mostró que las mujeres lograron rendimientos un 1,8 % superiores a los de los hombres en promedio, principalmente porque evitaron las operaciones altamente especulativas y diversificaron con mayor prudencia.

“Las mujeres tienden a ver la riqueza como una herramienta para la continuidad y el impacto comunitario, más que como una cuestión de prestigio personal”, afirma Kathleen Grace, directora ejecutiva de Fiduciary Family Office, en la Florida, y agrega: “Nuestras clientas suelen comenzar sus planes financieros con la filantropía — los hombres suelen terminarlos con ella.”

Esa diferencia está redefiniendo las oficinas corporativas familiares en todo el mundo. Por ejemplo, UBS y JPMorgan Private Bank informan que las carteras dirigidas por mujeres muestran un compromiso más fuerte con los principios ESG y las inversiones sociales, redirigiendo miles de millones hacia la sostenibilidad, la educación y la salud.

Los desafíos detrás de una sucesión repentina

Sin embargo, heredar un vasto imperio rara vez viene con un manual de instrucciones. “Gestionar un legado de miles de millones de dólares mientras se atraviesa el duelo por la pérdida de un cónyuge es una carga doble para la que pocos están preparados”, señala Sin Ting So, directora de clientes de Endowus, una plataforma de gestión patrimonial privada con sede en Singapur.

Viudas como Ariane de Rothschild o Gayle Benson enfrentaron además litigios familiares tras asumir el control de patrimonios, antes dominados por varones. Incluso filántropas experimentadas como Julia Flesher Koch o Christy Walton han descrito los primeros meses después de la sucesión como “una vorágine de duelo y gestión”.

Los asesores subrayan la importancia de la planificación sucesoria mucho antes de que sea necesaria. “Las mujeres suelen descubrir que han heredado no solo dinero, sino toda una maquinaria corporativa”, comenta Emma Wheeler, jefa de gestión patrimonial femenina en UBS Group AG. “Sin preparación, puede ser abrumador — pero con orientación, se convierte en una oportunidad de reinvención.”

Una redefinición del poder y el propósito

Este auge de la sucesión lateral está haciendo más que redistribuir la riqueza —está transformando la cultura misma del capitalismo. Donde generaciones anteriores de magnates construyeron dinastías centradas en la expansión y la competencia, muchas de sus sucesoras están poniendo el foco en la sostenibilidad, la equidad y la responsabilidad social.

Emerson Collective, de Laurene Powell Jobs, invierte en educación, reforma migratoria e iniciativas climáticas. Gina Rinehart, magnate de la minería en Australia, destina parte de su fortuna a la agricultura y las comunidades rurales. En Europa, herederas como la mencionada Renata Kellnerova orientan sus conglomerados hacia la energía renovable y la diversificación tecnológica.

Financieramente, esta reorientación puede tener fuertes efectos estabilizadores. Cada vez más investigaciones de The Economist y Morningstar demuestran que la diversidad en el liderazgo —especialmente la de género— se asocia con una mejor gobernanza corporativa, menor volatilidad y mayores rendimientos ajustados al riesgo.

El nuevo rostro del poder financiero

Lo que comenzó como un movimiento silencioso de herencia se ha convertido en una historia definitoria de las finanzas modernas: mujeres que convierten el legado en liderazgo.

En un mundo donde las grandes fortunas solían hablar con voz masculina, las mujeres herederas y empresarias del siglo XXI están demostrando que el poder también puede tener otra cadencia: la de la planificación a largo plazo, la empatía y la mirada sistémica. Su irrupción está lejos de ser una moda, sino más bien una consecuencia natural de décadas de transformación social, educativa y económica.

Lejos de reproducir los esquemas de antaño, muchas de ellas están tejiendo redes de colaboración, impulsando causas sociales y redefiniendo qué significa el éxito. En lugar de acumular riqueza por el solo afán de hacerlo, buscan multiplicar no solo el capital heredado sino, principalmente, su impacto en la vida comunitaria, a nivel nacional, regional y global.

Quizás dentro de unos años, cuando se hable de los grandes movimientos de dinero del siglo XXI, se recuerde este período no tanto por las fusiones o los récords bursátiles, sino por algo más silencioso pero de efecto mucho más duradero y benéfico en términos sociales: el momento en que las mujeres tomaron las riendas del capital global y lo pusieron al servicio de un propósito mucho más amplio, capaz de hacer una auténtica diferencia en el planeta.

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