WeWork proyecta cotizar en bolsa

El momento será decisivo para comprobar la fe de los inversores.

2 julio, 2019

En menos de 10 años la empresa que provee espacios para oficinas – hasta ahora deficitaria – ha pasado de alquilar un edificio en el Soho de Nueva York a convertirse en uno de los más grandes locatarios en ciudades por todo el globo.

 

El ràpido crecimiento es producto del inveterado optimismo de dos hombres: Adam Newmann y Masayoshi Son, el multimillonario japonés quien alentó a su protegido a realizar sus ambiciosas aspiraciones. También puso más dinero en la empresa que cualquier otro inversor. Las grandes ambiciones de ambos hombres los están llevando a una inminente Oferta Pública Inicial, donde se pondrá a prueba la resistencia de la fe del resto de los inversores.

 

Para quienes los critican, ambos son vendedores que han logrado inflar sus negocios en años de dinero barato y que están condenados a tropezar cuando las circunstancias no sean tan favorables. Newman describe su misión diciendo que “WeWork está elevando la conciencia del mundo”. Para sus detractores, es una compañía de inmuebles sobrevaluada.

 

El tema de quién tiene razón es de suma importancia para el sector inmobiliario mundial y para el mercado bursátil de Estados Unidos desde que la compañía solicitó en forma secreta a los reguladores comenzar a cotizar en bolsa.

 

Si la compañía puede seguir expandiéndose, reducir sus pérdidas y convencer a los inversores de que tiene un negocio poderoso y de largo plazo basado en tecnología podrá convertirse en el sostén del espacio de oficinas en las ciudades del mundo.

 

Pero si los inversores dudan del modelo – que combina alquileres de largo plazo en edificios de oficinas con contratos de corto plazo con clientes — el impacto se va a sentir en los mercados inmobiliarios. El co-working ha crecido mucho más allá de las 485 oficinas de WeWork. Por lo menos hay otras 350 compañías que rentan miles de edificios con el mismo propósito, según cita el Financial times a Andrea Chegut

 

Investigadora del MIT.

La pregunta que deberán hacerse los inversores a la hora de la Opi es si WeWork es un castillo de naipes o si es un negocio sólido con posibilidades de sostenerse en la adversidad.

                                              

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