United Airlines pediría quiebra, emulando a United Airways

United Airlines deberá apelar a la ley de quiebras. Sus 13.000 mecánicos rechazaron recortes que hubieran significado obtener fondos y afrontar un vencimiento por US$ 375 millones, el lunes. A su vez, United Airways sigue en serios aprietos.

30 noviembre, 2002

En rigor, United -la segunda aerolínea del mundo- tendrá diez días de gracia para pagar. Pero Jack Brace, director financiero, se negó ayer de decir si la firma tiene efectivo suficiente. Entretanto, las acciones de la matriz, UAL Corporation, caían 23% en Wall Street.

“La negativa de los técnicos torna la bancarrota en virtualmente inevitable”, opinaba un analista de Standard & Poor’s, tras rebajar tres escalones (a CCC-) la calificación de la empresa. La firma, que es cogestionada, necesita disponer de ahorros del personal por US$ 5.200 millones. Por supuesto, entrar en concurso obligará a reducir más los costos, en un momento de durísima competencia y crisis generalizada en la actividad.

El problema es que el rechazo de los mecánicos –que involucra a la gente de mantenimiento- puede dejar en el aire acuerdos ratificados por otros sindicatos, que exigen la participación de todos los trabajadores en el salvataje financiero. En ese caso se hallan maleteros, personal de atención aeroportuaria, reservas y otros servicios. En total, 24.500 empleados.

La otra situación

US Airways Group eliminará otros 2.500 puestos laborales –o sea, 7,1% de la dotación total- durante los próximos tres meses. También cerrará la base de mantenimientos y el centro de reservas en Florida, mientras sigue en concurso.

La séptima aerolínea sobreviviente en Estados Unidos abandonará instalaciones en Tampa y Orlando. También renegociará con los sindicatos normas de trabajo, salarios y bonificaciones, a fin de competir con rivales que están haciendo una guerra de tarifas. Varios expertos temen que estas tácticas acentúen la crisis del negocio.

“Probablemente sigamos achicando la empresa, porque los ingresos de todo el sector se contraen por el menor tráfico, pese a tarifas ya muy bajas”, admitió el CEO David Siegel, dando a entender que la guerra de precios, en realidad, no sirve siquiera para recobrar pasajeros. En agosto, la compañía se amparó en el título XI de la ley federal de quiebras y, desde entonces, ha pasado de 37.500 a 35.000 empleados, número que cederá a 32.500 en tres meses. Entretanto, las pérdidas de enero-septiembre suman US$ 852 millones.

En rigor, United -la segunda aerolínea del mundo- tendrá diez días de gracia para pagar. Pero Jack Brace, director financiero, se negó ayer de decir si la firma tiene efectivo suficiente. Entretanto, las acciones de la matriz, UAL Corporation, caían 23% en Wall Street.

“La negativa de los técnicos torna la bancarrota en virtualmente inevitable”, opinaba un analista de Standard & Poor’s, tras rebajar tres escalones (a CCC-) la calificación de la empresa. La firma, que es cogestionada, necesita disponer de ahorros del personal por US$ 5.200 millones. Por supuesto, entrar en concurso obligará a reducir más los costos, en un momento de durísima competencia y crisis generalizada en la actividad.

El problema es que el rechazo de los mecánicos –que involucra a la gente de mantenimiento- puede dejar en el aire acuerdos ratificados por otros sindicatos, que exigen la participación de todos los trabajadores en el salvataje financiero. En ese caso se hallan maleteros, personal de atención aeroportuaria, reservas y otros servicios. En total, 24.500 empleados.

La otra situación

US Airways Group eliminará otros 2.500 puestos laborales –o sea, 7,1% de la dotación total- durante los próximos tres meses. También cerrará la base de mantenimientos y el centro de reservas en Florida, mientras sigue en concurso.

La séptima aerolínea sobreviviente en Estados Unidos abandonará instalaciones en Tampa y Orlando. También renegociará con los sindicatos normas de trabajo, salarios y bonificaciones, a fin de competir con rivales que están haciendo una guerra de tarifas. Varios expertos temen que estas tácticas acentúen la crisis del negocio.

“Probablemente sigamos achicando la empresa, porque los ingresos de todo el sector se contraen por el menor tráfico, pese a tarifas ya muy bajas”, admitió el CEO David Siegel, dando a entender que la guerra de precios, en realidad, no sirve siquiera para recobrar pasajeros. En agosto, la compañía se amparó en el título XI de la ley federal de quiebras y, desde entonces, ha pasado de 37.500 a 35.000 empleados, número que cederá a 32.500 en tres meses. Entretanto, las pérdidas de enero-septiembre suman US$ 852 millones.

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