Tyco, una pesadilla

En noviembre de 2000, Merrill Lynch & Co. ideó un bono convertible –con cupón 0- en acciones que podría disminuir en no menos de US$ 15 millones los intereses que mensualmente debía abonar Tyco International.

28 febrero, 2002

La firma se entusiasmó al punto de vender casi US$ 5.900 millones en esos papeles. Ahora, debe prepararse para una lluvia de demandas de quienes lo poseen.

Este tipo de emisiones se coloca con descuento previo (desagio) de 7%, en vez de pagar intereses periódicamente; por eso, no hay cupones. Teóricamente, iban a costarle a Tyco alrededor de 25% de lo que hubiese insumido una emisión de deuda convencional. Para atraer compradores, la empresa les dio la opción de convertir los bonos al cabo de dos años.

Eran tan baratos que se hicieron populares. Tyco vendió US$ 3.600 millones en noviembre de 2000 y 2.300 millones en febrero de 2001. Lo mimo hicieron Enron, Global Crossing, Qwest y varias compañías más. Ahora el grupo afronta el riesgo de rescates anticipados por un total próximo a US$ 39.000 millones en menos de 12 meses. Los convertibles eran tentadores porque (a) brindaban las mismas ventajas tributarias que los papeles de duda comunes (que pagan más interés) y (b) licuaban menos los ingresos por acción.

Pero el esquema ideado por Merrill Lynch era un bumerán. La apuesta de Tyco –y otras- se basaba parcialmente en un alza sostenida de acciones que, el emitir los convertibles, valían US$ 57 cada una. Pero febrero termina con esos papeles en US$ 30. Por ende, los inversores que ven hundirse bonos por US$ 2.300 millones (los de febrero de 2001) tendrán que aguantarse un año, en tanto los que compraron en noviembre de 2000 (US$ 3.600 millones) podrán exigirlo en noviembre próximo.

La firma se entusiasmó al punto de vender casi US$ 5.900 millones en esos papeles. Ahora, debe prepararse para una lluvia de demandas de quienes lo poseen.

Este tipo de emisiones se coloca con descuento previo (desagio) de 7%, en vez de pagar intereses periódicamente; por eso, no hay cupones. Teóricamente, iban a costarle a Tyco alrededor de 25% de lo que hubiese insumido una emisión de deuda convencional. Para atraer compradores, la empresa les dio la opción de convertir los bonos al cabo de dos años.

Eran tan baratos que se hicieron populares. Tyco vendió US$ 3.600 millones en noviembre de 2000 y 2.300 millones en febrero de 2001. Lo mimo hicieron Enron, Global Crossing, Qwest y varias compañías más. Ahora el grupo afronta el riesgo de rescates anticipados por un total próximo a US$ 39.000 millones en menos de 12 meses. Los convertibles eran tentadores porque (a) brindaban las mismas ventajas tributarias que los papeles de duda comunes (que pagan más interés) y (b) licuaban menos los ingresos por acción.

Pero el esquema ideado por Merrill Lynch era un bumerán. La apuesta de Tyco –y otras- se basaba parcialmente en un alza sostenida de acciones que, el emitir los convertibles, valían US$ 57 cada una. Pero febrero termina con esos papeles en US$ 30. Por ende, los inversores que ven hundirse bonos por US$ 2.300 millones (los de febrero de 2001) tendrán que aguantarse un año, en tanto los que compraron en noviembre de 2000 (US$ 3.600 millones) podrán exigirlo en noviembre próximo.

Compartir:
Notas Relacionadas

Suscripción Digital

Suscríbase a Mercado y reciba todos los meses la mas completa información sobre Economía, Negocios, Tecnología, Managment y más.

Suscribirse Archivo Ver todos los planes

Newsletter


Reciba todas las novedades de la Revista Mercado en su email.

Reciba todas las novedades