Tras negarlo varias veces, Ford vende Volvo, Jaguar y Land Rover

Allegados a Alan Mulally, ex Boeing hoy CEO de FM, confiaron a Bloomberg’s que se buscan interesados en las tres marcas de alto precio. La firma se desprenderá de ellas para salvar las tambaleantes operaciones en Estados Unidos-Canadá.

12 junio, 2007

Por fin, la segunda automotriz norteamericana y sexta mundial –no tercera, como imaginan en Detroit- se resigna a cambiar de estrategia, a la sombra de los US$ 12.600 millones perdidos en 2006 (el máximo rojo nominal en la historia de Ford y del negocio), que sacaron a William Clay Ford de la presidencia ejecutiva. Ahora, miembros del clan barajan la idea de enajenar acciones y retirarse a vivir de rentas.

Lo cierto es que la empresa ya ha contratado dos bancas, Goldman Sachs y Morgan Stanley, para timonear la venta de las marcas europeas que, en verdad, nunca pudieron adaptarse al estilo de Ford Motor. La escisión se llama puertas adentro “proyecto veloz”, debido al apuro de la compañía. También se lo conoce como “gaganta profunda”, porque el secreto duró menos que en Watergate.

Por supuesto, las tratativas siguen siendo confidenciales. Eso significa que los involucrados hablan, pero pidiendo anonimato. Desprenderse de Volvo, Jaguar y Land Rover (Aston Martin las precedió) equivale a admitir veinte años de fracasos en el segmento de lujo y semilujo. Tampoco Lincoln, la marca cara local, anda bien: cayó de primera a séptima en su categoría. En relidad, como tampoco Cadillac (General Motors) brilla, puede decirse que los coches de julo norteamericanos pasaron a la historia.>

A criterio de varios especialiustas, Ford necesita con urgencia preservar capital y concentrar la gestión de recursos, eufermismo que significa afrontar una serie de fracasos en management. Por supuesto, la clave son los quebrantos en la división norteamericana que, como sucede en GM o Chrysler Group, ya no encuentra compradores para sus productos.

También al igual que sus devaluadas rivales de Detroit, el problema reside en la menor demanda de camionetas y todoterreno. Estos traganaftas, paradójicamente, debieran ser las mayores fuentes de utilidades para Ford, CG y GM. Para colmo, Volvo y Land Rover se mantienen rentables, en tanto el grupo guarda el déficit de Jaguar bajo siete llaves. Pero esta marca y Lincoln explican que la división de lujo (pomposamente conocida por “premium automotive group”) haya perdido US$ 2.320 millones en 2006.

Por fin, la segunda automotriz norteamericana y sexta mundial –no tercera, como imaginan en Detroit- se resigna a cambiar de estrategia, a la sombra de los US$ 12.600 millones perdidos en 2006 (el máximo rojo nominal en la historia de Ford y del negocio), que sacaron a William Clay Ford de la presidencia ejecutiva. Ahora, miembros del clan barajan la idea de enajenar acciones y retirarse a vivir de rentas.

Lo cierto es que la empresa ya ha contratado dos bancas, Goldman Sachs y Morgan Stanley, para timonear la venta de las marcas europeas que, en verdad, nunca pudieron adaptarse al estilo de Ford Motor. La escisión se llama puertas adentro “proyecto veloz”, debido al apuro de la compañía. También se lo conoce como “gaganta profunda”, porque el secreto duró menos que en Watergate.

Por supuesto, las tratativas siguen siendo confidenciales. Eso significa que los involucrados hablan, pero pidiendo anonimato. Desprenderse de Volvo, Jaguar y Land Rover (Aston Martin las precedió) equivale a admitir veinte años de fracasos en el segmento de lujo y semilujo. Tampoco Lincoln, la marca cara local, anda bien: cayó de primera a séptima en su categoría. En relidad, como tampoco Cadillac (General Motors) brilla, puede decirse que los coches de julo norteamericanos pasaron a la historia.>

A criterio de varios especialiustas, Ford necesita con urgencia preservar capital y concentrar la gestión de recursos, eufermismo que significa afrontar una serie de fracasos en management. Por supuesto, la clave son los quebrantos en la división norteamericana que, como sucede en GM o Chrysler Group, ya no encuentra compradores para sus productos.

También al igual que sus devaluadas rivales de Detroit, el problema reside en la menor demanda de camionetas y todoterreno. Estos traganaftas, paradójicamente, debieran ser las mayores fuentes de utilidades para Ford, CG y GM. Para colmo, Volvo y Land Rover se mantienen rentables, en tanto el grupo guarda el déficit de Jaguar bajo siete llaves. Pero esta marca y Lincoln explican que la división de lujo (pomposamente conocida por “premium automotive group”) haya perdido US$ 2.320 millones en 2006.

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