Telecomunicaciones: desnacionalizan redes norteamericanas

Sistemas mundiales que valen miles de millones, tendidos o adquiridos por firmas estadounidenses, van “desnacionalizándose”. Miles de kilómetros destinados al tráfico global de Internet pertenecen hoy a indios, chinos, europeos, etc.

6 septiembre, 2004

Durante la crisis de telcos y empresas afines, capitales ajenos a Estados Unidos fueron copando –a precios mucho más bajos que las inversiones originales- redes para transportar voz, imagen, datos y servicios por Internet. “Estos cambios en la relación de fuerzas acarrean consecuencias económicas, políticas y estratégicas. Para empezar –observa el International Herald Tribune, París-, los factores internacionales en la infraestructura de comunicaciones de una potencia son activos de defensa y seguridad, que podrían ser manejados por intereses ajenos a ella”.

Otro puntal del libre mercado, el Economist, también se rasga las vestiduras y presume que “la imprudente burbuja puntocom y los escándalos empresarios permitieron que, pese al 11 de septiembre de 2002, el proceso de enajenación de redes norteamericanas haya seguido su curso”. Ambos medios, campeones de la derregulación y la globalización de negocios, piensan de otro modo cuando se trata de los intereses estadounidenses.

Naturalmente, según la sapiencia convencional, la diversificación en la propiedad de activos básicos fomenta competencia y permite bajar precios o tarifas. Pero ¿qué decir de Halliburton como virtual monopolio de costosos servicios petroleros en Irak? ¿o, en la punta opuesta, de Global Crossing parcialmente en manos de Beijing?

Para peor, empresas de Asia oriental, sudoriental y meridional son las que más han aprovechado los problemas de sus colegas norteamericanas, la falta de restricciones en ese mercado, el acceso a capitales y la demanda. De un modo u otros, esas compañías han aumentado participación en sistemas globales asociados al tráfico en Internet. Ninguna de las economías regionales –salvo Singapur y Honkong, reductos del negocio financiero- es de mercado libre.

Firmas como Asia Netcom compraron los restos de infraestructuras hipertrofiadas, a precios de liquidación. En otras palabras, el descalabro de las telecomunicaciones privadas en América septentrional benefició al resto del mundo. Entre 2000 y este año, de “extranjerizaron” –extraña definición, viniendo de la superpotencia- redes que habían costado unos US$ 30.000 millones fueron vendidas a no más de 4.000 millones.

Por consiguiente, transportadores que se habían pasado años pugnando por eludir la hegemonía global estadounidense ofrecen hoy servicios integrados alrededor del mundo, inclusive acceso al mercado norteamericano. Si bien operadores como Sprint, MCI (ex WorldCom), AT&T o Level 3 retienen alta proporción de tráfico internacional por Internet, han dejado de ser gigantes globales sin rival.

También se ha modificado el esquema noratlántico. La red europea construida por la norteamericana Global Telesystems (valuada en US$ 1.700 millones) pasó años atrás a KPNQwets, un emprendimiento conjunto entre Qwest y la holandesa KPN. Al principio, controlaba 25% del tráfico europeo por Internet. Cuando la compañía se disolvió en 2002, la porción de Qwest, estimada en US$ 1.300 millones- se vendió por apenas 50 millones a un consorcio europeo.

El proceso no se ha agotado. La red global de Tyco International (fibra óptica), unos 60.000 kilómetros en tres continentes, está en venta. Los principales candidatos son dos empresas indias. Además, la parte de Global Crossing en Asia oriental fue absorbida por una firma semiestatal, China Netcom (la mayor transportadora del país), rebautizada Asia Netcom.

Durante la crisis de telcos y empresas afines, capitales ajenos a Estados Unidos fueron copando –a precios mucho más bajos que las inversiones originales- redes para transportar voz, imagen, datos y servicios por Internet. “Estos cambios en la relación de fuerzas acarrean consecuencias económicas, políticas y estratégicas. Para empezar –observa el International Herald Tribune, París-, los factores internacionales en la infraestructura de comunicaciones de una potencia son activos de defensa y seguridad, que podrían ser manejados por intereses ajenos a ella”.

Otro puntal del libre mercado, el Economist, también se rasga las vestiduras y presume que “la imprudente burbuja puntocom y los escándalos empresarios permitieron que, pese al 11 de septiembre de 2002, el proceso de enajenación de redes norteamericanas haya seguido su curso”. Ambos medios, campeones de la derregulación y la globalización de negocios, piensan de otro modo cuando se trata de los intereses estadounidenses.

Naturalmente, según la sapiencia convencional, la diversificación en la propiedad de activos básicos fomenta competencia y permite bajar precios o tarifas. Pero ¿qué decir de Halliburton como virtual monopolio de costosos servicios petroleros en Irak? ¿o, en la punta opuesta, de Global Crossing parcialmente en manos de Beijing?

Para peor, empresas de Asia oriental, sudoriental y meridional son las que más han aprovechado los problemas de sus colegas norteamericanas, la falta de restricciones en ese mercado, el acceso a capitales y la demanda. De un modo u otros, esas compañías han aumentado participación en sistemas globales asociados al tráfico en Internet. Ninguna de las economías regionales –salvo Singapur y Honkong, reductos del negocio financiero- es de mercado libre.

Firmas como Asia Netcom compraron los restos de infraestructuras hipertrofiadas, a precios de liquidación. En otras palabras, el descalabro de las telecomunicaciones privadas en América septentrional benefició al resto del mundo. Entre 2000 y este año, de “extranjerizaron” –extraña definición, viniendo de la superpotencia- redes que habían costado unos US$ 30.000 millones fueron vendidas a no más de 4.000 millones.

Por consiguiente, transportadores que se habían pasado años pugnando por eludir la hegemonía global estadounidense ofrecen hoy servicios integrados alrededor del mundo, inclusive acceso al mercado norteamericano. Si bien operadores como Sprint, MCI (ex WorldCom), AT&T o Level 3 retienen alta proporción de tráfico internacional por Internet, han dejado de ser gigantes globales sin rival.

También se ha modificado el esquema noratlántico. La red europea construida por la norteamericana Global Telesystems (valuada en US$ 1.700 millones) pasó años atrás a KPNQwets, un emprendimiento conjunto entre Qwest y la holandesa KPN. Al principio, controlaba 25% del tráfico europeo por Internet. Cuando la compañía se disolvió en 2002, la porción de Qwest, estimada en US$ 1.300 millones- se vendió por apenas 50 millones a un consorcio europeo.

El proceso no se ha agotado. La red global de Tyco International (fibra óptica), unos 60.000 kilómetros en tres continentes, está en venta. Los principales candidatos son dos empresas indias. Además, la parte de Global Crossing en Asia oriental fue absorbida por una firma semiestatal, China Netcom (la mayor transportadora del país), rebautizada Asia Netcom.

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