Shell estudia posibilidades en Tierra del Fuego

La provincia argentina es una de las candidatas, al igual que Australia, Indonesia, Egipto y Trinidad y Tobago, para convertirse en la sede de una megaplanta de tratamiento de gas, que costará US$ 1.500 millones y generará 10.000 empleos.

11 abril, 2001

La petrolera angloholandesa Royal Dutch Shell, a través de su subsidiaria Shell Gas and Power, planea construir una superplanta de tratamiento de gas natural, para su posterior conversión en combustible líquido, que costaría US$ 1.500 millones y podría levantarse en la provincia argentina de Tierra del Fuego.

La empresa petrolera aun no confirmó cual será la sede (al parecer se sabrá recién a fin de año) aunque David Beer, presidente de la filial argentina, se reunió con el ministro de Infraestructura, Carlos Bastos, para confirmarle que Tierra del Fuego es una de las candidatas junto a Australia, Trinidad y Tobago, Egipto, Irán e Indonesia.

De inclinarse por la provincia más austral de la Argentina, Shell ubicaría el emplazamiento a 60 kilómetros de Río Grande, la capital, y al cabo de tres años generaría unos 10.000 empleos, contabilizando mano de obra para la construcción y el personal fijo.

La inversión estimada supera los US$ 1.500 millones, que serán utilizados por montar un complejo para el tratamiento del gas que proveerá el consorcio que opera en la Cuenca Austral Marina (integrado por Totalfina Elf, Wintershall y Pan American Energy), y que tras ser transportado off shore, será transformado en combustible líquido, gracias a un sistema exclusivo de Shell conocido como Síntesis de Destilados Medios.

Para lograr el nivel de abastecimiento que requerirá la planta de la petrolera angloholandesa, este consorcio deberá duplicar su nivel de extracción y esto supondrá a su vez una inversión cercana a los US$ 500 millones, según las estimaciones de los expertos.

“La desregulación del mercado de hidrocarburos ubica a la Argentina en muy buenas condiciones para que reciba esta inversión, además de otras ventajas”, explicó David Beer, que el pasado año había asegurado futuras inversiones en el país, si se concretaba la sanción de una ley federal de hidrocarburos que posibilite una rápida liberalización del sector.

Beer manifestó en diversos medios que “esa condición no es excluyente hoy, pero sería un buen paso para contar con normas de competencia precisas”, explicó al mismo tiempo que giró el tema hacia el Congreso argentino, que aun mantiene pendiente el tratamiento de esa normativa.

La inversión en Tierra del Fuego depende de la calidad y los volúmenes de la Cuenca Austral, pero también de aspectos impositivos y de mercado, aunque el presidente de Shell, admitió también que sus accionistas sienten cierto recelo hacia la Argentina, y preferirían que el Gobierno diagramara un escenario “más previsible”.

Un tema puntual, es que Shell pide la renovación del régimen de promoción industrial fueguino, que vence en 2013, y esa decisión que pende sobre el gobernador provincial Carlos Manfredotti.

La planta, que tendría una capacidad de producción de 75.000 barriles diarios, generaría además 100 megavatios de electricidad y 11.000 toneladas de agua pura por día, que eventualmente podrían utilizarse para otros fines.

La petrolera angloholandesa Royal Dutch Shell, a través de su subsidiaria Shell Gas and Power, planea construir una superplanta de tratamiento de gas natural, para su posterior conversión en combustible líquido, que costaría US$ 1.500 millones y podría levantarse en la provincia argentina de Tierra del Fuego.

La empresa petrolera aun no confirmó cual será la sede (al parecer se sabrá recién a fin de año) aunque David Beer, presidente de la filial argentina, se reunió con el ministro de Infraestructura, Carlos Bastos, para confirmarle que Tierra del Fuego es una de las candidatas junto a Australia, Trinidad y Tobago, Egipto, Irán e Indonesia.

De inclinarse por la provincia más austral de la Argentina, Shell ubicaría el emplazamiento a 60 kilómetros de Río Grande, la capital, y al cabo de tres años generaría unos 10.000 empleos, contabilizando mano de obra para la construcción y el personal fijo.

La inversión estimada supera los US$ 1.500 millones, que serán utilizados por montar un complejo para el tratamiento del gas que proveerá el consorcio que opera en la Cuenca Austral Marina (integrado por Totalfina Elf, Wintershall y Pan American Energy), y que tras ser transportado off shore, será transformado en combustible líquido, gracias a un sistema exclusivo de Shell conocido como Síntesis de Destilados Medios.

Para lograr el nivel de abastecimiento que requerirá la planta de la petrolera angloholandesa, este consorcio deberá duplicar su nivel de extracción y esto supondrá a su vez una inversión cercana a los US$ 500 millones, según las estimaciones de los expertos.

“La desregulación del mercado de hidrocarburos ubica a la Argentina en muy buenas condiciones para que reciba esta inversión, además de otras ventajas”, explicó David Beer, que el pasado año había asegurado futuras inversiones en el país, si se concretaba la sanción de una ley federal de hidrocarburos que posibilite una rápida liberalización del sector.

Beer manifestó en diversos medios que “esa condición no es excluyente hoy, pero sería un buen paso para contar con normas de competencia precisas”, explicó al mismo tiempo que giró el tema hacia el Congreso argentino, que aun mantiene pendiente el tratamiento de esa normativa.

La inversión en Tierra del Fuego depende de la calidad y los volúmenes de la Cuenca Austral, pero también de aspectos impositivos y de mercado, aunque el presidente de Shell, admitió también que sus accionistas sienten cierto recelo hacia la Argentina, y preferirían que el Gobierno diagramara un escenario “más previsible”.

Un tema puntual, es que Shell pide la renovación del régimen de promoción industrial fueguino, que vence en 2013, y esa decisión que pende sobre el gobernador provincial Carlos Manfredotti.

La planta, que tendría una capacidad de producción de 75.000 barriles diarios, generaría además 100 megavatios de electricidad y 11.000 toneladas de agua pura por día, que eventualmente podrían utilizarse para otros fines.

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