Piratas de la malta

Barba Roja, la empresa detrás de una de las cervezas artesanales con más fans, encontró su lugar en el mercado del lado de las franquicias y los restós gourmet. ¿Podrá contra los grandes? Por Matías Castro. 

30 julio, 2015

Seguramente los cordobeses no estarán de acuerdo pero no hay dudas de que la Argentina es tierra cervecera. Y en esta tierra compiten varias marcas mainstream –con un claro ganador en Quilmes- y algunas, pequeñas y artesanales. Con ese posicionamiento nació Antares y ahora Barba Roja pretende hacer lo mismo pero a menor escala. 

 

Aunque se hicieron conocidos hace pocos años, la historia de la marca empieza antes: en 2001. Cuando Analía Mastroiani vuelve de Europa con una idea. “En el 2001 cuando volví mi papá decidió aceptar una oferta para comprar una empresa de cervezas”, cuenta la hoy licenciada en Marketing de 35 años que hoy se encarga junto con su padre de Barba Roja. Con capital argentino, pero con el know how de empresas de República Checa “porque son el país con más consumo per cápita y con más experiencia”, aclaran, decidieron crear un producto que pudiese competir con otros pequeños establecimientos cerveceros que, se estima, no ocupan ni 1% del marketshare cervecero local. A pesar del volumen, qué ruído hacen. 

 

“Es evidente que no tuvimos ni tenemos el capital de las grandes cervezas industriales” confiesa Mastroiani. Resolvieron el impedimento financiero usando un terreno que la familia tenía en Escobar y convirtiendolo en complejo cervecero, con varias atracciones como hospedaje en cabañas, restaurantes y centros de juegos para niños. “La idea era difundir el concepto de cerveza artesanal que no estaba instalado en el país como una forma de ingresar al mercado”. cuenta. Gracias a la participación en varios festivales como el Oktoberfest o Caminos y Sabores, “pudimos ir de a poco dando a conocer la marca y la propuesta”.

 

Dio resultado. Un año después ya se habían lanzado a todo el país con la propuesta de cerveza artesanal y con sabores originales. como la cerveza de flores que es única en la región. Luego vino la idea de exportar a otros países de la región e, incluso, a Europa. Pero la clave del modelo de negocios actual está en acaparar el circuito de bares y restó gourmet donde la cerveza de la marca es una de las opciones. El viejo circuito cervecero de Escobar también sufrió modificaciones: ahora es un barco pirata, en sintonía con su mascota empresarial, que se llama Bucanero Restó. 

 

“Ahora en éstos últimos años decidimos apostar al modelo de las franquicias” explica Mastroiani. Buscan tener bares exclusivos donde encontrar su cerveza.  “Estamos leyendo que en el mercado que la tendencia mundial es tener muchas canillas de cerveza donde se pueda probar mucha variedad”. Esperan abrir al menos cuatro franquicias el primer año y seis el siguiente. 

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