Nortel: irregularidades contables en el balance 2003

Hace año y medio, el presidente de la canadiense Nortel Networks aseguró que se habían acabado los déficit. Al empezar 2003, esa meta seguía distante. Poco después, se apelaría a un maquillaje contable ahora puesto en evidencia.

5 julio, 2004

Al parecer, Frank Dunn no controlaba bien los números. Todavía en enero de 2003, la firma estimaba en US$ 112 millones en rojo para todo el primer trimestre. De pronto, en febrero la proyección cayó a sólo 32.000.000. En marzo, el déficit se ajustaba a sólo veinte millones. A fin del mismo mes, el trimestre cerraba ganando US$ 40 millones, algo que no sucedía desde 1999.

Auditores, firmas especializadas, analistas y columnistas de Wall Street, Toronto y Montreal miraban para otro lado. También el II trimestre fue un éxito y los jerárquicos embolsaron millones de dólares en bonificaciones. Igual sucedió al cerrar el año, sólo que el despliegue mucho más generoso.

A cuatro meses de eso, la propia junta directiva del grupo revela que la compañía explotó ciertos recursos contables para aparentar utilidades. Varios eslabones de la cadena eran tan pequeños que resultaban casi imposibles de rastrear pero, en abril, los despidieron a Dunn, al director financiero y al contador general (Douglas Beatty, Michael Golloghly). Aún entonces, la prensa bursátil no se interesaba mucho en el asunto.

Tanta indiferencia es difícil de explicar, máxime recordando la historia reciente de Nortel. En 1999-2000, ventas, réditos y cotización de la firma van para arriba hasta deteriorase notoriamente, desde fines de ese año, pues los clientes empiezan a gastar menos. Hacia mediados de 2002, Dunn promete que la compañía volverá a dar ganancias en junio de 2003, pero ese objeto parecer cumplirse ya en marzo/abril.

En un alarde de habilidad contable, a fines del año pasado se “corrigen” los resultados financieros desde 2000 hasta el II trimestre de 2003. Hoy, debe volver a calculárselos. Pero, todavía a la hora de informar sobre los tres despidos, el directorio eludía explicaciones claras.

En los días áureos, Nortel brillaba junto a Cisco Systems o Lucent Technologies. Sus ventas de equipos para interconexiones se triplicaron (de US$ 10.000 a 30.000 millones anuales) en el quinquenio 1996-2000. Pero, al pincharse la burbuja puntocom –marzo de 2002 en adelante-, todo se derrumbó y la firma redujo de 95.000 a 35.000 el personal.

Ahora, claro, Nortel está siendo investigada por la Comisión de Valores de Ontario, la Comisión Federal de Valores (Estados Unidos) y la justicia norteamericana. Técnicamente, está en moratoria con los bancos y, en poco tiempo, habrá eliminado de libros todas las utilidades inventadas por Beatty y Golloghly. Entretanto, el abogado de Dunn sostiene que éste no sabía nada.

En cuanto a los trucos, analistas independientes destacan el uso indebido de partidas conocidas como “responsabilidades acumuladas”. Se originan en cargos que una compañía asume, a menudo, en conceptos como costos de fusiones, depreciaciones y obligaciones contractuales. Así, una compañía puede asumir un cargo en forma de reembolso, si no se ha cumplido un contrato en plazo. Esto pasa al balance hasta el momento de abonarse y los cargos tienden a acumularse. Ahora bien, existen instrumentos que permiten echar mano a esas responsabilidades y contabilizar como ingresos las sumas retiradas.

Es posible explotar el recurso de dos maneras. Las empresas pueden sobrestimar las responsabilidades o mantenerlas en libros largo tiempo, En cualquiera de ambos casos, la idea es emplearlas para aumentar utilidades en fecha posterior. “El truco es uno de los tres más empleados en el oficio”, señalan expertos de Nomura Securities y Lehman Brothers.

Al parecer, Frank Dunn no controlaba bien los números. Todavía en enero de 2003, la firma estimaba en US$ 112 millones en rojo para todo el primer trimestre. De pronto, en febrero la proyección cayó a sólo 32.000.000. En marzo, el déficit se ajustaba a sólo veinte millones. A fin del mismo mes, el trimestre cerraba ganando US$ 40 millones, algo que no sucedía desde 1999.

Auditores, firmas especializadas, analistas y columnistas de Wall Street, Toronto y Montreal miraban para otro lado. También el II trimestre fue un éxito y los jerárquicos embolsaron millones de dólares en bonificaciones. Igual sucedió al cerrar el año, sólo que el despliegue mucho más generoso.

A cuatro meses de eso, la propia junta directiva del grupo revela que la compañía explotó ciertos recursos contables para aparentar utilidades. Varios eslabones de la cadena eran tan pequeños que resultaban casi imposibles de rastrear pero, en abril, los despidieron a Dunn, al director financiero y al contador general (Douglas Beatty, Michael Golloghly). Aún entonces, la prensa bursátil no se interesaba mucho en el asunto.

Tanta indiferencia es difícil de explicar, máxime recordando la historia reciente de Nortel. En 1999-2000, ventas, réditos y cotización de la firma van para arriba hasta deteriorase notoriamente, desde fines de ese año, pues los clientes empiezan a gastar menos. Hacia mediados de 2002, Dunn promete que la compañía volverá a dar ganancias en junio de 2003, pero ese objeto parecer cumplirse ya en marzo/abril.

En un alarde de habilidad contable, a fines del año pasado se “corrigen” los resultados financieros desde 2000 hasta el II trimestre de 2003. Hoy, debe volver a calculárselos. Pero, todavía a la hora de informar sobre los tres despidos, el directorio eludía explicaciones claras.

En los días áureos, Nortel brillaba junto a Cisco Systems o Lucent Technologies. Sus ventas de equipos para interconexiones se triplicaron (de US$ 10.000 a 30.000 millones anuales) en el quinquenio 1996-2000. Pero, al pincharse la burbuja puntocom –marzo de 2002 en adelante-, todo se derrumbó y la firma redujo de 95.000 a 35.000 el personal.

Ahora, claro, Nortel está siendo investigada por la Comisión de Valores de Ontario, la Comisión Federal de Valores (Estados Unidos) y la justicia norteamericana. Técnicamente, está en moratoria con los bancos y, en poco tiempo, habrá eliminado de libros todas las utilidades inventadas por Beatty y Golloghly. Entretanto, el abogado de Dunn sostiene que éste no sabía nada.

En cuanto a los trucos, analistas independientes destacan el uso indebido de partidas conocidas como “responsabilidades acumuladas”. Se originan en cargos que una compañía asume, a menudo, en conceptos como costos de fusiones, depreciaciones y obligaciones contractuales. Así, una compañía puede asumir un cargo en forma de reembolso, si no se ha cumplido un contrato en plazo. Esto pasa al balance hasta el momento de abonarse y los cargos tienden a acumularse. Ahora bien, existen instrumentos que permiten echar mano a esas responsabilidades y contabilizar como ingresos las sumas retiradas.

Es posible explotar el recurso de dos maneras. Las empresas pueden sobrestimar las responsabilidades o mantenerlas en libros largo tiempo, En cualquiera de ambos casos, la idea es emplearlas para aumentar utilidades en fecha posterior. “El truco es uno de los tres más empleados en el oficio”, señalan expertos de Nomura Securities y Lehman Brothers.

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