Mercado orgánico y revolución en alimentos

Hasta hace poco, los alimentos orgánicos ocupaban un nicho en el mercado. Poco a poco sus principios invaden la industria convencional y van camino de legitimarse.

23 marzo, 2009

<p>El movimiento &ldquo;org&aacute;nico&rdquo; que brega por alimentos naturales podr&iacute;a estar a punto de entrar en una etapa de masificaci&oacute;n. Si bien es cierto que las ventas de alimentos org&aacute;nicos detuvieron su crecimiento (otra v&iacute;ctima de la crisis)&nbsp; y hasta podr&iacute;a decirse que comenzaron a declinar,&nbsp; frente a un a&ntilde;o atr&aacute;s, el esp&iacute;ritu entre los pioneros es de entusiasmo: la administraci&oacute;n Obama dio vuelta el viento.&nbsp; <br />
Se reunieron tambi&eacute;n para saborear su cambio de suerte pol&iacute;tica, cortes&iacute;a de la administraci&oacute;n Obama. <br />
En la &uacute;ltima feria de alimentos org&aacute;nicos realizada en Anaheim, California, Gary Hirshberg, director ejecutivo de Stonyfield Farm, dijo: &ldquo;Lo nuestro nunca fue s&oacute;lo negocio. Estamos aqu&iacute; para cambiar el mundo. Durante d&eacute;cadas hemos so&ntilde;ado con este momento.&rdquo;<br />
Despu&eacute;s de haber sido ignorados por Washington durante largos a&ntilde;os, los defensores de alimentos org&aacute;nicos y locales han encontrado alguien que escucha en la Casa Blanca y que promete abogar por una provisi&oacute;n sostenible de alimentos m&aacute;s nutritivos. Esa persona es Michelle Obama, quien subray&oacute; la necesidad de consumir alimentos locales frescos y no procesados. Michelle acaba de comenzar a plantar, en los predios de la Casa Blanca, una huerta para consumo interno.&nbsp; <br />
Pero m&aacute;s alentador que eso &ndash; que al fin y al cabo podr&iacute;a reducirse a un gesto de voluntad individual &ndash; es la nueva postura adoptada por el&nbsp; Departamento de Agricultura, un organismo con viejos y estrechos lazos con el agribusiness. <br />
A mediados de febrero el nuevo Secretario de Agricultura, Tom Vilsack, tom&oacute; un martillo neum&aacute;tico y comenz&oacute; a perforar el pavimento detr&aacute;s de las oficinas del Ministerio para crear su propio &ldquo;jard&iacute;n p&uacute;blico org&aacute;nico&rdquo;. Dos semanas despu&eacute;s, la Administraci&oacute;n Obama nombr&oacute; a Kathleen Merrigan, conocida defensora de la agricultura sostenible, como n&uacute;mero dos de Vilsack. <br />
Se advierte, por tanto, un cambio de rumbo en el gobierno de Estados Unidos. <br />
Los activistas aspiran a que tales acciones sean precursoras de grandes cambios en la forma en que el gobierno federal supervisa la provisi&oacute;n de alimentos del pa&iacute;s y que aliente la demanda de productos org&aacute;nicos, frescos y locales. Ya han hecho llegar un sinn&uacute;mero de ideas ambiciosas. <br />
Con todo, algunos activistas temen que sus sue&ntilde;os de una dieta menos procesada pronto choque con las realidades de Washington y las angustias financieras que se expanden por el pa&iacute;s. Muchos est&aacute;n viajando a Washington para entregar una copia de &ldquo;Food Inc.,&rdquo; (un documental que contiene una &aacute;cida cr&iacute;tica del agribusiness, de los alimentos procesados y ataques a lobbies y a empresas como Monsanto). Si no los reciben no se sorprender&aacute;n: &ldquo;estamos acostumbrados a que nos dejen esperando en la puerta&rdquo;, dice Walter Robb, presidente y CEO de Whole Foods Market, una importante cadena de almacenes org&aacute;nicos. <br />
En el centro del movimiento de la comida sostenible est&aacute; la creencia que Estados Unidos es eficiente en la producci&oacute;n de alimentos abundantes y baratos que enriquecen a las empresas y al agribusiness, pero que son poco saludables y malos para el medio ambiente. <br />
Seg&uacute;n los activistas, la culpa la tiene el gobierno federal, porque paga millones en subsidios a los agricultores para que produzcan granos y soja. El resultado es sobreabundancia de granos que brinda alimento barato para el ganado e ingredientes baratos como el jarabe de ma&iacute;z, alto en fructosa.<br />
Ellos plantean que la pol&iacute;tica agraria &ndash; y los d&oacute;lares federales &ndash; deber&iacute;an en cambio alentar a los granjeros a cultivar cosechas diversas, permitir pr&aacute;cticas de conservaci&oacute;n y promover las redes de alimentos locales que usan menos combustibles f&oacute;siles&nbsp; para fertilizar y transportar. <br />
Pero los defensores de la agricultura convencional dicen que el m&eacute;todo org&aacute;nico no puede generar alimentos suficientes porque los rindes tienden a ser m&aacute;s bajos que los de los cultivos logrados con fertilizantes qu&iacute;micos. Admiten que lo org&aacute;nico tiene su lugar, pero que no alcanza para alimentar al mundo. <br />
El debate no es nuevo. Se viene dando ya desde hace a&ntilde;os. Lo que es nuevo es que el movimiento por los alimentos sostenibles ha ganado importancia comercial con el &eacute;xito de los alimentos org&aacute;nicos en la &uacute;ltima d&eacute;cada y con el espaldarazo de chefs y personajes de la far&aacute;ndula. Tambi&eacute;n fue ayudado por la preocupaci&oacute;n que generan la epidemia de obesidad y la seguridad de los alimentos. <br />
Aunque todav&iacute;a los argumentos &ldquo;org&aacute;nicos&rdquo; no han logrado mucha fuerza en Washington, los activistas y emprendedores han logrado que mucha gente piense en lo que come. <br />
Pero esa mayor conciencia de los consumidores motiv&oacute; cambios importantes en las empresas convencionales. Heinz, por ejemplo, ha reducido enormemente la cantidad de aditivos que utiliza en sus procesos&nbsp; y su CEO cree que &eacute;sa es una tendencia en casi todas las grandes compa&ntilde;&iacute;as tradicionales. <br />
O sea, que la idea de los alimentos sostenibles va filtr&aacute;ndose poco a poco en la corriente principal del pensamiento y ah&iacute; s&iacute; que estar&iacute;amos entonces al filo de una verdadera revoluci&oacute;n en la producci&oacute;n de alimentos. </p>
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