Los gigantes tecnológicos podrían generar la próxima crisis financiera

Como los grandes bancos, las grandes tecnológicas usan su poder de lobby para evitar que las regulen y jugar con reglas diferentes. Y también como los grandes bancos podrían provocar el caos financiero generalizado. El análisis pertenece a Rana Foroohar, analista económica de la CNN y columnista del Financial Times.

26 mayo, 2020

Foroohar comienza su planteo recordando una sentencia del gurú del management Peter Drucker cuando dijo que “en toda gran caída económica de la historia de Estados Unidos, los “villanos” fueron los mismos que habían sido los “héroes” en el boom anterior. “

En la última crisis – la financiera de 2008 — los villanos fueron los grandes bancos. Considerados “demasiado grandes para caer”, fueron ellos los responsables del desplome de las acciones, de los salarios y de los precios de la vivienda.

Durante toda la última década el alza del mercado tuvo a las compañías tecnológicas a la cabeza. Siguiendo el razonamiento de Drucker, en la próximas crisis podrían ser ellas las que se conviertan en villanos. Foroohar elige a Apple para explicar cómo las grandes tecnológicas, las nuevas instituciones “demasiado grandes para caer”, podrían sembrar las semillas de la próxima crisis.

El tamaño termina siendo un problema. No porque ser grande sea algo intrínsecamente malo sino porque la complejidad de esas organizaciones las hace difíciles de controlar. Como los grandes bancos, las grandes empresas tecnológicas usan su poder de lobby para intentar evitar la regulación y enviar a la población el mensaje de que merecen jugar con reglas diferentes.

En primer lugar, recurren a una particular ingeniería financiera. Como muchas de las grandes multinacionales, Apple tiene montañas de dinero en efectivo y mucha deuda. Eso es porque, como casi todas las compañías ricas, ha colocado gran parte de su dinero en paraísos fiscales, un elemento en el kafkiano juego financiero que se desarrolló desde la crisis financiera de 2008. En aquel momento, las tasas de interés bajaron y los bancos centrales inundaron la economía con dinero fácil para lograr la recuperación. Pero las principales beneficiarias fueron las grandes compañías que emitieron gran cantidad de deuda barata y la usaron para recomprar sus acciones y pagar dividendos, lo que infló los precios de las acciones pero no la economía real.

Así fue como creció la brecha de riqueza que, según muchos economistas, no solo es el principal factor del débil crecimiento económico sino también del avance del populismo político.

Ese fenómeno creció con otra tendencia: el crecimiento de los intangibles — propiedad intelectual y marcas– frente a los bienes tangibles.

En su libro “Capitalismo sin capital” Jonathan Haskel y Stian Westlake muestran que este cambio apareció alrededor del 2000 pero despegó con la introducción del iPhone en 2007. La economía digital tiende a crear súper estrellas porque el software y los servicios de Internet son fácilmente escalables. Eso permite que un puñado de compañías crezcan rápidamente y se coman el queso de todas las demás. Pero según Haskel y Westlake, también reduce la inversión en la economía. No solo porque los bancos son renuentes a prestarle a empresas cuyos activos intangibles podrían desaparecer si llegan a quedar patas para arriba sino además por el efecto “ganador lleva todo”, del que gozan compañías como Apple.

Probablemente esa sea la razón de la desaparición de startups, de la baja en la creación de empleos y de la caída de la demanda. La concentración de poder de que gozan compañías como Apple y Amazon es la razón fundamental aumento fenomenal de fusiones y adquisiciones. En los medios y las telecomunicaciones especialmente, muchas compañías tomaron gran cantidad de deuda para poder competir en este nuevo entorno del streaming video y medios digitales. Esa deuda ahora tambalea, lo que hace pensar que la próxima gran crisis probablemente no surja de los bancos sino del sector empresarial.

El crecimiento rápido del nivel de deuda es históricamente el mejor indicador de una crisis. Y en los últimos años, las compañías en economías avanzadas han emitido una cantidad récord de deuda: el mercado de bonos creció 70% en los últimos 10 años mientras las compañías se beneficiaban con dinero fácil.

Si se alteran las tasas de interés, muchas se verán vulnerables. El Banco de Pagos Internacionales (que vigila el sistema financiero global) advierte que el largo periodo de tasas de interés bajas ha creado gran número de compañías que no van a tener ganancias suficientes para el repago de su deuda si las tasas suben. Cuando suban, advierte el Banco, las pérdidas y las repercusiones pueden ser graves.

 

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