Los aeropuertos crecen, pero el momento ya no es propicio
Durante la última década, los aeropuertos de Estados Unidos prepararon y pusieron en marcha infinidad de proyectos para aumentar el número de pistas y terminales para manejar el tráfico de pasajeros que parecía seguro seguiría creciendo.
21 noviembre, 2008
Ahora, muchos de esos nuevos desarrollos ya se están terminando y el momento no podría ser peor.
Las aerolíneas están reduciendo hasta 20% de su programa de vuelos internos por los precios del petróleo del último verano y la debilidad de la economía. Para el año próximo tienen proyectadas más reducciones. Para los pasajeros la buena noticia es que toda esa nueva capacidad en el sistema puede contribuir a reducir las demoras, al menos en los vuelos que no estén afectados por los cuellos de botella creados por los tres aeropuertos en la zona de Nueva York.
Los aeropuertos internacionales O’Hare de Chicago, Dulles de Washington y Tacoma de Seattle, han abierto o están habilitando nuevas pistas. Una nueva terminal se inauguró en Detroit y en Kennedy Airport, la flamante terminal 5 inaugurada en octubre está dedicada a los vuelos de JetBlue Airways.
Pero ese crecimiento tiene un costo para las aerolíneas y para los pasajeros, que pagan esos proyectos con pasajes más altos. Y ahora son los mismos ejecutivos de las aerolíneas que antes rogaban a los directivos de los aeropuertos que aumentaran sus instalaciones, los que hablan de parar con los proyectos que costaron cientos de millones de dólares en la última década.
Según la Air Transport Association, la entidad que agrupa a las aerolíneas, las transportadoras pagaron un total de US$ 615 millones en 2007. El costo medio para un pasajero por cada vuelo es US$ 5,87, según Moody’s Investor Services.
Los más grandes errores de cálculo en construcciones nuevas se dieron en las ciudades nucleares (hub), donde los aeropuertos gastaron millonadas para satisfacer las demandas de una sola aerolínea, muchas veces para luego verla caerse a pedazos.
Ahora, muchos de esos nuevos desarrollos ya se están terminando y el momento no podría ser peor.
<p>Las aerolíneas están reduciendo hasta 20% de su programa de vuelos internos por los precios del petróleo del último verano y la debilidad de la economía. Para el año próximo tienen proyectadas más reducciones. Para los pasajeros la buena noticia es que toda esa nueva capacidad en el sistema puede contribuir a reducir las demoras, al menos en los vuelos que no estén afectados por los cuellos de botella creados por los tres aeropuertos en la zona de Nueva York. </p>
<p>Los aeropuertos internacionales O’Hare de Chicago, Dulles de Washington y Tacoma de Seattle, han abierto o están habilitando nuevas pistas. Una nueva terminal se inauguró en Detroit y en Kennedy Airport, la flamante terminal 5 inaugurada en octubre está dedicada a los vuelos de JetBlue Airways. </p>
<p>Pero ese crecimiento tiene un costo para las aerolíneas y para los pasajeros, que pagan esos proyectos con pasajes más altos. Y ahora son los mismos ejecutivos de las aerolíneas que antes rogaban a los directivos de los aeropuertos que aumentaran sus instalaciones, los que hablan de parar con los proyectos que costaron cientos de millones de dólares en la última década. </p>
<p>Según la Air Transport Association, la entidad que agrupa a las aerolíneas, las transportadoras pagaron un total de US$ 615 millones en 2007. El costo medio para un pasajero por cada vuelo es US$ 5,87, según Moody’s Investor Services. </p>
<p>Los más grandes errores de cálculo en construcciones nuevas se dieron en las ciudades nucleares (hub), donde los aeropuertos gastaron millonadas para satisfacer las demandas de una sola aerolínea, muchas veces para luego verla caerse a pedazos. </p>