Lo que cobran las tarjetas de crédito

Usuarios de tarjetas de crédito han iniciado en Estados Unidos una protesta por la tasa nunca aclarada que cobran las tarjetas –además de los bancos emisores– por los gastos que clasifican como “tasa de conversión de moneda”.

17 junio, 2005

Está claro, dice un periodista que decidió investigar el tema con cierta profundidad, que algo tienen que cobrar por el servicio de hacer la conversión y la comodidad que uno tiene de hacer compras fácilmente en el exterior. Pero, ¿cuánto suma ese costo?, ¿cuánto cobra la tarjeta?, ¿cuánto cobra el banco emisor? Lo único que recibe el usuario cuando le llega su estado de cuenta es la cantidad de dinero que gastó en esa compra, en dólares o en la moneda del país que corresponda. Nada aparece allí sobre la moneda en que se hizo la compra ni la cotización del día en que fue realizada dicha operación.
Quien no ponga un poco de cuidado ni se dedique a leer la letra chica, ni siquiera se entera de la tarifa que aplican sobre esa compra.

Aparentemente debido a la creciente cantidad de quejas de los usuarios, Visa anunció la semana pasada que suspendía el cobro de 1% por el servicio de tasar todas las transacciones transnacionales realizadas en la misma moneda. Acompañó el anuncio diciendo simplemente que estaba “revisando la estructura de cobros”.

Para la investigación que realizó un periodista de New York Times, fue entrevistado Larry Bradley, un usuario, quien cambia de tarjeta todos los años para escaparle al aumento de las tarifas de conversión de moneda. “Es un robo”, se queja. “Las tarjetas de crédito suponen que sus clientes no leen la letra chica de los acuerdos, pero yo sí lo hago”.

Una de las conclusiones a que arribó la investigación es que muchas o casi todas las cargas son injustificadas. Como las compañías de tarjetas de crédito no lo creen así, el investigador, Christopher Elliott, les pidió que lo explicaran desde su punto de vista.

Simon Barker, vocero de Visa, dijo que la tasa paga “el costo básico de tener el acceso que se consigue cuando se usa Visa internacionalmente”. ¿Como, por ejemplo?, preguntó Elliott. “Es por el beneficio de usar la tarjeta”, fue la respuesta.

American Express, que por lo mismo cobra una tasa de 2%, no quiso aclarar cuánto le cuesta a la compañía cambiar monedas. Pero la portavoz Desiree Fish, dijo que esa tasa está de acuerdo con lo que se cobra en el negocio. Esa respuesta podría interpretarse, dice Elliott, como “cobramos porque todos lo hacen”.

Pero las tarjetas no son las únicas que meten la mano en nuestros bolsillos. También están los bancos emisores. Elliott llamó por teléfono al banco que emite su tarjeta Visa, el Wells Fargo, para preguntar por qué cobra 3% por manejar la conversión de moneda en las compras que realiza en el exterior. La persona que le respondió en el servicio de atención al cliente, no tenía idea. La segunda, argumentó que el banco necesita recaudar más dinero. Como la explicación no le cuadraba, Elliott llamó al gerente presentándose en calidad de periodista. La explicación que recibió fue que el gravamen combinado de 3% -que el banco cobra desde 2000- era necesario para cubrir “la conveniencia” de usar una tarjeta en el extranjero, y el costo y riesgo de la conversión de monedas. No pudo explicar con ejemplos cuáles eran los costos del banco.

La explicación más convincente la dio Linda Sherry, representante de Consumer Action, una ONG que vigila los honorarios de las tarjetas de crédito. “No hay razón legítima alguna para que las tarjetas de crédito apliquen una tasa a la conversión de moneda”, dijo. “Sencillamente, es un gran negocio para bancos y empresas de tarjetas. Es dinero regalado”.

Nadie va a suponer, concluye Elliott, que las empresas de tarjeta de crédito y sus bancos asociados van a convertir gratis dólares a euros o yenes. Claro que tienen costos y que corren riesgos al hacer esas transacciones. Lo que a la gente le molesta, es la absoluta confusión que rodea los términos y la falta de información sobre tasa de cambio al día de la compra, precio de origen expresado en moneda extranjera y equivalencia en moneda nacional.

Está claro, dice un periodista que decidió investigar el tema con cierta profundidad, que algo tienen que cobrar por el servicio de hacer la conversión y la comodidad que uno tiene de hacer compras fácilmente en el exterior. Pero, ¿cuánto suma ese costo?, ¿cuánto cobra la tarjeta?, ¿cuánto cobra el banco emisor? Lo único que recibe el usuario cuando le llega su estado de cuenta es la cantidad de dinero que gastó en esa compra, en dólares o en la moneda del país que corresponda. Nada aparece allí sobre la moneda en que se hizo la compra ni la cotización del día en que fue realizada dicha operación.
Quien no ponga un poco de cuidado ni se dedique a leer la letra chica, ni siquiera se entera de la tarifa que aplican sobre esa compra.

Aparentemente debido a la creciente cantidad de quejas de los usuarios, Visa anunció la semana pasada que suspendía el cobro de 1% por el servicio de tasar todas las transacciones transnacionales realizadas en la misma moneda. Acompañó el anuncio diciendo simplemente que estaba “revisando la estructura de cobros”.

Para la investigación que realizó un periodista de New York Times, fue entrevistado Larry Bradley, un usuario, quien cambia de tarjeta todos los años para escaparle al aumento de las tarifas de conversión de moneda. “Es un robo”, se queja. “Las tarjetas de crédito suponen que sus clientes no leen la letra chica de los acuerdos, pero yo sí lo hago”.

Una de las conclusiones a que arribó la investigación es que muchas o casi todas las cargas son injustificadas. Como las compañías de tarjetas de crédito no lo creen así, el investigador, Christopher Elliott, les pidió que lo explicaran desde su punto de vista.

Simon Barker, vocero de Visa, dijo que la tasa paga “el costo básico de tener el acceso que se consigue cuando se usa Visa internacionalmente”. ¿Como, por ejemplo?, preguntó Elliott. “Es por el beneficio de usar la tarjeta”, fue la respuesta.

American Express, que por lo mismo cobra una tasa de 2%, no quiso aclarar cuánto le cuesta a la compañía cambiar monedas. Pero la portavoz Desiree Fish, dijo que esa tasa está de acuerdo con lo que se cobra en el negocio. Esa respuesta podría interpretarse, dice Elliott, como “cobramos porque todos lo hacen”.

Pero las tarjetas no son las únicas que meten la mano en nuestros bolsillos. También están los bancos emisores. Elliott llamó por teléfono al banco que emite su tarjeta Visa, el Wells Fargo, para preguntar por qué cobra 3% por manejar la conversión de moneda en las compras que realiza en el exterior. La persona que le respondió en el servicio de atención al cliente, no tenía idea. La segunda, argumentó que el banco necesita recaudar más dinero. Como la explicación no le cuadraba, Elliott llamó al gerente presentándose en calidad de periodista. La explicación que recibió fue que el gravamen combinado de 3% -que el banco cobra desde 2000- era necesario para cubrir “la conveniencia” de usar una tarjeta en el extranjero, y el costo y riesgo de la conversión de monedas. No pudo explicar con ejemplos cuáles eran los costos del banco.

La explicación más convincente la dio Linda Sherry, representante de Consumer Action, una ONG que vigila los honorarios de las tarjetas de crédito. “No hay razón legítima alguna para que las tarjetas de crédito apliquen una tasa a la conversión de moneda”, dijo. “Sencillamente, es un gran negocio para bancos y empresas de tarjetas. Es dinero regalado”.

Nadie va a suponer, concluye Elliott, que las empresas de tarjeta de crédito y sus bancos asociados van a convertir gratis dólares a euros o yenes. Claro que tienen costos y que corren riesgos al hacer esas transacciones. Lo que a la gente le molesta, es la absoluta confusión que rodea los términos y la falta de información sobre tasa de cambio al día de la compra, precio de origen expresado en moneda extranjera y equivalencia en moneda nacional.

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