Kerkorian, GM y un intento convertido en papelón

El especulador, cuya fortuna se hizo en Las Vegas, no reunió bastantes papeles como para doblar su parte en el paquete GM. La “compra pública de acciones” venció el martes a medianoche sin alcanzar los US$ 868 millones que eran su meta.

9 junio, 2005

Kerkorian, que sacudió la ex Chrysler con una toma hostil, hace diez años, había ofrecido US$ 31 por acción, aunque el precio de mercado está por debajo desde hace meses. Richard Wagoner y la conflictuada cúpula de la mayor automotriz mundial veían con sospechas esa iniciativa: después de todo, el ataque del aventurero puso a Chrysler camino del desastre y la eventual toma por parte de Daimler Benz (que hoy no sabe cómo abandonar su aventura en Detroit).

Al cabo, las ofertas recibidas en Tracinda, un fondo controlado por el magnate de origen armenio, quedaron lejos del objetivos. Sumaron apenas US$ 18.900.000 (este magro 2,2% es todo un papelón). Cabe una explicación “política”, pues Tracinda es en realidad proietario mayotirtario de MGM Mirage, firma hotelera y de juegos controlada por Kerkorian. Hasta el intento frustrado, MGM temía 3,9% de GM y, desde ahora, sube a 7,1%.

Kerkorian pretendía llevar esa parte a 9%. No obstante, la compra efectiva lo ubica como mayor accionista individual de GM. Irónicamente, la maniobra fue perjudicado por el éxito inicial, cuando hizo subir 18% la cotización, a US$ 32,80 (tras el anuncio, el 4 de mayo). Pero ese impacto sólo sirvió para desactivar presiones sobre la conducción de la empresa, que afrontaba (y afronta) malos resultados operativos.

Kerkorian, que sacudió la ex Chrysler con una toma hostil, hace diez años, había ofrecido US$ 31 por acción, aunque el precio de mercado está por debajo desde hace meses. Richard Wagoner y la conflictuada cúpula de la mayor automotriz mundial veían con sospechas esa iniciativa: después de todo, el ataque del aventurero puso a Chrysler camino del desastre y la eventual toma por parte de Daimler Benz (que hoy no sabe cómo abandonar su aventura en Detroit).

Al cabo, las ofertas recibidas en Tracinda, un fondo controlado por el magnate de origen armenio, quedaron lejos del objetivos. Sumaron apenas US$ 18.900.000 (este magro 2,2% es todo un papelón). Cabe una explicación “política”, pues Tracinda es en realidad proietario mayotirtario de MGM Mirage, firma hotelera y de juegos controlada por Kerkorian. Hasta el intento frustrado, MGM temía 3,9% de GM y, desde ahora, sube a 7,1%.

Kerkorian pretendía llevar esa parte a 9%. No obstante, la compra efectiva lo ubica como mayor accionista individual de GM. Irónicamente, la maniobra fue perjudicado por el éxito inicial, cuando hizo subir 18% la cotización, a US$ 32,80 (tras el anuncio, el 4 de mayo). Pero ese impacto sólo sirvió para desactivar presiones sobre la conducción de la empresa, que afrontaba (y afronta) malos resultados operativos.

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