Junto con recortes, Ford afronta una serie de severas disyuntivas

Altas pérdidas en EE.UU.-Canadá obligan a bajar 21% la fabricación de vehículos durante el IV trimestre. Más de la mitad del recorte afecta las camionetas serie F, uno de los rubros más rentables. Pero la crisis no para en eso y se complica.

25 agosto, 2006

Llamó la atención en Wall Street que (a) la novedad fuera anunciada casi sobre el cierre del viernes (quizá para atenuar el impacto en las acciones) y (b) el vocero “informal” fuese un simple analista de ventas. No una autoridad de la compañía. Sea como fuere, las reducciones implican 6.000 empleos adicionales en la división norteamericana. Esta noticia proviene de una fuente interna y significa elevar de 30.000 a 36.000 –o sea, 20%- el número total de despedidos y “retirados” entre 2006 y 2012.

Por ahora en silencio, el presidente ejecutivo William Clay Ford –biznieto del fundador por línea materna-, suprime puestos laborales y cierra plantas en un denodado esfuerzo para revivir las operaciones regionales. Éstas han perdido dinero en siete de los últimos trimestres, o sea casi dos ejercicios contables enteros.

Sin embargo, tan drástica disminución en el volumen fabricado aumentará todavía más las dificultades para dar vuelta la tendencia negativa. Máxime si la “gerontocracia” de mandos medios sigue bloqueando dos iniciativas de Clay: pasar a motores híbridos y abandonar los utilitarios deportivos, cuyo alto consumo de nafta espanta compradores.

Aunque la serie F sea en apariencia la más redituable, esta camioneta y otras de la marca están siendo arrastradas por la crisis de los todoterreno. La obstinación del management resulta aún más inexplicable si se observa lo bien que marcha Ford en Brasil, Argentina o Méjico, donde el marketing es más flexible y realista.

Ante esas novedades, la agencia Fitch Ratings bajará otro escalón la deuda de la compañía. Ahora es B+, cuatro grados bajo el techo a partir del cual entra en categorìa chatarra, y probablemente ceda a B. Standard&Poor’s y Moody’s Investors Service analizan rebajas las suyas a ese mismo nivel.

Ford presentó en enero la versión original de “rumbo adelante”, nombre irónico para un programa de achique. Preveía 30.000 menos puestos laborales, en el septenio 2006-12. Ya en julio, la firma señaló que aceleraría esos recortes y los de otros rubros en restructuración, luego de sufrir pérdidas por US$ 1.440 millones en el primer semestre. Por supuesto, el rojo de Ford sigue años luz por debajo de los US$ 10.600 millones que perdió General Motors en 2005.

Esta semana, los acontecimientos se precipitaban. Por un lado, algunos medios señalan que la firma abandonaría Wall Street para convertirse en sociedad cerrada. La idea en ganar tiempo para (a) acelerar la restructuración, (b) encarar posibles escisiones o alianzas o (c) dejar el directorio en manos del clan Ford .

Por de pronto, considera vender algunas marcas de lujo a un fondo inversor cuyo jefe es Jacques Nasser, ex presidente ejecutivo de la compañía. Hace cinco años, fue despedido por divergencias con el clan Ford, que puso en su lugar a William Clay. El ex CEO creo la división de lujo Premier reuniendo Land Rover, Jaguar, Volvo y las marcas locales de lujo. Ahora, podría tomarla vía One Equity Partners –que maneja- asociado a JP Morgan Chase.

Días atrás, la compañía contrató a Kenneth Leet, experto de Goldman Sachs Group en fusiones y adquisiciones como asesor estratégico. Ayer, se anunció la renuncia del economista Robert Rubin, presidente de junta en Citigroup y director en Ford desde 2000. A su juicio, pueden surgir conflictos de interés entre el grupo financiero y la empresa, dado que ésta contempla venta de activos y retiro de la bolsa.

Pero ocurre que, hace un mes, Clay Ford llamó a Carlos Ghosn para discutir una sociedad, si lo de General Motors no cuaja. Como se sabe, hay serios problemas relacionados con la quiebra de Adelphi, la autopartista. Así revelaron a Bloomberg’s tres personas allegadas al asunto. En cuanto a Ghosn, presidente de Nissan-Renault (a su vez, una alianza), declaró que recién hablaría con Ford si se frustrasen las tratativas con GM. En cuanto a las fuentes, pidieron anonimato, pues están involucradas en los contactos.

Ghosn y Richard Wagoner, CEO de GM, deben presentar a sus directorios un informe preliminar sobre la eventual alianza, a mediados de octubre. En realidad, el llamado de julio fue el tercer intento de Clay Ford para acercarse a Ghosn. En agosto de 2005, le ofreció un cargo en la cúpula de la compañía fundada por su bisabuelo materno, Henry Ford.

“Simplemente, esto quiere decir que Ford está desesperada por dar vuelta, aun temporariamente, su retroceso en el mercado norteamericano (Estados Unidos-Canadá)”, señaló Eugene Jenning, analista en la universidad estadual de Michigan. Desde los contactos de hace un año, la situación de Ford viene deteriorándose.

Ghosn declinó propuestas anteriores, pues no le interesa trabajar con una empresa que controla la familia fundadora. “Son anacronismos vivientes”, sostuvo en 2005. El clan Ford tiene 40% del voto en la asamblea de accionistas. Se trata de papeles clase B, que sólo pueden ser vendidos entre ellos. La primera oferta de Ford data de 2002, el primer año de gestión de Clay Ford. Los voceros de la compañía no formularon comentarios. Un ejecutivo de Nissan dijo ignorar ese llamado de julio.

Ghosn abrió tratos con GM el mes pasado, a instancias de Kirk Kerkorian, el mayor accionista individual de GM (9,9%).

Llamó la atención en Wall Street que (a) la novedad fuera anunciada casi sobre el cierre del viernes (quizá para atenuar el impacto en las acciones) y (b) el vocero “informal” fuese un simple analista de ventas. No una autoridad de la compañía. Sea como fuere, las reducciones implican 6.000 empleos adicionales en la división norteamericana. Esta noticia proviene de una fuente interna y significa elevar de 30.000 a 36.000 –o sea, 20%- el número total de despedidos y “retirados” entre 2006 y 2012.

Por ahora en silencio, el presidente ejecutivo William Clay Ford –biznieto del fundador por línea materna-, suprime puestos laborales y cierra plantas en un denodado esfuerzo para revivir las operaciones regionales. Éstas han perdido dinero en siete de los últimos trimestres, o sea casi dos ejercicios contables enteros.

Sin embargo, tan drástica disminución en el volumen fabricado aumentará todavía más las dificultades para dar vuelta la tendencia negativa. Máxime si la “gerontocracia” de mandos medios sigue bloqueando dos iniciativas de Clay: pasar a motores híbridos y abandonar los utilitarios deportivos, cuyo alto consumo de nafta espanta compradores.

Aunque la serie F sea en apariencia la más redituable, esta camioneta y otras de la marca están siendo arrastradas por la crisis de los todoterreno. La obstinación del management resulta aún más inexplicable si se observa lo bien que marcha Ford en Brasil, Argentina o Méjico, donde el marketing es más flexible y realista.

Ante esas novedades, la agencia Fitch Ratings bajará otro escalón la deuda de la compañía. Ahora es B+, cuatro grados bajo el techo a partir del cual entra en categorìa chatarra, y probablemente ceda a B. Standard&Poor’s y Moody’s Investors Service analizan rebajas las suyas a ese mismo nivel.

Ford presentó en enero la versión original de “rumbo adelante”, nombre irónico para un programa de achique. Preveía 30.000 menos puestos laborales, en el septenio 2006-12. Ya en julio, la firma señaló que aceleraría esos recortes y los de otros rubros en restructuración, luego de sufrir pérdidas por US$ 1.440 millones en el primer semestre. Por supuesto, el rojo de Ford sigue años luz por debajo de los US$ 10.600 millones que perdió General Motors en 2005.

Esta semana, los acontecimientos se precipitaban. Por un lado, algunos medios señalan que la firma abandonaría Wall Street para convertirse en sociedad cerrada. La idea en ganar tiempo para (a) acelerar la restructuración, (b) encarar posibles escisiones o alianzas o (c) dejar el directorio en manos del clan Ford .

Por de pronto, considera vender algunas marcas de lujo a un fondo inversor cuyo jefe es Jacques Nasser, ex presidente ejecutivo de la compañía. Hace cinco años, fue despedido por divergencias con el clan Ford, que puso en su lugar a William Clay. El ex CEO creo la división de lujo Premier reuniendo Land Rover, Jaguar, Volvo y las marcas locales de lujo. Ahora, podría tomarla vía One Equity Partners –que maneja- asociado a JP Morgan Chase.

Días atrás, la compañía contrató a Kenneth Leet, experto de Goldman Sachs Group en fusiones y adquisiciones como asesor estratégico. Ayer, se anunció la renuncia del economista Robert Rubin, presidente de junta en Citigroup y director en Ford desde 2000. A su juicio, pueden surgir conflictos de interés entre el grupo financiero y la empresa, dado que ésta contempla venta de activos y retiro de la bolsa.

Pero ocurre que, hace un mes, Clay Ford llamó a Carlos Ghosn para discutir una sociedad, si lo de General Motors no cuaja. Como se sabe, hay serios problemas relacionados con la quiebra de Adelphi, la autopartista. Así revelaron a Bloomberg’s tres personas allegadas al asunto. En cuanto a Ghosn, presidente de Nissan-Renault (a su vez, una alianza), declaró que recién hablaría con Ford si se frustrasen las tratativas con GM. En cuanto a las fuentes, pidieron anonimato, pues están involucradas en los contactos.

Ghosn y Richard Wagoner, CEO de GM, deben presentar a sus directorios un informe preliminar sobre la eventual alianza, a mediados de octubre. En realidad, el llamado de julio fue el tercer intento de Clay Ford para acercarse a Ghosn. En agosto de 2005, le ofreció un cargo en la cúpula de la compañía fundada por su bisabuelo materno, Henry Ford.

“Simplemente, esto quiere decir que Ford está desesperada por dar vuelta, aun temporariamente, su retroceso en el mercado norteamericano (Estados Unidos-Canadá)”, señaló Eugene Jenning, analista en la universidad estadual de Michigan. Desde los contactos de hace un año, la situación de Ford viene deteriorándose.

Ghosn declinó propuestas anteriores, pues no le interesa trabajar con una empresa que controla la familia fundadora. “Son anacronismos vivientes”, sostuvo en 2005. El clan Ford tiene 40% del voto en la asamblea de accionistas. Se trata de papeles clase B, que sólo pueden ser vendidos entre ellos. La primera oferta de Ford data de 2002, el primer año de gestión de Clay Ford. Los voceros de la compañía no formularon comentarios. Un ejecutivo de Nissan dijo ignorar ese llamado de julio.

Ghosn abrió tratos con GM el mes pasado, a instancias de Kirk Kerkorian, el mayor accionista individual de GM (9,9%).

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