Inversores de medio mundo compran activos en EE.UU.

En 2007, los saudíes adquirieron una planta plástica en Massachusetts. Un francés abrió una fábrica de partes en Michigan, creando 190 empleos en un estado que perdió miles. Una firma británica produce hoy jarabe para la tos en Nuevo Jersey.

22 enero, 2008

Sin duda, Estados Unidos está en venta a precios de liquidación. Con crédito difícil, desempleo en alza, dólar barato y temores sobre recesión o estanflación, empresarios y banqueros salen en pos de fondos extranjeros para mantener economía y finanzas en operaciones.

El añs pasado, inversores del exterior captaron un récord de US$ 414.000 millones vìa transacciones privadas o tomas accionarias, señala la consultoría neoyorquina Thomson Fianancial. La suma supera en 90% el total de 2006 y dobla el promedio de 1998-2007, amén de representar un cuarto de las fusiones y adquisiciones anuciadas en el año.

Solamente en la primera quincena de enero, los acuerdos de inversión o F&A acumulaban US$22.600 millones, más de 50% de los anunciados. Si, en efecto, hay recesión o se debilita nuevamente el dólar, ese ritmo se acelerará y –seguro- promoverá nuevos debates sobre el papel de EE.UU en la economía mundial. No faltarán los patrioteros que clamen contra esa “invasión de chinos y jeques”.

Por supuesto, la afluencia de dinero proveniente de fondos soberanos (propiedad de gobiernos autoritarios y monarquías de media Asia) inquieta los legisladores. En particular los demócratas y sus precandidatos, aprovechan la campaña electotal para exigir mayor escrutinio, sobre todo en sectores tecnológicos, financieros o estratégicos claves.

En esta fase de turbulencias financieas y bursátiles, los beneficiarios más visibles de esas colocaciones son bancas como Citigroup, JP Morgan Chase, Merril Lynch o Morgan Stanley. Este grupo salió en pos de aportes para cubrir calamitosas especulaciones hipotecaria o compas apalancadas que se desfinanciaron.

Por debajo, empero, hay cambios más profundos, asociados a caoitales extranjeros que tomaron participaciones en bienes raíces, siderurgia, minería, energía, combustibles, servicios y bienes de consumo o uso final. Sin duda, el sector privado norteamericano –cuyos bancos son renuentes a prestar- está ávido de efectivo. Poco importa de dónde salga.

Así, la siderúrgica alemana ThyseenKrupp abrió negociaciones en noviembre para comprar por US$ 3.700 millones una planta de acero inoxidable en Alabama. Aparte de menores costos de producción, el tratado de libre comercio (TLC) le depara mercado en Canadá y México.

La inversiones de subsidiarias locales de compañías extranjeras subieron de US$ 39.200 millones en 2006 a 43.300 millones (+19,5%) el año pasado. Cinco millones de noteamericanos trabajan para firma del exterior y ganan en promedio 30% más que sus colegas locales. Casi un tercio de esos puestos laborales está en la industria

Sin duda, Estados Unidos está en venta a precios de liquidación. Con crédito difícil, desempleo en alza, dólar barato y temores sobre recesión o estanflación, empresarios y banqueros salen en pos de fondos extranjeros para mantener economía y finanzas en operaciones.

El añs pasado, inversores del exterior captaron un récord de US$ 414.000 millones vìa transacciones privadas o tomas accionarias, señala la consultoría neoyorquina Thomson Fianancial. La suma supera en 90% el total de 2006 y dobla el promedio de 1998-2007, amén de representar un cuarto de las fusiones y adquisiciones anuciadas en el año.

Solamente en la primera quincena de enero, los acuerdos de inversión o F&A acumulaban US$22.600 millones, más de 50% de los anunciados. Si, en efecto, hay recesión o se debilita nuevamente el dólar, ese ritmo se acelerará y –seguro- promoverá nuevos debates sobre el papel de EE.UU en la economía mundial. No faltarán los patrioteros que clamen contra esa “invasión de chinos y jeques”.

Por supuesto, la afluencia de dinero proveniente de fondos soberanos (propiedad de gobiernos autoritarios y monarquías de media Asia) inquieta los legisladores. En particular los demócratas y sus precandidatos, aprovechan la campaña electotal para exigir mayor escrutinio, sobre todo en sectores tecnológicos, financieros o estratégicos claves.

En esta fase de turbulencias financieas y bursátiles, los beneficiarios más visibles de esas colocaciones son bancas como Citigroup, JP Morgan Chase, Merril Lynch o Morgan Stanley. Este grupo salió en pos de aportes para cubrir calamitosas especulaciones hipotecaria o compas apalancadas que se desfinanciaron.

Por debajo, empero, hay cambios más profundos, asociados a caoitales extranjeros que tomaron participaciones en bienes raíces, siderurgia, minería, energía, combustibles, servicios y bienes de consumo o uso final. Sin duda, el sector privado norteamericano –cuyos bancos son renuentes a prestar- está ávido de efectivo. Poco importa de dónde salga.

Así, la siderúrgica alemana ThyseenKrupp abrió negociaciones en noviembre para comprar por US$ 3.700 millones una planta de acero inoxidable en Alabama. Aparte de menores costos de producción, el tratado de libre comercio (TLC) le depara mercado en Canadá y México.

La inversiones de subsidiarias locales de compañías extranjeras subieron de US$ 39.200 millones en 2006 a 43.300 millones (+19,5%) el año pasado. Cinco millones de noteamericanos trabajan para firma del exterior y ganan en promedio 30% más que sus colegas locales. Casi un tercio de esos puestos laborales está en la industria

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