Internet: música pirata y excesos de las grabadoras

Como la demanda de música MP3 es estable, el 26% de baja en ventas (1999-2003) representa el avance de la piratería. Ahora, un tribunal norteamericano intenta frenar los excesos de las grabadoras, lanzadas en pos de potenciales infractores.

27 diciembre, 2003

El fenómeno data de 1999, pero hace poco que el sector lo admite como problema. Así, desde 2002, se ponen en práctica tácticas para alejar a la gente de los servicios ilegales. Entre ellas, sitios web de venta, demandas contra quienes usan esos canales, rebaja de precios mayoristas y detección de infractores potenciales. En ciertos casos, con un celo algo desmedido.

Algunas estrategias empezaron a dar resultados aunque, según proyecciones, las ventas este año serán 2,1% inferiores a las de 2002. Pero, en enero, lo eran 9%. Hoy, sin embargo, un veredicto jurídico puede retrotraer la situación a 2001/2: una cámara federal de apelaciones ha revocado un fallo clave en la lucha contra la piratería.

Se trata del que, en primera instancia, ordenaba a Verizon Communicacions divulgar la lista de clientes sospechosos de compartir música entre iguales (PtP, “peer-to-peer”). En otras palabras, vuelve la sombra del gato Napster…

Las firmas discográficas sostienen que encontrarán más trabas para localizar a quienes intercambian música en línea con más frecuencia. A su juicio, no podrán radicar serie de demandas contra los sospechosos de distribuir contenidos sin respetar derechos de autor y, lo que realmente les importa a las compañías, de editor.

Por cierto, hace tres meses el sector se largó a presentar centenares de demandas, en una política que muchos interpretan como invasión de atentatoria contra la libertad y la privacidad de las personas. “Abundan las arbitrariedades”, sostiene Timothy Davis, un profesor de Yale pleiteado por la Recording Industry Association of America (RIAA) que debió llegar a arergelo extrajudicial por US$ 10.000.

Esta entidad afirma que, al iniciarse la ola de demandas, comenzó a frenarse el descenso de ventas. En privados, algunas grabadoras admiten que el estímulo real puede haber provenido del repunte registrado en varios segmentos de la economía. Los datos de la RIAA señalan que las ventas de música en discos compactos habían cedido en 34 de las 36 semanas previas a la campaña legal. Desde entonces fueron reobrándose en once de catorce semanas.

Más interesante es una estadística de Nielsen SoundScan: el uso mensual de Kazaa, el mayor heredero de Napster, se redujo de 17.400.000 bajas en marzo a 7.600.000 en octubre.

El fenómeno data de 1999, pero hace poco que el sector lo admite como problema. Así, desde 2002, se ponen en práctica tácticas para alejar a la gente de los servicios ilegales. Entre ellas, sitios web de venta, demandas contra quienes usan esos canales, rebaja de precios mayoristas y detección de infractores potenciales. En ciertos casos, con un celo algo desmedido.

Algunas estrategias empezaron a dar resultados aunque, según proyecciones, las ventas este año serán 2,1% inferiores a las de 2002. Pero, en enero, lo eran 9%. Hoy, sin embargo, un veredicto jurídico puede retrotraer la situación a 2001/2: una cámara federal de apelaciones ha revocado un fallo clave en la lucha contra la piratería.

Se trata del que, en primera instancia, ordenaba a Verizon Communicacions divulgar la lista de clientes sospechosos de compartir música entre iguales (PtP, “peer-to-peer”). En otras palabras, vuelve la sombra del gato Napster…

Las firmas discográficas sostienen que encontrarán más trabas para localizar a quienes intercambian música en línea con más frecuencia. A su juicio, no podrán radicar serie de demandas contra los sospechosos de distribuir contenidos sin respetar derechos de autor y, lo que realmente les importa a las compañías, de editor.

Por cierto, hace tres meses el sector se largó a presentar centenares de demandas, en una política que muchos interpretan como invasión de atentatoria contra la libertad y la privacidad de las personas. “Abundan las arbitrariedades”, sostiene Timothy Davis, un profesor de Yale pleiteado por la Recording Industry Association of America (RIAA) que debió llegar a arergelo extrajudicial por US$ 10.000.

Esta entidad afirma que, al iniciarse la ola de demandas, comenzó a frenarse el descenso de ventas. En privados, algunas grabadoras admiten que el estímulo real puede haber provenido del repunte registrado en varios segmentos de la economía. Los datos de la RIAA señalan que las ventas de música en discos compactos habían cedido en 34 de las 36 semanas previas a la campaña legal. Desde entonces fueron reobrándose en once de catorce semanas.

Más interesante es una estadística de Nielsen SoundScan: el uso mensual de Kazaa, el mayor heredero de Napster, se redujo de 17.400.000 bajas en marzo a 7.600.000 en octubre.

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