Hubo arreglo entre GM y el poderoso sindicato automotor

General Motors anunció haber llegado a un acuerdo con United Auto Workers (UAW), que le permitirá ahorrar miles de millones en asistencia médica. Pese al cuarto déficit trimestral seguido, la noticia infló 12% la acción el lunes 17.

18 octubre, 2005

Según comunicado de la empresa, que viene sufriendo de persistente iliquidez en efectivo, el convenio reducirá en US$ 3.000 millones anuales los gastos médicos, tomando cifras brutas. Algunos expertos independientes no creen que la suma real vaya a ser tan alta.

Naturalmente, la visión del presidente ejecutivo Richard Wagoner (que viene de un fracaso con Fiat Auto y no logra seducir al público con sus utilitarios deportivos) es distinta. “Se trata de un enorme avance” dijo, sin mencionar las presiones para que su división norteamericana vuelva al camino de la rentabilidad. “Esos ahorros en asistencia social serán por única vez. En cambio –señalaba una consultora canadiense-, las bajas ventas parecen endémicas en Detroit”.

Por supuesto, analistas allegados al negocio dan por sentado que Ford Motors y la rama local de DaimlerChrysler llegarán a arreglos similares. Sea como fuere y aun sin alcanzar el monto que presume GM, será la mayor reducción de costos en la historia de la actividad y marca el fin de la “era fordista”. De paso, significa una “capitis diminutio” para el poder gremial y una señal de que los demócratas han perdido la iniciativa en ese campo.

Ese triunfo político no impedirá que GM siga buscando formas de vender el control accionario de su rama financiera. En cierto modo, esto desvirtúa parte de las razones esgrimidas para podar la atención médica del personal: después de todo, General Motors Acceptance es casi lo único rentable de la compañía.

Según comunicado de la empresa, que viene sufriendo de persistente iliquidez en efectivo, el convenio reducirá en US$ 3.000 millones anuales los gastos médicos, tomando cifras brutas. Algunos expertos independientes no creen que la suma real vaya a ser tan alta.

Naturalmente, la visión del presidente ejecutivo Richard Wagoner (que viene de un fracaso con Fiat Auto y no logra seducir al público con sus utilitarios deportivos) es distinta. “Se trata de un enorme avance” dijo, sin mencionar las presiones para que su división norteamericana vuelva al camino de la rentabilidad. “Esos ahorros en asistencia social serán por única vez. En cambio –señalaba una consultora canadiense-, las bajas ventas parecen endémicas en Detroit”.

Por supuesto, analistas allegados al negocio dan por sentado que Ford Motors y la rama local de DaimlerChrysler llegarán a arreglos similares. Sea como fuere y aun sin alcanzar el monto que presume GM, será la mayor reducción de costos en la historia de la actividad y marca el fin de la “era fordista”. De paso, significa una “capitis diminutio” para el poder gremial y una señal de que los demócratas han perdido la iniciativa en ese campo.

Ese triunfo político no impedirá que GM siga buscando formas de vender el control accionario de su rama financiera. En cierto modo, esto desvirtúa parte de las razones esgrimidas para podar la atención médica del personal: después de todo, General Motors Acceptance es casi lo único rentable de la compañía.

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